La
fijación mamaria
Elevados
al pedestal de los iconos, los pechos femeninos son la encarnación
del deseo, la región más visible y estereotipada de las representaciones
de la feminidad. Objetos eróticos y símbolos de la maternidad
o de la “patria”. Por
Rocío Sánchez
Unas
simples mamas. Órganos que todas las hembras de mamíferos
poseen para alimentar a su descendencia. La diferencia la hacen los seres
humanos, única especie que tiene los pechos inflamados, aun cuando
no está lactando. Símbolos de fertilidad, dicen algunos naturalistas,
razón que los carga de significado muy orientado a la maternidad.
Sin embargo, es indudable que las terminales nerviosas que recorren su
geografía los hacen muy sensibles a la estimulación, lo que
les da su carácter erótico, resultado de la construcción
social. Muchas mujeres buscan tener los pechos más grandes o más
pequeños o más firmes o más redondos o más
altos: “perfectos”. ¿Por qué? Su función
fisiológica es sólo amamantar.
En las primeras civilizaciones los pechos simbolizaban la capacidad fértil
de las mujeres, pero eso no era obstáculo para que las mujeres egipcias
resaltaran con tonos azules las venas de sus pechos y pintaran de dorado
sus pezones. Con la llegada del cristianismo, esos órganos adquieren
carácter sagrado. Aunque María aparece en innumerables imágenes
amamantando a su hijo, Jesús, ella fue siempre virgen, lo que mantiene
cualquier representación de su cuerpo alejada del pecado capital
de la lujuria: lo que es puro no puede ser contaminado por el placer.
En el Renacimiento llega una mayor aceptación del placer sexual,
por lo que los pechos son reconocidos plenamente como elementos eróticos,
refiere la antropóloga Elsa Muñiz, especialista en estudios
de la mujer de la Universidad Autónoma Metropolitana, en entrevista
con Letra S. “En esa época se consideran bellos los pechos
pequeños, muy redondos y muy altos. En algunas pinturas aparecen
dos mujeres: una de ellas amamantando —la nodriza— con un pecho
muy voluminoso, y junto a ella otra mujer —la madre— con un
pecho pequeño, redondo, lo que indica que está dedicada al
erotismo”.
Pero los pechos no sólo han sido maternales y eróticos, sino
también políticos. En la Revolución Francesa, el símbolo
de la patria es una mujer con el torso desnudo. El amamantar, incluso,
se convirtió en un acto de propaganda contra la aristocracia que
contrataba nodrizas. “Sí, son símbolo de libertad,
pero la imagen se refiere a lo materno. Las madres durante el fascismo,
las madres mexicanas de la posrevolución, todas tienen el papel
de participar como reproductoras de los nuevos ciudadanos”.
El primer momento histórico que los pechos protagonizaron, desde
y para las mujeres, fue, dice la especialista, la quema de brassieres de
las feministas de los años sesenta. “Simbolizó la liberación
de las mujeres de una sexualidad impuesta, además de la rebeldía
contra la industria de la moda que nos mete en un modelo de mujer”.
Sólo un poco antes, en la década de los cincuenta, los sustitutos
de leche materna dieron un nuevo giro a la historia de los pechos como órganos
de nutrición.
Zonas placenteras
Desde niñas comienza la angustia por el crecimiento de los pechos,
pues es uno de los signos que distinguen a los sexos. “La mayoría
de las adolescentes que me consultan se sienten incómodas cuando
les crecen los pechos”, comenta el médico y sexólogo
clínico David Barrios, autor del libro Resignificar lo masculino,
entrevistado por Letra S. “Cuando esa parte de su cuerpo comienza
a notarse, se vuelven objeto de agresiones o de burlas, incluso por parte
de su familia, por lo que la mayoría trata de negarlos, ocultarlos”.
Nos dicen que son importantes, pero no queda muy claro por qué.
Una explicación podría ser la que nos da el terapeuta: “Nos
enseñan que los pechos, el clítoris y las orejas son las
zonas erógenas femeninas por excelencia. Sin embargo, es importante
recordar que no existen zonas erógenas universales”.
Muchas mujeres, en efecto, sienten mucho placer en los pechos o en
los pezones, pues se trata de una zona rica en terminaciones nerviosas.
Pero
para otras resulta desagradable, incluso dolorosa. Para colmo, los
varones suelen aprender a tocarlos con tosquedad, lo que no es
placentero para
todas. Tal como lo explica Barrios, el error es pensar que existen “botones
del placer” con los que la persona se excitará automáticamente.
La preocupación que los pechos provocan a sus propietarias se puede
comparar con la importancia que los hombres le conceden a su pene. “Los
valoran incluso más que a su vulva. Para muchas mujeres los pechos
son motivo de cuidado y de exaltación, mientras que la vulva es
algo que han aprendido a conocer como un recoveco oscuro, vergonzante o
pecaminoso”.
