Usted está aquí: miércoles 15 de junio de 2005 Opinión Dios está en los detalles

Javier Aranda Luna

Dios está en los detalles

Si yo creo en Dios, ¿el Estado debe financiar mi fe y sus consecuencias? Mi vecino que cree en un Dios distinto, ¿puede exigir lo mismo? ¿Y los fieles de otras devociones? Los católicos, los metodistas, los cuáqueros, los musulmanes, los anglicanos, los testigos de Jehová, los de la Luz del Mundo, los mormones, los sintoístas, los devotos de la Santa Muerte, ¿tendrán derecho a pedir lo mismo?

¿Será válido apoyar instituciones religiosas con dinero público? ¿No son suficientes los recursos destinados a conservar las decenas de iglesias coloniales?

No es improbable que los recursos públicos resulten insuficientes en esa ardua tarea de conservación (¿cuánto se habrá invertido en la restauración de la Catedral?). Pero si cualquier presupuesto será insuficiente para esos menesteres, algo tendremos que sacrificar si se decide apoyar un proyecto más.

Pero, ¿será que nuestros recintos culturales, nuestros centros de investigación y docencia, nuestras bibliotecas y archivos gozan de cabal salud como para apoyar a instituciones no públicas?

Me pregunto todo lo anterior porque se cedió, bajo el régimen de comodato, a la Asociación del Patrimonio Artístico Mexicano, AC, que encabeza el presbítero Armando Ruiz Castellanos, el antiguo oratorio de San Felipe Neri el viejo.

El inmueble se encuentra ubicado en la calle República de El Salvador 47, Centro Histórico, a un lado de la espléndida Biblioteca Lerdo de Tejada que, además de libros y periódicos, alberga, entre sus muros, los estupendos murales de Vlady.

En ese inmueble, ocupado hasta hace una semana por la Dirección de la Banca de Desarrollo de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, se construirá el Instituto Manuel Toussaint, ''centro ecuménico para la conservación y promoción del patrimonio artístico" inspirado en asuntos religiosos. Conforman su consejo directivo el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, y una serie de ''personajes del mundo de la cultura y expertos en la materia".

¿Quiénes serán esos expertos en la cultura y el arte religioso? ¿Los sacerdotes que arremetieron con morralla seudo académica contra el poeta Octavio Paz por su obra Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. Tendrán algún lugar los expertos que más que promover ocultan algunos de los poemas más importantes del extinto padre Manuel Ponce? ¿Analizarán y divulgarán por ejemplo su estupendo ''Ciclo de las Vírgenes"? ¿Tendrá sitio la admirable serie de Cristos de Manuel González Serrano?

¿Será posible que se analice en ese instituto de manera estrictamente estética la obra de Manuel Larrosa? ¿Formarán cuadros de restauradores profesionales para coadyuvar en la conservación de todo ese arte sacro desperdigado en cientos de iglesias? ¿Promoverán el rescate de inmuebles utilizados por congregaciones no católicas?

¿Cómo garantizará el Instituto Manuel Toussaint su carácter ecuménico? ¿Los judíos tendrán cabida? ¿Los musulmanes? ¿Los pentecosteces, a cuyos hijos en varios estados del país se les impide asistir a la escuela pública por sus creencias diferentes a la fe católica? ¿Tendrán un proyecto específico para rescatar la artesanía de Ocumichu que se encuentra en franca extinción?

Me pregunto todo lo anterior porque, como decía el poeta, ''Dios está en los detalles".

 
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