-Una anomalía muy fuerte, doctor, y que rompe con los Derechos
Humanos -continúa la licencida Isabel Vericat, del Grupo de Información
en Reproducción Elegida (GIRE)- es cómo se violó
la intimidad de esta niña. Eso verdaderamente desborda toda previsión.
A esta niña la vinieron a visitar de afuera, con consentimiento
del hospital, dos mujeres de Pro Vida a decirle que...
-¿Con consentimiento de la dirección? No, en ningún
momento. Desgraciadamente nuestro servicio de seguridad no ejerce control
absoluto sobre todo en el turno vespertino. La verdad es que yo ignoro
cómo se hayan metido estas personas.
-Dos mujeres entraron con una pequeña cámara de televisión
para enseñarle un video de Pro Vida. Se llama El grito silencioso
y es un video en contra del aborto, trucado porque las imágenes
escabrosas no corresponden a las fechas legales de interrupción
de la vida, es decir, el feto es mucho mayor, es casi un recién
nacido, tasajeado y ensangrentado, lo cual lo hace muy impresionante.
Asimismo, además de estos horrores de videos, los dos miembros
de ProVida, que obviamente son fundamentalistas, la sometieron a pruebas
verdaderamente primitivas y subliminales.
(Se trata de una hoja blanca en la que se puede adivinar una cabeza
de pelo largo con los rasgos estereotipados de un hombre. En realidad
es una suerte de negativo en el que las partes negras aparecen blancas
y el contorno también. Es fácil a simple vista hacerse
a la idea de una cabeza de Cristo. Dice en inglés: "Concéntrate
en los cuatro puntos en el medio del cuadro durante 10 segundos. Cierra
los ojos y echa la cabeza para atrás. Manten los ojos cerrados.
Verán un círculo de luz, sigue mirando el círculo.
¿Qué es lo que ves?''. ¿Qué pudo sentir
Paulina, en su cama de hospital sometida a este tipo de presiones?)
Mira, estas son sus manitas
(Cuenta Paulina): -Dos señoras, una güera y otra de pelo
negro entraron hasta donde yo estaba. No me preguntaron ni cómo
estaba, ni si había comido o algo, sólo sacaron su camarita,
la prendieron, pusieron el video y me dijeron: "Tú, como
tienes tres meses, si abortas, mira cómo va a quedar el bebé".
Me enseñaron un bebé despedazado. "Mira, estas son
sus manitas, estos son sus piecitos", y todo me decían y
yo nomás me lo quedaba viendo. Luego me dieron el papel en el
que vi unas manchas negras que formaban a Cristo. "Mira, te vamos
a ayudar a la hora del parto con alimentos, medicina y si lo quieres
dar en adopción, nosotros tenemos personas que quieren al bebé.
Hay muchas parejas que no pueden engendrar hijos y vamos a buscar a
unos que tengan una posición económica buena para que
cuiden al bebé, y que no le falte nada". Yo les respondí
que no, que yo no quería estar embarazada. "Si quieres te
podemos mandar a Tijuana para que no te vean en ese estado". "No,
yo no quiero ir a Tijuana, yo lo que quiero es no estar embarazada".
"Bueno, pues vamos a regresar a hablar a solas contigo". Me
preguntaron que si yo no quería a mi hijo y les dije que no era
eso, que de eso no se trataba, que lo que yo no quería era estar
así, con eso adentro. Entonces me dijeron que yo tenía
que estar conforme, que era cosa de Dios.
Cuando vino mi mamá le dije: "Mamá dígale
al doctor que no me deje pasar a nadie".
-¿Por qué?
-Porque vinieron unas señoras y me siento triste.
-¿Cómo supieron las señoras que estabas allí,
Paulina?
-Porque se los dijeron los médicos, o a lo mejor el director.
-Pero, ¿alguna vez les dijiste que estabas embarazada porque
había sido una violación?
-Pues no, ellas ya iban con toda la información. Además
se publico en La Voz de la Frontera. Nosotros nunca dimos información
a ningún periodista. Es más, no tenemos acceso a ningún
periódico, por eso a nosotros nos sorprendió.
Mientras, en el mismo hospital, a mi mamá le dijo el director
todos los riesgos que según los médicos yo corría
y entonces dijimos bueno, que no, que ya no. Mi mamá firmó
un papel y ya no fuimos para no regresar jamás, porque nunca
vamos a volver a ese hospital.
''Yo nunca le dije que podía morir''
-¿Cómo es posible que no sepa lo que sucede en su hospital,
doctor?
-A mí me parece una situación de alto riesgo para un paciente
(que puede estar en indefensión suma y ser hasta asesinado) que
no haya control de la entrada al hospital. La intimidad de la niña
es un derecho humano fundamental y ésta fue violada.
-¿Cómo puede decirle a una madre que su hija va a morir
si se le practica un aborto?
-La madre de la niña contó que usted la puso delante de
un pizarrón y le explicó que la niña podía
morir o quedar estéril? ¿Eso le dijo usted, verdad, doctor?
