Usted está aquí: domingo 19 de junio de 2005 Cultura La novela Alonso Mariano es un ejemplo de dignidad: Montemayor

El trabajo de Ismael García Marcelino, historia de un conflicto en la identidad purépecha

La novela Alonso Mariano es un ejemplo de dignidad: Montemayor

Destaca el compromiso con un pensamiento político, social, histórico y antropológico

El autor cuestiona los efectos desintegradores del indigenismo anacrónico: Gregorio Regino

ARTURO JIMENEZ

El escritor y lingüista Carlos Montemayor destacó "la dignidad de la vida humana" desplegada por el narrador Ismael García Marcelino en su novela Alonso Mariano, una historia bilingüe en castellano y purépecha sobre la pérdida y recuperación de la identidad indígena.

Montemayor elogió que esa novela esté "profundamente comprometida con un pensamiento político, social, histórico y antropológico", pues "no siempre ocurre que en los escrito- res mexicanos haya ese compromiso para entender procesos sociales que constituyen una ventana humanística de nuestra realidad".

Con la participación de Montemayor, Juan Gregorio Regino, David Chávez Rivadeneyra, Frida Villavicencio, Teresa Blanco y el autor, Alonso Mariano fue presentada la noche del jueves en el Museo Nacional de Culturas Populares.

El autor de Guerra en el paraíso resaltó además que la obra de García Marcelino aborda terrenos tan importantes como el de la función de la educación en el presente.

"Es una formación cultural que no necesariamente tiende a cohesionar las estructuras sociales del país sino a desintegrarlas. La novela muestra cómo un mismo proceso educativo puede llevar a la consolidación y retorno de las comunidades indígenas y a su desintegración mediante las estructuras de los partidos políticos."

Pero esa obra, agregó, también aborda un fenómeno que quizá los mexicanos urbanos no llegan a calcular en su importancia para el desarrollo político del país: las casas de estudiantes.

"En el caso de Michoacán la casa del estudiante tiene una función primordial como formación política de los jóvenes, como consolidación política de los cuadros activistas de las comunidades indígenas que se concentran en esas casas, donde se asegura su subsistencia para poder desarrollarse educativa, política y socialmente."

Consideró además que la novela contiene planteamientos de discusión política, educativa, pedagógica, social, nacional y regional que la convierten en un "documento excepcional", no sólo desde el punto de vista literario sino histórico y político.

"Con ello se demuestra que los cantantes, poetas y músicos no solamente sabemos reír, cantar, hacer música y bailar, sino que esa capacidad y vitalidad de nuestros pueblos y regiones constituyen la energía y la savia para descubrir el corazón de nuestra cultura más cercana, de nuestras comunidades originales y de nuestra identidad más profunda, la cual nos lleva a reconocernos como algo fundamental: seres humanos irremplazables."

Por eso Montemayor compartió: "Celebro la dignidad de la vida humana desplegada en esta novela, celebro la inteligencia de Ismael García Marcelino, su seriedad y compromiso. Estoy sorprendido de buena fe por la altura y la grandeza que esta novela alcanza".

Golpes en el alma

El poeta mazateco Juan Gregorio Regino comentó que el protagonista de Alonso Mariano es un purépecha contemporáneo que experimenta los contrastes entre la comunidad donde nació y la ciudad, "dos culturas que viven en él en constante contradicción".

El autor de Que siga lloviendo dijo que el pensamiento de ese personaje "está absorbido por la cultura dominante y su corazón no puede apartarse de su pueblo, de las fiestas, las comidas, la amistad, la familia y los padres".

Y más adelante: "Ismael García Marcelino cuestiona los efectos desintegradores del indigenismo anacrónico que sigue presente en las comunidades indígenas y en las instituciones, denuncia la discriminación que se ha institucionalizado en las escuelas oficiales indígenas y no indígenas, el encierro, el maltrato, la corrupción, los golpes en el alma, la soberbia de los maestros.

"Desde muy temprana edad la educación se erige como arma etnocida para oprimir, destruir, desintegrar y terminar con la cultura propia". Pero también dijo que la modernidad "no es el suicidio" de las culturas indígenas.

"Alonso Mariano, como muchos indígenas, ha reconciliado en su ser dos mundos, dos visiones, dos lenguas, dos realidades, lo que le permite interactuar con los suyos y con los otros."

 
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