En los hogares ellos son los “grandes castigadores”

Resignificar la paternidad, reto masculino

• La violencia se aprende, no es de transmisión genética

• Hay que construir conductas afectivas, justas y equitativas: Coriac

 

Las personas del sexo masculino han sido educadas para ejercer el poder y tener el control, pero deben detenerse a “resignificar” su rol, de otro modo, continuarán con actitudes violentas, advirtió Cervantes. De acuerdo con investigaciones, siete de cada 10 hombres cree en el castigo y “resuelve” los conflictos agresivamente, a pesar de que ello ocasiona conductas delictivas, la salida prematura de hijas/os de los hogares, deteriora la salud, mengua la autoestima, el rendimiento escolar, la productividad, la calidad de vida y el desarrollo de la colectividad.
En los hogares ellos son los “grandes castigadores”. En la primer Encuesta Nacional sobre Discriminación, aplicada recientemente, el 62.8 de las mujeres afirmó que el principal derecho humano que no se respeta a las mujeres es el de no ser víctimas de violencia.
El sistema patriarcal, hace notar Cervantes, ha heredado a los hombres un modelo incapaz de construir la democracia familiar, “es común que sintamos y pensemos que las mujeres están a nuestro servicio, esa idea a su vez es transmitida a los hijos.
Convocó a festejar el Día del padre el próximo 19 de junio, mediante la practica de una paternidad libre de violencia, actitud que implica un proceso profundo de concientización y una “reconciliación con el padre, el abuelo, el bisabuelo, que lleve a tratar de corregir los errores cometidos por éstos”.
Al menos en los últimos tres años, cerca de 800 hombres que reconocen su violencia se han acercado al Coriac –creado en 1993–, para recibir capacitación y analizar su forma de actuar; han participado en talleres de Paternidad afectiva, donde se busca “resignificar”su paternidad, reordenar y ver críticamente su manera de involucrarse en el entorno doméstico a fin de buscar conductas afectivas, justas y equitativas.
Sin embargo, son escasos los espacios en los que ellos se reúnen; algunos son promovidos por los institutos de las mujeres. En el del Distrito Federal, informó Dolores Rojas, del área de comunicación, cerca de 3 mil hombres han recibido esa capacitación este año a través de los talleres: Nueva masculinidad para jóvenes, Paternidad y maternidad afectiva y Compartiendo caminos, éste último se imparte en algunas escuelas, aunque ello no quiere decir que tengan convenio con la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Están también las Unidades de Atención a la Violencia Intrafamiliar y algunas organizaciones no gubernamentales. Cuando acuden a esas instancias lo hacen presionados por su pareja, ante una amenaza de divorcio, casi nunca por voluntad propia porque piensan que atenta contra su masculinidad, explicó Luz Mery Alzate, de APIS, Fundación para la Equidad A.C., una de las organizaciones que forman parte de la campaña Nosotros contra la violencia hacia las mujeres, que invita tanto a hombres y mujeres a combatir los roles rígidos que los/las “mutilan”.
Es parte de las estrategias de esta campaña trabajar con la SEP, para buscar un mayor impacto social y que estos temas sean incluidos en los libros de texto gratuito.
Los datos alarmantes arrojados por la Encuesta sobre Discriminación deberían obligar al gobierno, a los sectores educativos y a la sociedad civil a trabajar más a fondo en la búsqueda de la construcción de la equidad, puntualizó la también psicóloga. “Hay hombres que quieren darle lo mejor a sus hijos, pero eso compite con sus creencias rígidas, tienen dificultades para moverse de esas ideas primarias; lo que deberían hacer es rebelarse contra lo inequitativo”.
Existen dos grandes roles que predominan en la paternidad, explicó Cervantes: el proveedor y el autoritario y de esos dos pueden derivarse muchos otros. Ambos pueden conjugarse. Sin embargo hay quienes creen que por proporcionar los recursos económicos para la manutención se puede delegar a la madre la responsabilidad de la crianza, educación y cuidado de hijos/as; ello “favorece su ausencia física” los exenta de las actividades familiares y domésticas y los hace alejarse de posturas en las que se muestren cariñosos y solidarios, al pensar que eso les resta poderío.
En casos de divorcio, esa actitud desapegada del varón provoca que se deslinde de sus obligaciones como padre, de forma que rompe el vínculo familiar no sólo con la esposa sino con los hijos/as, al grado de que “cerca del 80 por ciento de los padres, después de cinco o seis años, olvidan la responsabilidad de la pensión y no cumplen los convenios de separación” lamentó.
Para Wendy Salas Martínez, de Equidad de Género, Ciudadanía, Trabajo y Familia A.C., no es lo mismo ser padre en niveles económicos altos o bajos, en las zonas urbanas o las rurales. En éstas últimas todavía existen más hombres que se niegan a mandar a sus hijas a la escuela porque “para qué si se van a casar” o incluso ni siquiera realizan su registro civil pues siguen teniendo la concepción de que “las mujeres no valen”. Asimismo, al hablar de paternidad, deben agregarse las familias de homosexuales y lesbianas, recordó.
Entre la juventud, los varones están postergando, asegura, su paternidad y no están siendo responsables, en muchos casos, las adolescentes que se embarazan, asumen solas la mayoría de las veces, la tarea de traer una hija o hijo al mundo.
A esto hay que agregar, añade Martín Aguinaco Trejo, coordinador del taller
Maternidad y paternidad afectiva en la delegación Benito Juárez del DF, la falta de información que tienen las parejas, lo que hace que la actividad sexual se multiplique y no haya acuerdos de por medio, ni se hable de cómo se va a actuar en caso de un embarazo: “la ausencia del padre en muchos casos es resultado de relaciones de uso y deshecho que se están dando en la actualidad, en las que no se asumen responsabilidades” y tampoco se buscan soluciones a los conflictos que surgen entre las partes.
En 1990, datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI), señalaban que había un 84.7 por ciento de hogares jefaturados por hombres, frente a un 15.3 por ciento de mujeres jefas de hogar. Para el año 2000, los varones estaban a cargo del 81.3 por ciento de hogares y las jefas aumentaron 3.4 puntos, al alcanzar el 18.7 por ciento.
La migración ha favorecido también la falta del padre, comenta Rosalinda Avila
de la organización Mujeres Trabajadoras Unidas A.C., y agregó que es responsabilidad del Estado provocar una transformación social a través de proporcionar la suficiente información que genere una transformación cultural. Las organizaciones sociales y el Movimiento Feminista, deben seguir presionando para que ello ocurra, manifestó.
En estas condiciones, el Día del padre es meramente un “asunto mercadotécnico”
en el que se debería más bien hacer una reflexión de la forma en la que se ejerce la paternidad para empezar a avanzar un poco sobre ese asunto, aseveró Salas.

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