Usted está aquí: martes 7 de junio de 2005 Capital Cultura de la organización vecinal

Fadlala Akabani*

Cultura de la organización vecinal

México se encuentra entre las 10 naciones más violentas del mundo. Aquí ocurren cotidianamente homicidios, narcotráfico, robos, delitos sexuales y un sinnúmero de hechos ilícitos que atentan contra la paz social.

En particular la megalópolis mexicana, al albergar una numerosa población y enfrentar niveles de vida precarios, constituye un terreno fértil para la conformación de bandas que atentan contra la seguridad. Por citar un ejemplo, el total de delitos reportados en el DF durante 2004 alcanzó la cifra de 29 mil 621, según la SSP capitalina.

Si bien el gobierno central ha destinado recursos para los rubros de seguridad, procuración de justicia y capacitación policiaca, todavía falta mucho por hacer, pues el enemigo ha crecido. Se ha propagado vertiginosamente una sólida cultura del delito que ha permeado el modus vivendi de ciertos sectores de la sociedad, sobre todo jóvenes y niños que viven en situaciones de marginación.

Fenómenos como desempleo, migración ininterrumpida, desintegración familiar, drogadicción, dificultades para acceder a los servicios públicos, así como la ausencia de políticas públicas eficaces, han generado la proliferación de bandas de adolescentes. Se han generado en ellos hábitos de comportamiento, valores y lenguaje comunes, coincidiendo sus integrantes por el ínfimo nivel social y la realización sistemática de actos violentos.

Al ser éste un problema originado por diversos factores, debe abatirse a través de la ejecución de múltiples medidas emprendidas por numerosas instituciones, pero sobre todo, con organización ciudadana. No hay que olvidar que el vecino mismo es el afectado directamente por la delincuencia, por lo que se requiere de su participación personal y comprometida para enfrentarla.

Leoluca Orlando, ex alcalde de Palermo, Italia, señala al respecto: "No sólo se combate la criminalidad con el incremento del número de policías, sino con un programa orgánico que involucre a la ciudadanía, la escuela, la empresa, la iglesia, la familia. Es un compromiso de todos. La paz es demasiado importante como para que sea confiada a los ejércitos, la legalidad también es tan relevante como para que la resuelva únicamente la estructura judicial. Por ello, basta un coraje civil que diga: ya basta".

Lo cierto es que transformar las formas de pensar, la educación y la cultura, sobre todo en metrópolis como la ciudad de México, es un hecho tan fundamental como transformar sus ámbitos económico y político. Incluso, este tipo de transformación en la producción y en las esferas de poder tiene que pasar primeramente por la modificación de los procesos educativos y culturales. Recuérdese que los grandes cambios de la civilización han sido antecedidos por cambios en las formas de pensar. La sociedad mexicana requiere construir una concepción propia que radique en fomentar la organización social para la realización de tareas de beneficio colectivo.

Urge fortalecer el humanismo, en particular crear formas de gobierno y administración alternativas. Restructurar competencias en forma descentralizada. Multiplicar la creación de comités vecinales, que bajo la coordinación de las respectivas delegaciones garanticen la seguridad pública en su entorno inmediato, y, en general, desarrollen sus potencialidades para la realización de acciones de beneficio social.

Promover la creatividad de los gobiernos delegacionales y de las organizaciones vecinales concretas, con el fin de que resuelvan coordinadamente las necesidades y los problemas enfrentados, resulta urgente si se pretende no sólo abatir la delincuencia, sino mejorar los niveles de vida de la población capitalina.

¿Por qué si existe una sólida cultura del delito en un porcentaje reducido de la población que nos amedrenta y agravia constantemente, no se construye, desarrolla y consolida una férrea cultura ciudadana de la participación social que combata este conflicto en cada casa, calle, manzana, barrio, colonia y delegación?

Sin duda, descentralizar el poder hacia los niveles de gobierno más cercanos a sus comunidades, como es el caso de las delegaciones del DF, hará que la metrópoli mexicana recupere parte de su armonía perdida.

* Jefe delegacional de Benito Juárez.

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