Usted está aquí: lunes 13 de junio de 2005 Economía MEXICO SA

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Pobres más pobres y ricos más ricos con la economía del cambio

Con Rancho San Cristóbal se expiarían culpas

UNA DÉCADA ATRAS, LOS primeros resultados tangibles del neoliberalismo en México asombraban a propios y extraños, aunque cada uno de ellos por razones distintas, según la rebanada del pastel que les correspondiera: el 10 por ciento de la población más rica del país concentraba casi 38 por ciento del ingreso total, mientras el 10 por ciento más pobre debió conformarse con 1.58 por ciento.

DIEZ AÑOS DESPUÉS, aparentemente ya nadie se extraña del suceso aunque el asombro cada vez es mayor: en 2004, el 10 por ciento de la población más rica del país concentró 42.1 por ciento de dicho ingreso. No es posible referir el comparativo con el 10 por ciento de la población más pobre, porque de forma por demás mañosa el INEGI -encargado de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (en este caso la correspondiente a 2004)- amontonó a 60 por ciento de la población nacional en un solo estrato de ingreso, mientras los resultados para el segmento más rico los presentó a la usanza tradicional, es decir, por decil.

A PESAR DE LAS MAÑAS del organismo gubernamental (las cuales hacen suponer que los resultados para los más pobres en el renglón descrito son por demás desastrosos) en esa década la tendencia en la repartición del ingreso en México muestra una caída para 60 por ciento de la población, un alza sostenida para 10 por ciento y estancamiento para el 30 por ciento restante.

SEÑALA EL INEGI EN SU MAS reciente encuesta (2004) que el 60 por ciento de la población (del primero al sexto decil) concentró el 23.4 por ciento del ingreso corriente total, cuando diez años atrás esa proporción superó el 26 por ciento. El 30 por ciento de los mexicanos (del séptimo al noveno) ha visto pasar la vida aferrados a una alcayata, porque su participación en el ingreso pasó de 35.3 por ciento una década antes a 34.5 por ciento en 2004. En cambio, el 10 por ciento más rico (el décimo decil) pasó de poco menos de 38 por ciento a 42.1 por ciento, justo en el periodo que cierto inquilino de Los Pinos presume como la muestra non plus ultra de los "beneficios" del modelito económico que tanto defiende.

LA UNICA REFERENCIA concreta que hace el INEGI entre el 10 por ciento de la población más pobre y el 10 por ciento de la más rica es la siguiente: los hogares del primer decil tienen un ingreso corriente total trimestral por persona de mil 178 pesos, mientras en los del último decil es de 33 mil 559 pesos, una diferencia de casi 2 mil 750 por ciento, justo en la "nueva época del desarrollo estabilizador" foxista y su "economía humanista".

RECIENTEMENTE LA CEPAL señaló que debido a la mala distribución del ingreso que predomina en los países latinoamericanos, la región se distingue como la más rezagada del mundo en términos de equidad, al constatar el marcado contraste entre la participación en el ingreso del grupo más rico y la del quintil de hogares más pobres. El 20 por ciento de los hogares situados en la parte inferior de la distribución del ingreso capta entre el 2.2 por ciento (Bolivia) y 8.8 por ciento (Uruguay) de los ingresos totales. Por su parte, el quintil superior se apropia de entre 41.8 (Uruguay) y 62.4 por ciento (Brasil) de los ingresos totales. Para el caso mexicano la proporción es cercana a 6 y 50 por ciento, respectivamente.

LA RELACION ENTRE LAS participaciones de ambos quintiles, que sintetiza la enorme brecha existente entre los grupos más ricos y más pobres, revela que aun cuando la desigualdad es heterogénea en los países de América Latina, en casi todos los casos es marcada. Uruguay (áreas urbanas), cuya distribución de ingresos es la más "equitativa" de la región, es el único país en el que la participación del quintil más rico supera en no más de cinco veces a la del quintil más pobre.

EN MÉXICO Y ECUADOR dicho indicador no es muy inferior a 10 veces. En la mayoría de los países, incluidos Argentina (áreas urbanas), Chile, Colombia (áreas urbanas), Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Bolivariana de Venezuela y República Dominicana, la participación del quintil superior excede entre 10 y 16 veces a la del quintil inferior. Los casos en los que este indicador alcanza sus valores más altos son Brasil y Bolivia, donde la relación de la participación de ambos quintiles alcanza 20 y 26 veces, respectivamente.

SUBRAYA LA CEPAL QUE LA persistencia de la pobreza durante los últimos años obedece tanto al bajo crecimiento económico de la región como a un estancamiento o deterioro de la distribución del ingreso. El quinquenio 1998-2002 se caracterizó por tasas de crecimiento del producto por habitante negativas o cercanas a cero en la región, con la única excepción del año 2000, mientras la mayoría de los países registraron deterioros distributivos después de 1997.

DE ACUERDO CON LO ANTERIOR, 96 millones de latinoamericanos (18.6 por ciento del total) se encontraría en situación de pobreza extrema (léase miseria), en tanto que el número de pobres (incluidos esos 96 millones) se estima en 222 millones de personas, el 42.9 por ciento de la población regional.

MAS DE LA MITAD DE la población en extrema pobreza se concentra en tres países: Brasil (25 por ciento), México (14) y Colombia (12). Argentina, Perú y Venezuela participan con 9, 7 y 6 por ciento, respectivamente, del total de la población indigente regional. De estas cifras se desprende que el mayor número de personas afectadas por el fenómeno se encuentra justamente en los países de mayor población, que además son los que han alcanzado un nivel de ingreso por habitante cercano o superior al promedio regional.

SOLO ALREDEDOR DE UN SEXTO de la población en extrema pobreza de América Latina reside en los países de menor ingreso por habitante (Bolivia, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay). Esta característica es fundamental al momento de evaluar la factibilidad de cumplimiento de la meta para la región como un todo, ya que ésta depende en gran medida de la situación en un pequeño conjunto de países y es más bien insensible a lo que sucede en muchos otros, entre ellos, los más pobres.

Las rebanadas del pastel:

SI EL INQUILINO DE LOS PINOS quiere expiar sus culpas, que regale Rancho San Cristóbal a sus colegas de la Iglesia católica, y que deje en paz al patrimonio histórico de la nación.

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