La Jornada Semanal,   domingo 10 de julio  de 2005        núm. 540
 

Mario Casasús

Manuel Rojas
o los oficios de un anarquista

A Paz Rojas, su hija, presidenta de CODEPU
por los Derechos Humanos

Para conocer a Manuel Rojas, no hay nada mejor que hacerlo a través de Antología autobiográfica (original de la editorial Ercilla en 1962) republicada para su Centenario (1996) por LOM desde Santiago de Chile. Del prólogo escrito por José Miguel Varas quiero trazar el perfil del empedernido anarquista que fue Manuel Rojas: "Aprendiz de sastre, mensajero, talabartero, carpintero, pintor, ayudante de electricista, acarreador de uva, actor, consueta, linotipista, periodista, empleado de la Biblioteca Nacional de Chile, vendedor de cartillas en el Hipódromo, tipógrafo, corrector de pruebas, director de los Anales de la Universidad de Chile, profesor de la Escuela de Periodismo. Además fue escritor como se sabe." Con una vida así, no es raro que le hayan otorgado el Premio Nacional de Literatura en 1957, tampoco que durante la dictadura de Pinochet sus libros fueran prohibidos, y que ahora se mantenga bajo un anonimato, poco exportable, más bien poco atractivo para las trasnacionales casas editoriales. En las librerías chilenas pueden encontrarse sin problema tres títulos suyos: Deshecha rosa (poema a la muerte de su esposa), Antología autobiográfica y A pie por Chile (para alguien que cruzó la cordillera caminando durante sus jornadas de trabajo, no puede haber descripciones tan bellas), todos bajo el sello LOM ("palabra de la lengua yámana cuyo significado es Sol"), editorial independiente que a últimas fechas ha creado una alianza con Era de México, Txalaparta del País Vasco y Trilce de Uruguay. LOM es ahora, lo que Quimantú fue para la Unidad Popular de 1970 a 1973; me refiero a la línea editorial, al esfuerzo por rescatar obras de la literatura universal y chilena. Manuel Rojas republicó su más celebre novela, Hijo de ladrón, en 1972 (original de 1951) bajo Quimantú ("Sol de Sabiduría" en lengua Mapundugun) y se preparaba, en 1973, una edición chilena de La oscura vida radiante (originalmente publicada en Argentina en 1971), censurada por la dictadura pinochetista. Entre Hijo de ladrón y La oscura vida radiante se encuentran las novelas Mejor que el vino (1958) y Sombras contra el muro (1964). Ahora se necesita ir en busca de saldos, por los pasillos de libros viejos, o quedar extraviado por horas en los mercados de inspiración persa, para encontrar en ediciones Nascimento (Hijo de ladrón, 1951), Zig-Zag (Mejor que el vino, 1958 y Sombras contra el muro, 1964), o Sudamericana (La oscura vida radiante, 1971) las mencionadas cuatro novelas fundamentales de Rojas.

Nacido en Argentina, llega a Santiago de Chile en abril de 1912 (por segunda vez, según cuenta Rojas en su "Breve Biografía") a los dieciocho años se hizo anarquista, iba de oficio en oficio, sin casa fija, casi "donde le agarrara la noche"; vagando y leyendo sin parar se forjó su espíritu. Su primer acercamiento al oficio de literato fue en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, con don Samuel Lillo y su programa de lecturas y recitaciones. Para contextualizar un poco, "El Peda" como se le conoce al Instituto Pedagógico, ha sido la casa académica de Pablo Neruda (estudiante de pedagogía en francés), Nicanor Parra (estudiante y luego profesor en matemáticas), Fernando Alegría (profesor de filosofía y castellano) y de Óscar Hahn (escritor que en sus años mozos "en el Peda" irradiaba rebeldía, fugaz preso político y exiliado bajo la dictadura en 1973, Hahn es mi poeta preferido y gran amigo), claro que con diferencias generacionales de por medio. Se puede decir que Neruda es contemporáneo de Manuel Rojas; ambos mueren en 1973, Rojas el 11 de marzo, Neruda el 23 de septiembre. En la revista Juventud núm. 15, de agosto de 1921 (editada por la Federación de Estudiantes de la U de Chile), Pablo Neruda escribe: "noble serenidad del verso de Manuel Rojas. Parece que brotara desde el fondo mismo de un alma macerada en la belleza, sabía exprimir de sí misma, un divino y puro licor de poesía". Otro indicio por el que me permito declarar contemporáneos a Rojas y Neruda son las memorias Confieso que he vivido: "Manuel Rojas llegaba hace poco de la Argentina, después de muchos años, y nos dejaba asombrados con su impotente estatura y sus palabras que dejaban caer una suerte de menosprecio, orgullo o dignidad. Era linotipista." Es la época de Crepusculario (1923) y vino tinto; a pesar de que Neruda considera a Rojas "de una generación más antigua", creo que llegó más tarde, para él, su primer libro: Hombre del sur (1926) y el reconocimiento nacional. Pasa algo similar entre Gabriela Mistral, Neruda y Manuel Rojas: su literatura es despolitizada en los ministerios de educación, a nivel básico son mencionadas algunas páginas escogidas, por su poco contenido político. Afortunadamente existen espacios de ruptura; en Argentina la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo ha reivindicado desde la academia a los escritores y luchadores sociales de nuestra amada América y del otro lado de la cordillera, en Santiago de Chile, la Universidad Popular Manuel Rojas ("el nombre de este proyecto no es antojadizo. Manuel Rojas fue un hombre que no tuvo educación formal. Se educó en las sociedades de resistencia, los ateneos obreros y los centros de estudios sociales que existían en el Chile de los años veinte" ("Educación subversiva", por Alejandra Delgado, revista Rocinante, sep/03), ambas contestatarias, analíticas del modelo neoliberal impuesto en las respectivas dictaduras. El último dato que me permito, para esta cita con la memoria, viene de 1985. En Argentina, el crítico literario Volodia Teitelboim presentaba en la Feria del Libro porteña su biografía Neruda (Losada) y junto al escritor argentino David Viñas hicieron un homenaje póstumo a Manuel Rojas, por la tragedia de su pueblo en general y contra su familia en particular: "Su nieta, Estela Ortiz Rojas perdió a su padre, el historiador Fernando Ortiz, a manos de Pinochet. Fue secuestrado, asesinado, vaciado su cuerpo para que no flotara y arrojado al Pacífico. Y la semana pasada degollaron a su marido, José Manuel Parada. Manuel Rojas vivió muchos dramas personales, pero ninguna de estas tragedias." Por todo esto, trato de explicar la importancia de Manuel Rojas en la literatura chilena, su persecución, lo mismo bajo la traición de González Videla (1946 al 52) y contra su familia, bajo la tiranía del chacal Pinochet (1973 al 90), que de los libros; ellos se encargan de hablar por sí mismos y de a poco se abren los obstáculos de la censura y el anonimato. Qué orgulloso estaría Manuel Rojas de su hija Paz, incansable defensora de los derechos humanos desde 1973, presidenta en la actualidad de la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (CODEPU), integrante de la Comisión Ética Contra la Tortura (logrando, el reconocimiento oficial del Informe sobre Prisión Política y Tortura, por parte del presidente Ricardo Lagos en diciembre de 2004: 35 mil testimonios de tortura, de las 500 mil víctimas del fascimo pinochetista). Don Manuel y la doctora Paz Rojas han tejido un puente entre el anarquismo literario y la defensa de los derechos humanos. Mil gracias a los dos, por su ejemplo y, sobre todo, por lo que nos han entregado ambas almendras del Sur. Al final valieron la pena tantos oficios.