Usted está aquí: sábado 9 de julio de 2005 Economía Normas ISO pueden ser usadas para proteccionismo de países desarrollados

Plantea especialista un observatorio ciudadano que atenúe efecto en naciones pobres

Normas ISO pueden ser usadas para proteccionismo de países desarrollados

Menos de 1% de las empresas registradas ante el IMSS cumplen estándares internacionales

DAVID ZUÑIGA

Ampliar la imagen Entrevista con el polit�o Mauricio Salda�n las instalaciones de La Jornada FOTO Jos�arlo Gonz�z Foto: Jos�arlo Gonz�z

Las normas ISO, que en todo el mundo son percibidas como sinónimo de calidad, pueden convertirse en un instrumento de proteccionismo económico en favor de los países más desarrollados y perpetuar el atraso de las naciones en desarrollo, advirtió Mauricio Saldaña, autor del libro La Organización Internacional de la Estandarización. ¿Hacia un estándar global?

En entrevista, el especialista en temas de calidad y profesor de la Universidad de Oriente (Puebla), sostuvo que la ISO, con sede en Ginebra, Suiza, es un organismo que reproduce algunos vicios de otras instituciones como la Organización Mundial de Comercio (OMC), pues funciona como una especie de gobierno supranacional que no rinde cuentas a los países afectados por sus decisiones.

En cuanto a las empresas mexicanas, el investigador señala que la gran mayoría está "en el peor de los mundos posibles", pues apenas unas 2 mil 500 (menos de uno por ciento de las registradas ente el IMSS) cumplen estándares internacionales de calidad, y la gran mayoría son trasnacionales o exportadoras.

Saldaña Rodríguez explica que la ISO agrupa a la mayoría de los países del mundo, tiene una asamblea, un secretariado internacional y "un ejército" de expertos en sus comités y subcomités técnicos capaces de generar alrededor de 70 normas al mes.

En total, agrega, la ISO tiene alrededor de 15 mil normas que abarcan los más diversos ámbitos, desde controles de calidad hasta características de productos, procesos productivos y administrativos.

El catedrático señala que luego de seis años de investigación y de consultar fuentes de 16 países llegó a la conclusión de que la certificación ISO no es sinónimo de calidad ni de satisfacción del cliente, pues sólo acredita el cumplimiento de una norma específica. "Hay empresas que no tienen certificación ISO pero crean productos de excelencia porque trabajan con procesos de mejora continua; en cambio, podemos tener organizaciones que estandarizan basura".

Además, existen dudas sobre quién observa y regula las actividades de la ISO. "Aunque hay una asamblea formada por representantes de diferentes países, la realidad es que la ISO no está monitoreada por un organismo ciudadano. Esto es relevante porque se trata de un asunto de seguridad humana que nos afecta a todos".

Según Rodríguez Saldaña, la ISO no puede sustraerse a las pugnas geopolíticas y por ello necesita un órgano ciudadano de vigilancia que evite conflictos de interés o que las normas se utilicen para justificar la creación de barreras no arancelarias al libre comercio, en beneficio de los países desarrollados, de sus industrias o de trasnacionales.

"Bien manejada, la ISO puede ser un vehículo de progreso, de mejora del comercio, de la calidad de los productos, y de los procesos industriales. En esa parte estoy totalmente de acuerdo con la organización y con la justificación técnica de su creación, pero hay que llamar la atención en la parte que corresponde al poder y la autoridad. El problema no son las normas, sino su uso como instrumento de dominación".

Las normas ISO son de cumplimiento voluntario; sin embargo, la obligatoriedad la imponen los clientes o el mercado. "Esto implica el riesgo de que surjan cárteles que sólo acepten productos certificados para borrar a los competidores pequeños que no pueden pagar el proceso de certificación. Así, las ventas de un país pobre de Africa se enfrentarían con una enorme cantidad de normas -que además aumentan y se actualizan constantemente- para poder entrar a los mercados internacionales".

El observatorio ciudadano, añade el investigador, debe tener la capacidad de establecer junto con la OMC mecanismos que atenúen los efectos de las normas en los países pobres "para que no se les aplique el mismo rasero que a los industrializados". Hay naciones en desarrollo, agregó, que invierten grandes sumas en crear organismos certificadores, en capacitar personal y en crear infraestructura para cumplir normas ISO; a costa de invertir menos en salud, educación, alfabetización y combate a la miseria.

"Esto agrava las asimetrías geopolíticas entre los países industrializados que cuentan con una amplia variedad de instrumentos y aquellos que no tienen infraestructura ni personal para operar estos sistemas".

 
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