Usted está aquí: viernes 8 de julio de 2005 Opinión Enunciar la igualdad es denunciar la desigualdad

Gabriela Rodríguez

Enunciar la igualdad es denunciar la desigualdad

El 11 de julio se celebra, como cada año, el Día Mundial de la Población, y en esta ocasión el Fondo de Población de Naciones Unidas ha definido la igualdad como tema central.

Proclamar hoy la igualdad equivale a refundarla como derecho humano, porque los derechos no son sólo mero objeto de una declaración; sin embargo, parte de su esencia está en declararlos. Enunciarlos es también denunciarlos por lo que en este Día Mundial de la Población reconocemos que el presente se caracteriza por un profundo conjunto de desigualdades.

La sombra de la desigualdad social ensombrece a toda la humanidad, ya nos lo dijeron cantando desde diferentes puntos del planeta los rockeros el sábado pasado, y ya lo señaló muy bien Kofi Annan, secretario general de las Naciones Unidas, en relación con las Metas del Milenio, ese compromiso mundial por reducir a la mitad la pobreza extrema y el hambre para el año 2015: es necesario revitalizar la esperanza de los pueblos y extender a todas las personas la libertad para vivir sin miseria, la libertad para vivir sin temor, y la libertad para vivir con dignidad.

Efectivamente, ni toda las Naciones Unidas, que han construido durante seis decenios una agenda para el desarrollo, ni el modelo económico imperante han garantizado los derechos económicos y sociales para todos y todas ni tampoco la paz ni un medio ambiente saludable.

Hoy las tensiones alcanzan un punto máximo, se trata de un sistema que con dificultad puede admitir explícitamente el grado extremo de desigualdad social que impera en el planeta.

La incapacidad de detener la invasión de Irak vulneró la credibilidad de la Organización de las Naciones Unidas, la cual está en pleno proceso de una reforma indispensable, pero también es necesario fortalecer los estados, romper la inercia por desmantelarlos y, por el contrario, engrandecerlos para que puedan ser garantes de los derechos humanos.

En nuestro país el rezago en las políticas de población se concentran en quienes siguen excluidos de esos derechos:

* Las mujeres más pobres, quienes no deciden sobre sus cuerpos ni sobre sus comunidades ni gobiernos.

* Las madres que mueren por cáncer, por embarazo, parto y aborto.

* Niñas y jóvenes que no tienen acceso a la enseñanza media ni a la seguridad social, pero que son el grupo demográfico de mayor proporción.

* Madres adolescentes con embarazos que no son deseados.

* Esposas víctimas de la violencia económica, sicológica, sexual y física.

* Jóvenes que mueren en accidentes o infectados por VIH/Sida.

* Jóvenes y adultos que tienen que abandonar su comunidad para emplearse en las ciudades,

* Cientos de miles que tienen que aventurarse y atravesar la frontera norte del país para cubrir sus necesidades básicas, para ayudar a sus familias y a su comunidad de origen, renunciando a sus derechos laborales.

* Ancianos y ancianas que han perdido redes familiares y que no cuentan con recursos para sustentar dignamente su vejez, a pesar de las claras proyecciones de crecimiento de este grupo.

* Mujeres indígenas que además de sufrir discriminación de género, de condición económica y racial, no han sido escuchadas en la necesidad de recuperar su cosmovisión, que es lo más nuestro y lo más cercano al equilibrio de la naturaleza y de las sociedades.

Los y las homosexuales son otro grupo que no ejerce sus derechos humanos. Como dice Ciorán: "El límite de cada dolor es un dolor aún mayor".

Quiero terminar mencionando el caso de Octavio Acuña, joven sicólogo activista de 28 años que fue asesinado de seis puñaladas hace unos días en Querétaro, después de quejarse ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos, donde fue rechazada su solicitud de medidas cautelares para su protección y no obstante haber narrado públicamente las amenazas de muerte que había recibido de policías homofóbicos que venían acosándolo a él y a su pareja gay, atacando su centro de promoción y prevención de salud sexual.

 
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