Usted está aquí: sábado 9 de julio de 2005 Cultura Eduardo Mata, romántico

Juan Arturo Brennan

Eduardo Mata, romántico

Podría parecer contradictorio, pero el músico plenamente moderno y actual que fue Eduardo Mata (1942-1995) tuvo una notable vertiente romántica, parte de la cual se puso de manifiesto en estos días a través de su propia música. La Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM), la orquesta de Mata en más de un sentido, recordó a Mata el compositor en su décimo aniversario luctuoso, con tres ejecuciones de su Segunda sinfonía, designada como Romántica por el autor.

Contra lo que algunos melómanos perspicaces pudieran haber supuesto a priori, no se trata de una sinfonía contemporánea con algunos ornamentos románticos tópicos; por el contrario, es una sinfonía romántica cabal, en toda la extensión del término, surgida de la pluma de Eduardo Mata como un ejercicio académico de estilo sobre los parámetros decimonónicos del género.

Así, la Sinfonía romántica de Mata surge como resultado de una de sus fases de aprendizaje y trabajo en el Taller de Composición fundado y dirigido por Carlos Chávez y, como ejercicio de estilo, resulta impecable.

La audición de la obra permite apreciar, en lo general, que Mata se apegó con rigor y disciplina al modelo que asumió como referencia; ese modelo es Johannes Brahms, y la aproximación de Mata es tan eficaz que la Sinfonía romántica ''suena a Brahms" de principio a fin. Si bien es cierto que Mata no cita textualmente materiales melódicos de Brahms, su trazo de los temas sinfónicos es tan fiel a su fuente que por momentos el oyente cree estar escuchando alguna obra desconocida del gran compositor hamburgués.

Por otra parte, la estructura misma de la sinfonía no podía ser más tradicional, y en ella se reconocen con claridad los sólidos modelos formales que utilizaron en su producción sinfónica los más grandes compositores del siglo XIX. Si los temas generados y desarrollados por Mata son plenamente brahmsianos, también lo es la eficaz orquestación propuesta por el compositor, que en su tendencia a privilegiar los registros instrumentales oscuros se acerca a Brahms también por la vía del timbre.

Ahora bien, si el oyente atento reconoce que esta Sinfonía romántica de Mata está habitada fundamentalmente por el espíritu de Brahms, también puede apreciar aquí y allá referencias diversas a otros compositores, todos ellos pertenecientes en lo general a la misma corriente estética. Así, la obra tiene algunos puntos de contacto con Schumann, ciertas sonoridades que parecen provenir de Mendelssohn e, inclusive, un par de fugaces referencias sonoras a Wagner.

De manera más específica, si los dos movimientos exteriores de la Sinfonía romántica son los que más se apegan al estilo de Brahms, en los dos movimientos centrales este sello está combinado con el perfil arquitectónico de Bruckner (en el Lento cantabile) y con el impulso motor de Dvorák (en el Allegro molto que hace las veces de scherzo).

La síntesis de todos estos elementos, realizada con mano segura y oficio notable por Mata, ha dado origen a una sinfonía que cumple cabalmente con dos objetivos: como ejercicio académico es una obra redonda y completa, de notable artesanado, y como trabajo de creación, es una sinfonía altamente disfrutable. ¿Qué más se puede pedir?

La reciente audición de la Sinfonía romántica de Eduardo Mata (reinterpretada ahora por primera vez desde su estreno en 1963) me lleva a estas dos consideraciones:

1. Con todo lo que pueden tener de aburridos los ''caballitos de batalla", ésta era la ocasión propicia para echar mano de algunos de ellos y atraer públicos más numerosos. Ninguno de los tres conciertos dirigidos por Zuohuang Chen (dos en la Sala Nezahualcóyotl, uno en el Palacio de Bellas Artes) tuvo la presencia abundante de melómanos que hubiera podido esperarse, dada la circunstancia, el personaje, la ocasión y la música, y ello se debió en buena medida a que las obras que complementaron los programas no son especialmente populares. Claro, la desmemoria también jugó un papel evidente en esta situación.

2. A la luz de lo escuchado, bien valdría la pena rescatar otras obras académicas análogas (del propio Mata y de otros compositores mexicanos) para descubrir mediante ellas, por una parte, líneas de conducta creativa insospechadas y sugestivas y, por la otra, instructivas aproximaciones al desarrollo de las herramientas del oficio. Pienso, por ejemplo, en la Sinfonía clásica de Mata, o en la muy atractiva Sinfonía modal de Mario Lavista, que conocí hace unos años a través de una añeja grabación en concierto que permanece olvidada y arrinconada en la discoteca de Radio UNAM.

 
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