El Corán no autoriza el maltrato a la mujer, afirman

Los avances de las saharahuíes para el mundo árabe

• “Después del movimiento de liberación no queremos volver a casa”, dicen

• Enfrentan el eterno dilema de las revoluciones patriarcales:
¿qué va primero, la lucha por la autodeterminación o la de género?

Texto y fotosde blanche PETRICH,ENVIADA

Pero la baja representatividad de mujeres en las cúpulas dirigentes es una vieja historia que aquí también se repite. Sólo una cuarta parte del parlamento saharauí son mujeres; hay dos ministras en el gabinete y las dos diputadas ante el parlamento africano son damas. Eso se explica –alegan ellas mismas– porque muchas mujeres declinan a los cargos directivos o de elección popular para no sumar una más a sus múltiples cargas de trabajo: el hogar, la educación de los hijos, su propia formación y además, la militancia.
Como Suelma Beiruk, quien representa a su país en el parlamento con sede en Sudáfrica y es también secretaria de Cooperación Internacional de la Unión de Mujeres. Ella era una estudiante de los primeros años del bachillerato cuando su familia huyó del puerto de El Aiún para refugiarse en Argelia.“Las pocas que sabíamos algo nos dedicamos a enseñar a las demás en grandes campañas de alfabetización, de modo que a su vez las mayores, ya alfabetizadas, pudieran enseñar a los menores. Fuimos como velas que dimos luz a las más jóvenes.”
Gracias a esa luz, para las muchachas de hoy los retos del futuro son diferentes. Entre sus aficiones por la telenovela mexicana y la combinación de danzas árabes con el pop español y la melcocha de Julio Iglesias, se debaten para conseguir la beca deseada. El 80 por ciento de las egresadas de bachillerato optan por alguna carrera. La mayoría van a universidades de Argelia o Libia, pero Cuba sigue siendo la gran opción, principalmente para quienes toman la alternativa de la medicina, las ingenierías o las lenguas. Otro gran contingente consigue becas en universidades españolas. La escuela de mujeres
La clave para entender la construcción de un Estado en vías de desarrollo, con una estructura política y social democrática y avanzada en el que las mujeres impulsan el barco y determinan su rumbo (aunque no están al timón), radica en el campamento “27 de febrero”; una comunidad que floreció alrededor de un proyecto, la escuela de mujeres, uno de los edificios más complejos y completos de este país en el exilio.
El “27” lleva el nombre de la fecha de la fundación de la República Árabe Saharahuí Democrática. Se ubica a pocos kilómetros de Rabuni, la capital administrativa. El conjunto, como un corazón colectivo, está formado por una serie de instalaciones que rodean una gran explanada de arena. Ahí está la sede de la Unión de Mujeres y sobre todo, la escuela.

Además de aulas donde centenares de mujeres se capacitan en todo lo imaginable –cada año egresan 500–, hay una biblioteca en embrión, un área de bellas artes, un departamento de asistencia sicológica, la redacción del periódico semanal de la RASD, un centro de informática, una escuela de enfermería. Algo indispensable: una guardería abierta a lo largo de toda la jornada. Sí, también un
salón de belleza donde Shaya despliega el arte de la henna (tinte vegetal rojizo o negro) en manos y pies de quienes acuden. Ahí se realizan labores diplomáticas, de coordinación de ayuda internacional, de atención a grupos vulnerables. Ahí confluyen miles de proyectos de solidaridad de organizaciones no gubernamentales (Ongs) de todo el mundo. Y como en cualquier lugar del primer
mundo, también se imparten rutinariamente talleres de autoestima.
Pero sobre todo, para la generación de luchadoras que por años se dedicó a dar, ahora la escuela brinda un espacio para su desarrollo personal; una opción, dicen ellas, “de cercanía y preparación”. Las mujeres que aquí trabajan o estudian viven en la comunidad, con su familia. En la medida en que se multiplican las actividades de la escuela –un taller de tejido de tapetes, talleres de artesanías y su respectiva tienda cooperativa, talleres de redacción y locución para radio y televisión, música, pintura– crece el pueblo, que también es sede del Museo de Historia. Justo frente al museo viven el presidente Mohamed Abdelaziz y su esposa Hadiya Hamdi, que es responsable de comunicación de la Unión de Mujeres y que sacude la mano con hartazgo cuando alguien la llama “primera dama”: “Eso no, por favor”.
Mujeres libres, de raíz nómada La ministra de cultura, Mariam Salek, explica que tres factores influyen en el poderoso impulso que tuvo en esta sociedad el feminismo liberador: el legado de las tribus nómadas en las que la mujer beduina no era segregada y jugaba un rol importante; la política de igualdad que impuso desde su origen el Frente Polisario, entre cuyos fundadores figuran varias mujeres, incluso algunas combatientes, y la voluntad de las mujeres de los campamentos de aprovechar cualquier oportunidad que les brindara la vida en la situación límite que vivían.

Suelma agrega un factor más: “Los saharauíes hemos hecho la interpretación justa del Islam. El Corán no autoriza el maltrato a la mujer. Nadie es obligado a seguir los dictados del Profeta. Ir a la mezquita es una decisión libre. Y quizá por ello la religiosidad es un valor vivo.”
La fama mundial que adquirió la escritora marroquí Fatima Mernissi con “Desde el umbral” por su discurso feminista no tiene eco entre estas mujeres. “A veces me pregunto –dice Mariam– si las mujeres árabes existen. En el mundo árabe el feminismo que se ha desarrollado hasta ahora carece de profundidad; no hay nada serio. Si quisieran reconocernos, tendrían que admitir que lo que nosotros
hemos logrado es una joya.”

