Usted está aquí: viernes 15 de julio de 2005 Sociedad y Justicia Acusan al INER de discriminar a indígena contagiado con el VIH

Porque somos pobres nos tratan como quieren, denunciaron familiares del paciente

Acusan al INER de discriminar a indígena contagiado con el VIH

En los meses recientes se han acumulado las denuncias ciudadanas contra el instituto

ANGELES CRUZ MARTINEZ

Julián tiene sida. Llegó al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) en marzo pasado con una neumonía que ahí le atendieron y desde entonces le han dado seguimiento clínico para el control del virus, pero ahora que sus médicos le diagnosticaron una meningitis -por la cual podría morir- el instituto le ha negado la hospitalización porque "su problema no es respiratorio", según dijo el director médico Octavio Narváez Porras, quien sin embargo tampoco lo transfirió a otro hospital.

"Pensamos que porque somos pobres nos tratan como quieren", comentó Artemio, hermano del enfermo, porque desde el martes 12 los médicos de la clínica de sida del INER determinaron que Julián debería internarse de inmediato para administrarle un tratamiento que le ayude a controlar la bacteria. A pesar de ello, transcurrieron "horas y horas" de espera en el área de admisión.

El problema principal fue que ese día los dos pabellones en los que normalmente se hospitalizan los enfermos de sida estaban saturados, explicaron integrantes del comité de pacientes de VIH/sida del INER, creado recientemente.

A las 9 de la mañana del miércoles, Julián y dos de sus hermanos acudieron nuevamente al hospital y "nos dijeron que ya habían asignado la cama 429" (pabellón 4). No obstante, otra vez pasaron las horas y, ya en la tarde, en el área de admisión, un empleado les avisó que no recibirían a Julián porque "no había donde ponerlo", pero que fueran al pabellón cinco a hablar con el médico responsable, porque "al parecer tenía una cama disponible".

El médico del pabellón 5, a quien los afectados no pudieron identificar, los remitió con el director médico, Narváez Porras. El funcionario dijo a Julián que fuera a urgencias para que le hicieran una valoración, a pesar de que ya existía un diagnóstico de médicos del INER en el que determinaban que el paciente tiene meningitis por criptococosis cerebral.

Ya en urgencias, otra doctora ordenó que le tomaran una radiografía de los pulmones, la cual tuvo para los familiares un costo de 150 pesos. Debido a que la placa no reportó ninguna afectación del sistema respiratorio, Narváez concluyó que no había razón para que Julián ingresara al INER. Alrededor de las 7 de la noche regresaron a su domicilio, "sin haber comido todo el día y con mi hermano muy débil", comentó Artemio.

Este caso se suma a otras irregularidades que han sido denunciadas por pacientes del INER en los meses recientes: la negativa de la jefa del servicio de estomatología (dental) para atender a los infectados de VIH/sida y el desabasto de medicamentos para controlar la infección por citomegalovirus -que ocasiona pérdida de la vista-, y la cual también padece Julián.

Este hombre de 41 años de edad, que habla español con dificultad porque su lengua nativa es el mazateco, se enteró apenas en enero pasado que es portador del VIH/sida. En ese mes empezaron los síntomas de lo que después se convirtió en neumonía. "Nosotros no sabíamos nada de eso, ni dónde nos podían ayudar", comentó Artemio.

Cuando llegaron al INER, Julián estaba muy grave. Por el VIH su sistema de defensas estaba muy bajo y de ahí que adquiriera el citomegalovirus, que también le fue diagnosticado en el INER, organismo que se ha distinguido por la atención clínica integral que proporciona a sus pacientes.

Julián inició el tratamiento con ganciclovir para controlar la infección, pero alrededor de la segunda semana de junio lo suspendió, debido a que se agotó el donativo del fármaco que el laboratorio Roche había hecho al instituto durante dos años.

Hace un par de semanas, el director del INER, Fernando Cano Valle, había asegurado a La Jornada, que "de alguna forma" se daría solución a la carencia del ganciclovir, lo cual, según se pudo constatar ayer, no ha ocurrido.

Julián ya perdió la vista del ojo izquierdo y como suspendió la terapia, el ojo derecho también está en riesgo. "Imagínese, qué vamos a hacer con mi hermano si luego ya no puede ver... si así como está no trabaja, ¿qué va a hacer si se queda ciego?", preguntó Artemio, quien hasta ahora ha tratado de solventar los gastos de la atención médica de su hermano. Pero "no puedo, no me alcanza".

Los ingresos que consigue en el comercio ambulante no le permiten absorber todos los costos del servicio médico que recibe Julián. De hecho, Artemio todavía adeuda 10 mil 942 pesos al INER por los 42 días que su hermano estuvo hospitalizado a causa de la neumonía. Ya envió una carta a Cano Valle, en la que solicita su ayuda, "porque de verdad no tengo de dónde..."

Ayer, alrededor de las 18 horas, Julián ingresó finalmente al hospital del INER, pero sólo porque se desocupó una cama en los pabellones destinados a los enfermos de VIH/sida.

 
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