Usted está aquí: lunes 30 de mayo de 2005 Opinión DESDE EL OTRO LADO

DESDE EL OTRO LADO

Arturo Balderas Rodríguez

El pensamiento vigente de John Kenneth Galbraith

TAL VEZ EL ECONOMISTA más conocido en Norteamérica durante el siglo XX fue John Kenneth Glabraith. De una u otra forma sus ideas permearon el pensamiento económico estadunidense desde mediados de ese siglo. Aunque por razones no del todo claras se le ha olvidado, sus ideas cobran fuerza y actualidad cuando se revisa la historia reciente.

PARA QUIENES HAN tenido oportunidad de conocer su obra es familiar su persistente idea sobre la necesidad de la participación del gobierno en la conducción de la economía para normar la conducta siempre desordenada y ambiciosa del sector privado. Directa o indirectamente colaboró con la mayoría de los gobiernos demócratas desde la década de los 30, entre ellos los de Roosevelt, Truman, Kennedy y Johnson, quienes forjaron algunas de sus más importantes decisiones tomando como eje el pensamiento de Galbraith.

EN 1960 PUBLICO una de sus obras más importantes, La sociedad industrial, en la que niega que la "soberanía del consumidor" sea eje del desarrollo económico. Atribuye la atrofia del sistema capitalista a las grandes corporaciones que con su ambición desmedida e incapacidad para organizar el sistema lo conducían inexorablemente a una crisis. Siempre al lado de Keynes, insiste en la necesidad del sector público como única posibilidad de evitar crisis como la gran depresión de principios del siglo pasado.

CONSIDERA un gran error dar toda la libertad a las fuerzas del mercado con el pretexto de promover el crecimiento económico y suprimir la participación del gobierno a la mínima expresión. La realidad le ha dado la razón.

GALBRAITH OFRECIO UNA entrevista a la cadena de televisión pública PBS la semana pasada en el marco de la aparición de su más reciente biografía, escrita por Richard Parker. No obstante su deteriorada salud, a los 96 años aún tiene la suficiente lucidez para expresar su certeza sobre la imposibilidad de que sólo el sector privado sea capaz de organizar y promover el desarrollo económico. La idea sobre lo innecesario del gobierno en el ordenamiento de la economía no sólo es equivocada, sino que se ha demostrado impracticable e indeseable. Como ejemplo está el desorden provocado en los años 80 por la desregulación y la intención de suprimir la participación del sector público en ese periodo. Añadió que paradójicamente en los regímenes de corte conservador el gobierno ha adquirido mayores proporciones, como se ha demostrado palpablemente en la actualidad, no sólo en Norteamérica.

AL FINAL DIO una muestra más de su optimismo. Auguró que en un futuro cercano el péndulo de la historia oscilaría hacia el lado opuesto del que ahora se halla. Otros jóvenes economistas también lo creen así. Uno de los más prestigiados, Paul Krugman, mencionó algo similar en una recientes columna. Esperemos que el plazo no sea muy largo.

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