En materia legal, todas las mujeres gozan de todos los derechos en el más amplio sentido de la palabra: sociales, políticos, culturales.Tienen las leyes de divorcio, separación de bienes, custodia de los hijos y herencias más avanzadas de todo el mundo árabe. El derecho al voto lo ejercen desde que se fundó la república.
Pero el discurso feminista de estas mujeres dista de ser triunfalista. Es la propia presidenta de la Unión, Hadija Hamda, quien enciende la alarma: “Tenemos problemas, desde luego, no de estrategia ni de leyes sino de mentalidad de las propias mujeres, y eso es muy peligroso”.
Por ejemplo, el derecho al voto de la mujer, vigente desde hace 33 años, se logró al mismo tiempo que en Kuweit o Saudiarabia, donde se vive una opresión absolutista del sexo femenino. Por lo que Hadija cuestiona si el derecho a votar sirve cuando es la propia mujer la que evita ser electa para cargos públicos por la excesiva carga de trabajo: el hogar, los hijos, su propia educación y la militancia.
Y una gran labor adicional: “Prepararnos para la independencia.
Porque no queremos que nos pase como a otras mujeres. Después del movimiento de liberación no queremos volver a casa. Queremos seguir participando en la construcción del país pero con un rol de género. La emancipación del Sáhara necesita de que nosotras tengamos una conciencia profunda no sólo de la meta inmediata, que es la autodeterminación, sino del futuro.”
Justo el día en que llegó la delegación mexicana al Sáhara iniciaba el 12 Seminario de la UNMS con el lema “Continuidad-Complementaridad”. Cuadros directivos de alto y medio nivel y muchas mujeres de base de las cuatro wilayas se congregaron en el auditorio para discutir, duro y a fondo, los temas del momento. Uno de los asuntos más polémicos fue: ¿qué va primero, la lucha por la autodeterminación o la lucha de género? Es un asunto de implicaciones serias ya que tienen en la mira la situación de la mujer en el Sáhara ocupado. A diferencia de la liberación que experimentan las mujeres en los campamentos, bajo la dictadura marroquí no tienen derechos. La opresión es doble, política y de género. Amenazada además por el avance que han tenido las ideas islamistas extremistas

entre los partidos políticos. Cuando llegue la independencia –dicen estas mujeres que siempre tienen en la mente la nación que será– este desequilibrio representará un serio peligro para sus logros.Después de 48 horas de debate en ese mar multicolor de melfas (la larga tela que, con los nudos adecuados y los pliegues precisos, las cubre de la cabeza a los pies) concluyeron que los logros de las polisarias necesitan de un encuadramiento en la legislación y en el mismo Frente.
Días después se congregan cerca de 20 mujeres para explicarnos su realidad. Es un grupo de iguales. La presidenta de la UNMS llega tarde y debe sentarse en una orilla, ya que nadie le cede el lugar. También es a ella a quien le toca repartir los vasitos de té. Son las mayores las que dominan la palabra aunque las jóvenes las interrumpen sin contemplaciones. Es tanto lo que tienen que contar...
La sociedad saharahuí –explican– era de estructura tribal hasta bien entrado el siglo 20. “Era nuestra forma de conocernos y organizarnos.
En la tribu beduina la mujer siempre tuvo presencia y palabra; siempre fue consultada por los consejos políticos y militares aunque no se conoce ni un caso en el que una mujer fuera cabeza de tribu. Pero la revolución primero y el éxodo después acabaron con esa estructura social. Antes pertenecíamos a cierta tribu. Hoy todas somos saharahuíes.” Oyéndolas hablar parecería que su sueño de una nación ha sido definido hasta el último detalle. Ellas responden que no es sólo un sueño.“Es un diseño de país, con una sociedad democrática que brinde a todos la oportunidad de ejercer la responsabilidad”. Hadija insiste en la crítica, en la visión de futuro: “Nos estamos preparando en condiciones muy difíciles a nivel mundial: globalización, terrorismo, crisis de las
democracias.

El futuro debe prepararse con conciencia pero con capacidades intelectuales y profesionales. ”
Para las primeras generaciones de polisarias las cosas no se dieron así. Hay casos de mujeres que sin educación formal han alcanzado rangos muy altos de responsabilidad, como la actual presidenta de la representación de derechos humanos de la RASD en Ginebra. Pero hoy “el pasaporte de la mujer al mundo futuro es la conciencia y la profesión”. La dirigente pone su vida como ejemplo:
“Yo soy hoy un cuadro dirigente del FP, tengo una profesión y dirijo el departamento de Orientación y Formación Cultural. Pero cuando logremos la independencia y vuelva a mi ciudad ¿qué voy a hacer? Podría ser maestra en la Universidad de El Aiún. ¿Por qué? Porque tengo instrucción.”
Cordialmente se expresan perfiles diferentes en sus puntos de vista. Por ejemplo, Hadija sostiene que una mujer dirigente que no sea feminista no puede defender
la causa de las mujeres.Contrasta con la opinión de Salma, que afirma que la lucha por la autodeterminación no puede pasar a un segundo plano.“La lucha por la patria es una prioridad. Si no ¿de qué derechos de la mujer estamos hablando, con familias divididas, un pueblo en el exilio y otro bajo la opresión de una dictadura?

 



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