La Jornada Semanal,   domingo 5 de junio  de 2005        núm. 535

Tango para Arturo
Hjalmar Flax

In memoriam Arturo Tríaz Grimes


1.

Querido Arturo,

estoy en Buenos Aires,

en el Museo Carlos Gardel

con una pena enorme porque no estás aquí,

ni en ningún sitio, que yo sepa.

Hace tiempo que no sé de ti.

No me has llamado,

de ninguna forma te has comunicado

con tu amigo que te extraña.

Supongo que no sabes,

que la voz de Gardel fue declarada

patrimonio de la humanidad.

La voz que ya, quizá, no escuchas

y yo sigo escuchando.

La misma voz que flota en los espacios

de este museo modesto.

Sólo la voz, la voz sin cuerpo.

Sólo el sonido: timbres y matices.

La voz que descubrimos juntos

cuando éramos niños y nos creíamos hombres.

La voz que fue creciendo con nosotros

y que sonaba cada vez mejor.

La voz de la pasión y la añoranza.

2.

El tango es una entrada sin salida,

una pasión que nunca se consuma

y siempre te consume,

un sentimiento trágico que ciñe el pensamiento,

un camino estrecho que el tiempo nunca borra,

un poema de Vallejo,

un deseo de volver al paraíso

traspasadas las puertas del infierno.

Querido hermano,

entraste y te encerraste,

y viviste tu vida como un tango

cantado por Gardel.

¿Quién sabe qué buscabas?

¿Quién sabe qué encontraste?

Sólo sé que una tarde ya no estabas,

y persisten el susto y la tristeza.

3.

Sólo decirte quiero en lo imposible,

Arturo que no estás o donde estés,

que estoy en Buenos Aires,

que estuve en el Museo Carlos Gardel,

que fui a La Chacarita y visité su tumba,

que estoy en un café

tomándome un coñac con tu recuerdo.