-Sí, pero creo que esa situación está un poquito
manipulada. De hecho, jamás se le mencionó la palabra
muerte; le mencioné la situación de las complicaciones
de una interrupción de embarazo.
(El doctor Ismael Avila Iñiguez utiliza muchísimo, casi
para todo, la palabra "situación".)
-¿Pero usted cree de veras que en esta etapa tan temprana de
embarazo podría haber tan altos riesgos?
-No son tal altos los riesgos, yo creo que están exagerando un
poquito. A la madre se le mencionaron los riesgos tal cual existen.
Están escritos.
-¿La infertilidad, la perforación de la matriz, la hemorragia,
el desangrarse...?
-Si ustedes revisan un poquito la situación de riesgo de una
interrupción de un embarazo, esos son. Esta es una situación
en la que se tiene que poner perfectamente los puntos sobre las íes.
A la madre también se le mencionó que las complicaciones
se le podrían resolver, que si existía una perforación
se le podía resolver, que si existía un sangrado teníamos
un banco de sangre y la capacidad de poder solucionarlo, pero que las
complicaciones podían existir, que si era una en 10 mil o una
100 mil, bueno, pero que ella nos tenía que autorizarlo finalmente.
-Se le llegó a decir que si moría la hija, ella sería
la culpable.
-No, eso no es cierto.
-Eso no se le dice a una madre, doctor -se violenta Isabel.
-Yo no se lo dije.
-La madre María Elena, que defendió el derecho de su hija
al aborto hasta con los dientes, sólo retrocedió ante
la posibilidad de que su hija muriera.
-La madre venía desorientada. Creía que la operación
podía realizarse sin ningún problema y a la media hora
irse a su casa. Yo creo que ni en Estados Unidos, donde las reglas están
muchos mejor escritas, permiten una intervención de esta índole
sin que dé su consentimiento por escrito. En México también
los pacientes tienen que darnos el consentimiento y aceptar los riesgos,
si bien es cierto que los riesgos son mínimos. No estuvimos solos
con la señora, allí estaba el Ministerio Público
cuando hicimos esos comentarios.
-¿Por qué entonces se le dice a la madre que hay las posibilidades
de que la hija muera?
-Yo no se lo dije.
-Pero doctor, esta madre y esta hija se mantuvieron firmes durante un
mes y 20 días, después del horror de una violación,
y vinieron decididas a que el producto de aquel horror no naciera. En
realidad, ellas conocen sus derechos humanos desde sus entrañas.
Y así los ejercen. Nos dan una lección formidable. Fueron
de una valentía extraordinaria. Son admirables. Sólo ante
la afirmación de que su hija podía morir y que ella (la
madre) sería la culpable, retrocedieron.
El riesgo era nulo
-Verdaderamente el riesgo que corría la niña era nulo
-prosigue Isabel Vericat. Yo he estado presente en procedimientos de
interrupción de embarazos de Ameu (aspiración manual endouterina)
y la mujer llega, se le da una pastillita, se acuesta, se le absorbe,
descansa un rato y a la media hora está fuera y no le pasó
nada. Y se hace con pleno consentimiento de la persona, explicándole
todo lo que va a suceder en su interior. Este procedimiento no me diga
que tiene comparación con el embarazo y la cesárea a la
que va a ser sometida Paulina a los 14 años. Usted sabe muy bien
que médicamente el riesgo es mucho mayor.
-Realmente si vamos de las complicaciones de una cesárea a las
de un legrado, a lo mejor van parejas.
-¿Parejas? Yo tengo testimonios médicos, que se los pienso
mandar en un informe médico, donde les dicen a médicos
y pacientes que la proporción es de 20 a uno.
-Lo que pasa es que es diferente leerlo en una revista francesa y trasladar
la experiencia de un sistema médico de Francia al sistema médico
de México.
-El Ameu es lo más seguro que hay en Francia, en Suiza, donde
sea. No hay otro procedimiento más rápido, higiénico
y limpio, doctor. Los días que pasaron desde que Paulina entro
por primera vez hasta que se tuvieron que desistir porque las aterrorizaron,
fueron un mes y 20 días. Allí hubo todo un trabajo de
amedrentamiento, ¿sí? Es obvio que ellas estaban decididas,
si no, ¿qué hacían aquí, doctor, si no querían
interrumpir el embarazo? Doctor, la escena del pizarrón no está
grabada, pero la madre la vivió con usted. Yo no veo porque usted
lo tiene que negar.
-Yo no estoy negando nada, ni la escena del pizarrón. Usted puede
manejar la información que le conviene y veo que así lo
está haciendo la mamá. En el pizarrón, le expliqué
exclusivamente a la señora el procedimiento del legrado y punto.
''Esto se hace regularmente con todos los pacientes. Aquí en
este hospital existe la norma de que si el paciente va a ser intervenido
se le explica todo. ¿Por qué? Porque finalmente son casos
legales. Este es un hospital de 140 camas.
-¿Y usted aquí, en el hospital, recibe casos de complicaciones
de abortos clandestinos?
-No.
-O sea, si una mujer se viene desangrando, ¿usted no la recibe?
-Ah no, eso sí, pero regularmente no se determina si es un aborto
clandestino.
