Usted está aquí: viernes 24 de junio de 2005 Espectáculos Carlos Gardel, un mito intacto a 70 años de su fallecimiento

Hay quienes aseguran que ''cada día canta mejor''

Carlos Gardel, un mito intacto a 70 años de su fallecimiento

AFP

Montevideo, 23 de junio. Carlos Gardel, aclamado con pasión por multitudes en las dos décadas que antecedieron a su muerte el 24 de junio de 1935, es hoy 70 años después, un mito que se mantiene intacto dando sustento a quienes, sin pudor, repiten una y otra vez que "cada día canta mejor".

Sus mil 500 grabaciones se repiten en las radioemisoras de tres continentes, la veintena de películas todavía ocupan sitio -marginal- en las programaciones televisivas, pese a la calidad decadente tras tres cuartos de siglo, y su tumba es sitio de peregrinaje ininterrumpido, al igual que los museos que le fueron dedicados en varios países.

Gardel es aquel que llevó el tango desde los suburbios de las ciudades rioplatenses hasta Nueva York, previa y exitosa escala en los Campos Eliseos parisinos. Es también símbolo del amor al turf, y el éxito irresistible con las rubias platinadas de los Años Locos del período entre las dos guerras mundiales.

Pero es también la pasión de los coleccionadores, la caricatura permanente rodeada de filigranas en los autobuses y camiones de Buenos Aires, el furor permanente por el tango en Bogotá, donde cantó por última vez, y es la imagen del playboy protohistórico enfundado en smoking, con cigarrera de oro y bebiendo a raudales.

La devoción popular le ha hecho ganar decenas de sobrenombres, algunos superlativos y otros irónicos, algunos poéticos. Lo llaman El Mudo, El Mago o el Zorzal criollo. Pero para todos es Carlitos.

Dos decenas de películas, centenares de grabaciones musicales, interminables giras de años y años por toda América Latina, Europa y Nueva York, miles de presentaciones en cabarets, clubes nocturnos, auditorios radiales y teatros, forjaron el mito del cantante de tangos, latin lover, playboy, galán.

Y la muerte imprevista en un accidente de aviación cuando estaba en la cúspide de su fama, con la voz y la estampa intactas, le ahorró la lenta decadencia de la vejez y lo fijó en la memoria colectiva en su mejor momento.

 
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