Usted está aquí: lunes 30 de mayo de 2005 Opinión JAZZ

JAZZ

Antonio Malacara

Ethos, el sonido de la arquitectura

LA MUSICA ES ante todo arquitectura en busca de emoción y belleza, y ya entrados en bastos, hasta de plenitud y conciencia. Ahora, cuando los músicos se plantean la interpretación sonora de la materia, cuando se ponen a traducir al jazz los pilotes, las fachadas o las aristas de plazas y edificios específicos, cuando se enfrascan en reconstruir en el tiempo lo edificado en el espacio, los resultados pueden ser sorprendentes.

EL TRIO ETHOS realizó este ejercicio en su nuevo disco, Volvox, editado el año pasado por La Mancha Móvil, pero puesto en circulación hasta hace pocas semanas en estas tierras. La batería de José Gurría, el piano de José Reséndiz y el contrabajo de Arturo Luna parten del jazz para abordar los conceptos de Volvox, bufete de arquitectos encabezado por Iñaki Echeverría, pero en el camino se expanden los criterios y los músicos echan mano de una gramática contemporánea que mucho tiene que ver con la free-music europea.

"EN 2003 NOSOTROS estábamos haciendo una serie de improvisaciones programáticas con cuadros e imágenes del antiguo Convento del Carmen, en San Angel -comenta José Gurría-, y a Iñaki le agradó mucho la idea. Entonces nos comentó que tenía una invitación para ir a presentar su obra a Hamburgo, Alemania. El ya tenía unos 10 proyectos, desde cosas en la computadora hasta edificios en la Condesa, la Roma, alguna taquería, una casa en Las Lomas... intervenciones, fuimos a ver también proyectos que estaban en los pilotes, en las primeras cimbras, 20 metros abajo del nivel de la calle."

IÑAKI, MELOMANO IRREDENTO, le pidió a Ethos que explicara con música la arquitectura que ellos habían hecho. "Pasaron los meses -continúa Gurría-, fuimos a ver todos los espacios, y lo que más nos conflictuaba era que sabemos de arquitectura tanto como cualquier persona, y empezamos un poco a entender que la arquitectura es también la temperatura del lugar, cómo sientes, cómo pega la luz... el olor... en fin, es una cuestión de percepciones."

PERCEPCIONES QUE A final de cuentas, y afortunadamente, no dejan de ser subjetivas, y que los chavos de Ethos asumieron con pulcritud y con un discurso que iba más allá del bop. "Sí, por supuesto -revira el baterista-; no teníamos la agenda de querer convertir esto en una cosa en la que la lengua franca fuera el bebop, ni tratar de conseguir una aceptación dentro del gremio del jazz. Lo que queríamos era hacer música, y que fuera una fiesta. Las composiciones fueron hechas en unos dos o tres meses, y lo último que nos pasó por la mente fue agarrar una estructura bien aceptada de bebop. Normalmente esa es la pugna: qué tanto jazz le estás metiendo al jazz. No me cabe la menor duda de que lo que hacemos es jazz; sin embargo, no tuvimos ningún empacho en tomar lo que queríamos y cumplir."

LOS AIRES DE la nueva música europea son evidentes, y Ethos lo manifestaba mucho antes de saber que se iban a ir a Alemania. "En efecto, nosotros escuchamos mucha música de ECM, o música escandinava, sueca, y muchas otras... yo soy rocanrolero. Creo que pocos bateristas en México pueden decir que empezaron tocando jazz, el ambiente nos llevaba primero al rock. De hecho, mis primeros referenciales jazzísticos son de músicos mexicanos; en mi caso fue Fernando Toussaint."

ASI QUE GRABARON el disco y se fueron a presentarlo a Alemania, en octubre de 2004. "Primero hicimos un jam, nos armaron una paloma en el Stage Club de Hamburgo; había mucha gente, había mucha curiosidad, nunca habían escuchado jazz mexicano; la gente fue calidísima, no sé de dónde salió el estereotipo de que los alemanes son fríos y no sé qué, yo creía que estaba en Veracruz, de veras. Lo primero que nos dijo una persona después del jam fue: 'Me gustó mucho lo que hicieron; nunca en mi vida había escuchada algo como eso'; y yo pensaba en ese momento que nosotros habíamos escuchado siempre lo que se hacía por allá, que quizá en un inicio inclusive queríamos parecernos a ellos. Me pareció el piropo más lindo que pudieran hacerme entonces. Es un 'teléfono descompuesto' maravilloso, que te entra por un lado de alguna manera y te sale por el otro de otra; tú eres vehículo de lo que escuchas, pero al pasar por ti armas todo de una manera diferente. Me llamó también la atención que nos preguntaran si había más, si en México había más jazzistas."

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