La lucha contra el estereotipo
“
No siempre la naturaleza proporciona a cada quien lo que quiere, cuando
esto sucede siempre queda el recurso de acudir a un cirujano plástico
calificado para resolver el problema”, sostiene, en su portal de
Internet, la Asociación Mexicana de Cirugía Estética,
Plástica y Reconstructiva. Pero, ¿es realmente un problema?
Bajo el bombardeo de las imágenes publicitarias, pocas chicas dudarían
en operarse los pechos para “ponerlos en su lugar”. México
es, según la Secretaría de Salud, el segundo país
que más cirugías estéticas realiza después
de Estados Unidos. Las prótesis de pecho son la segunda operación
más solicitada detrás de la liposucción.
Si, después de meditarse, la idea de los implantes sigue rondando,
hay que conocer los riesgos. Las prótesis de solución salina
son las más recomendables, pues las que contienen silicón
están prohibidas en Estados Unidos y otros países desde 1992.
No obstante, en México no hay restricción alguna para
utilizarlas.
Las consecuencias de la cirugía pueden ir desde la pérdida
de sensación, dolor, irregularidades en la piel, infecciones o sangrado,
hasta la ruptura del implante, asimetría en el tamaño
del busto o los pezones, tejido muerto alrededor del implante, flacidez
o
rechazo del organismo.
Las prótesis también podrían interferir al realizar
una mastografía, estudio que se realiza para detectar el cáncer
de mama, que es el segundo más mortal en las mujeres mexicanas después
del cervical. De acuerdo con un estudio del Instituto Nacional de Salud
Pública, para el año 2010 la tasa de mortalidad por cáncer
de mama podría alcanzar 13.5 por cada 100 mil mujeres de 15 años
y más, y habría 4 mil 600 defunciones anuales.
Si tanto apreciamos nuestros pechos, de los 20 a los 39 años hay
que hacerse un examen de ultrasonido mamario cada tres años. Después
de los 40 se debe realizar una mastografía anual. En ambas etapas,
es necesario autoexaminarse ambos pechos cada mes, en busca de alteraciones
que se puedan observar o sentir.
Soluciones sanas
Las mujeres todavía se relacionan con sus propios cuerpos negándolos,
opina Elsa Muñiz. Esto puede ser producto de la modernidad, de la
idea de separación del cuerpo y la mente, colocando a ésta
como lo bueno y a lo corporal como “sucio”. “La mercadotecnia
y el ideal de belleza tienden a cosificar a las mujeres, y no sólo
eso, sino que nosotras nos estamos asumiendo como cosas”, considera
la especialista.
Para evitar que las más jóvenes cedan ante el modelo de belleza
publicitario, David Barrios recomienda que las adolescentes expresen abiertamente
su angustia ante los cambios que sufre su cuerpo. “El tamaño
de los pechos es muy importante para las chavas, pero a veces ni siquiera
es necesario recurrir a transformaciones quirúrgicas porque es un
proceso transitorio: hoy me preocupa, pero más adelante, cuando
acaben de crecer mis pechos y me adentre en la vida social, quizá ya
no sea tan importante”.
Por esto Sydney Boss Singer y Soma Grismaijer, autores del libro Dressed
to Kill: The link between breast cancer and bras (Vestida
para matar: la conexión entre el cáncer de mama y los brassieres) señalan: “Cuando
una mujer aprende a tratar sus senos como objetos que mejoran su apariencia,
ellos dejan de pertenecerle y pasan a ser de sus observadores. En consecuencia,
esta mujer se enajena de su propio cuerpo”.
Para
más información visita las siguientes páginas:
www.mexfam.org.mx
www.creatividadfeminista.org/articulos/sex_2003_tetas.htm
www.preventcancer.org
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Un
autoexamen de los senos consta de los pasos siguientes: |
1 |
Con
los dedos planos, palpa sobre toda la superficie de cada pecho,
buscando bultos, hundimientos o endurecimientos. |
2 |
Obsérvate
en el espejo, primero con
los brazos a los lados, luego con las manos sobre la cabeza y finalmente
presionando firmemente con las manos sobre las caderas para tensar los
músculos del pecho. Busca diferencias en el tamaño y la forma,
hinchazón o hundimientos. Es normal que ambos pechos sean ligeramente
diferentes entre sí. |
3 |
Toca
tus pechos con los dedos en sentido de espiral comenzando en el
pezón y continuando hacia fuera, hasta la axila. |
4 |
Acostada,
repite el paso anterior, con
una almohada pequeña debajo del hombro del pecho a inspeccionar. |
5 |
Sentada,
oprime el pecho con la mano del lado contrario. Después,
aprieta suavemente el pezón de cada seno para asegurarte
de que no sale ningún líquido. |
6 |
Si
observas o detectas alguna bolita, dureza o irregularidad, debes
acudir
de inmediato al médico para una
revisión y, de ser necesario, realizar
un ultrasonido o mastografía. |
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