Usted está aquí: sábado 28 de mayo de 2005 Opinión La PGR, marasmo y contradicciones

Editorial

La PGR, marasmo y contradicciones

En el caso de Archibaldo Iván Guzmán Salazar, El Chapito, la Procuraduría General de la República (PGR) ha exhibido una serie de graves deficiencias que ponen en evidencia una falta de liderazgo en esa dependencia. El Chapito fue trasladado durante la noche del jueves del Reclusorio Sur al penal de máxima seguridad de La Palma, luego de que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal recibieran información sobre una presunta operación de rescate por parte de un comando armado. La pifia de la PGR consistió en que su titular, Daniel Cabeza de Vaca, negó ante corresponsales extranjeros que la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) tuviera noticia respecto de la posible fuga de El Chapito, hijo del capo Joaquín El Chapo Guzmán Loera, quien se encuentra prófugo luego de escaparse, en enero de 2001, del penal de Puente Grande, en Jalisco. Sin embargo, el director de Reclusorios del Distrito Federal, Hazael Ruiz, denunció que la procuraduría federal si estaba al tanto de esa posible fuga, versión respaldada por un documento oficial de la SIEDO y un comunicado de la propia PGR.

Esta situación revela que Cabeza de Vaca no ha sabido tomar las riendas de la procuraduría. La carencia de dirección se notó en la conferencia de prensa que sostuvo con medios informativos nacionales. Los reporteros esperaron una hora y 20 minutos a que llegara Cabeza de Vaca a las instalaciones de la Agencia Federal de Investigación. Y cuando por fin hizo acto de presencia, el funcionario evadió cualquier pregunta sobre el caso y desapareció de la sala aprovechando que las luces estaban apagadas mientras se proyectaba un video.

Esta no es la primera vez en los últimos días que una contradicción de la PGR genera confusión. El pasado jueves, José Luis Santiago Vasconcelos, titular de la SIEDO, informó que la subprocuraduría a su cargo "comenzará a funcionar de manera integral en las indagatorias de todos los casos registrados (sobre feminicidios en Ciudad Juárez), independientemente que se trate del fuero común o federal". Esta noticia fue bien recibida por organismos de defensa de los derechos humanos, que en varias ocasiones habían exigido a la PGR atraer las pesquisas de estos crímenes. Pero las expectativas que despertó este anuncio duraron poco: en la tarde de ese mismo día, el subprocurador de Derechos Humanos de la PGR, Mario Alvarez Ledezma, desmintió a Santiago Vasconcelos, al señalar que la procuraduría "no puede ni debe" atraer todos los casos de feminicidios perpetrados en esa región, limitándose a colaborar con las autoridades estatales y municipales. Es decir, nada cambió para los familiares de esas mujeres asesinadas, que siguen pidiendo justicia para las víctimas.

Ante este profundo descontrol que impera en la PGR cabe preguntarse dónde ha quedado la impartición de justicia y qué es lo que pasa dentro de esa dependencia, donde es evidente la falta de comunicación entre los funcionarios, que luego caen en contradicciones que desorientan a la sociedad. Después de todo, si los encargados de mantener el estado de derecho en el país no ponen orden en su propia casa, ¿qué se puede esperar de su actuación en el combate al narcotráfico y otros flagelos que aquejan a México? Es por ello que Cabeza de Vaca está obligado a actuar con firmeza para sacar a la PGR de su marasmo y recuperar su carácter de órgano rector en nuestro sistema de justicia.

 
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