-Bueno, pero ¿ustedes reciben mujeres con hemorragias provocadas
por un...?
-Aquí se hacen bastantes legrados mensualmente.
-¿No se denuncian?
-A la persona que viene en una situación de este tipo, se le
hace el interrogatorio para ver si fue encaminada la situación
por un aborto clandestino.
-¿Y la mujer les cuenta la historia que quiera contarles?
-Así es, básicamente.
-Sin embargo, con la madre de Paulina y con ella no hicieron lo mismo,
porque USTEDES tenían que hacer la interrupción. Por eso,
a ellas les lavan el coco y las aterrorizan lo cual hace que la madre,
María Elena, diga: "Ojalá y esto nunca les pase a
ustedes. Si querían meterme miedo ya me lo metieron". Usted
la aterrorizó diciéndole que su hija tenía la posibilidad
de morir y que ella sería la culpable de su muerte.
-¿La posibilidad de morirse? Jamás mencioné esa
palabra. La familia se desistió.
-¡Vaya manera de solucionar la historia tienen ustedes! O sea,
toda la lucha de la familia no existió... Ellos lo intentaron,
fracasaron y se desistieron.
-Pues se la pusieron muy difícil, pasar un mes y 20 días
para una interrupción de embarazo que normalmente es cosa de
20 minutos.
¿Estado laico?
Asimismo, el procurador estatal Juan Manuel Salazar Pimentel se encargó
de llevar a Paulina y a su madre con un cura. Oiga, doctor, ¿en
qué estado estamos? ¿Estamos en un estado laico o yo me
equivoque de país?
-No, no se equivocó de país.
-Hasta el procurador General del Estado, Juan Manuel Salazar Pimentel,
las llevó personalmente en su coche y con guaruras a ver a un
sacerdote. ¿Hay separación de poderes, estamos en un estado
de derecho? Oiga, ni en la España franquista se hacía
esto, se lo digo de verdad. Es de pena. ¿Dónde está
la Constitución, dónde el derecho legal a que cada mujer
puede decidir el número de hijos y el espaciamiento entre ellos?
¿Dónde está todo eso?
(Resulta que, según el relato de María Elena Jacinto Rauz,
el procurador Juan Manuel Salazar Pimentel tenía que dar su firma
y Paulina y ella fueron a verlo).
-Nos preguntó si estábamos de acuerdo en hacer lo que
íbamos a hacer y le dije: "Yo soy su madre de ella, y sí
estoy de acuerdo, porque mi hija es una niña. Ella lo que está
sufriendo no lo va a hacer porque ella se lo haiga buscado o por su
gusto, le tocó una desgracia y yo quiero que se le haga el aborto.
-Pero, señora, esto ya es un crimen, porque ya es una criatura
-dice el procurador.
-Yo sé que todavía esto NO es una criatura, claro que
ya empieza a ganar vida, pero si esto se interrumpe ahora, esto se va
a terminar pronto. Por eso me dicen que usted va a dar una firma para
que se lo interrumpan y espero que así sea.
-Pero, señora, ¿por qué no lo piensa usted mejor?
-Yo no tengo nada que pensar, esto ya está pensado y quiero que
se lleve a cabo.
-Señora, ¿no es usted católica?
-Sí, soy católica, creo en Dios, pero porque soy católica
y creo en Dios voy a hacer esto. Si Dios ha perdonado a tanta gente,
¿por qué a mí no? Yo no estoy haciendo una injusticia,
estoy haciendo un bien para mi hija, porque Paulina todavía no
tiene edad para tener una criatura.
-Piénselo mucho, señora, éste es un crimen.
-No, yo ya lo pensé.
-Mire, ¿qué le parece?, la voy a llevar con un sacerdote
para que le haga ver las cosas. A lo mejor usted cambia de opinión.
-Yo no tengo por qué cambiar, ya está decidido, pero si
usted quiere, vamos...
Nos llevaron con un sacerdote en el automóvil que manejaba su
chofer y un guardaespaldas, y nos acompañó la licenciada
Mónica, del Ministerio Público, la secretaria de acuerdos.
El procurador Juan Manuel Salazar Pimentel habló largo rato con
el sacerdote cuyo nombre nunca supe. Quién sabe qué dijeron
los dos, yo no le puedo decir, y luego me indicaron: "pase".
-A ver, platíqueme, ¿qué es lo que piensa hacer?
-me preguntó el sacerdote.
-Pues mire, a mi hija la violaron y no quiero que ese producto nazca.
Si fuera algo que ella hubiera buscado, está bien, m'hijita,
tenlo, pero ella no se lo buscó. Fue una desgracia. Yo quiero
que me de la autorización para que mi hija se haga un legrado.
-Pero, señora, ¿no es usted católica?
-Soy católica, pero no porque sea católica no puedo hacer
lo que tantas católicas han hecho. ¿Por qué yo
no, por qué? ¿No tenemos derecho porque somos pobres?
A ver, dígame usted, ¿en qué forma no tenemos derecho?
-Es un crimen, piénselo mucho, señora, porque esto es
un crimen.
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