Usted está aquí: martes 24 de mayo de 2005 Mundo Desaprueba 50% de estadunidenses el desempeño de Bush y legisladores

Inconformes con la economía, la seguridad social e Irak, casi 60% de la población

Desaprueba 50% de estadunidenses el desempeño de Bush y legisladores

Estima 65% de ciudadanos que el Congreso no comparte sus prioridades: encuestas

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Nueva York, 23 de mayo. La mayoría de los estadunidenses están desilusionados con sus líderes electos en el Congreso y la Casa Blanca, y consideran que la clase política en Washington no comparte las mismas prioridades que la ciudadanía.

En la encuesta más reciente de CNN/USA Today/Gallup, 50 por ciento contra 46 por ciento desaprueba el desempeño del presidente George W. Bush, y entre 56 al 59 por ciento desaprueba en particular su manejo del tema de la reforma del sistema de seguro social, de la economía y de la situación en Irak. Un 57 por ciento señala su desacuerdo con Bush sobre los temas que consideran prioritarios para sus vidas.

En tanto, la encuesta más reciente del Wall Street Journal/NBC News registró el nivel de desaprobación más alto del Congreso desde 1994, con sólo 33 por ciento de aprobación contra un 51 por ciento de rechazo, y con un abrumador 65 por ciento contra 17 por ciento que dice que la Legislatura no comparte las prioridades de los ciudadanos.

Mientras todos los políticos se justifican declarando que trabajan para bien de todos, la mayoría de ciudadanos estadunidenses aparentemente no sólo no confía en las palabras de sus representantes electos, sino que sospecha que éstos ya no comparten los mismos intereses.

"Hay una brecha entre las percepciones de la agenda del presidente Bush y del Congreso y la agenda del público", señaló el encuestador republicano Bill McInturff al reportar los resultados de la encuesta del Wall Street Journal.

La economía, la guerra y las iniciativas sobre privatización del seguro social, entre otros factores, están nutriendo el desmoronamiento del apoyo para los republicanos que controlan la Casa Blanca y la Legislatura. La inseguridad pública, no definida como asunto de seguridad nacional y la amenaza "terrorista", sino en términos de empleo, salud y desigualdad, es tal vez el factor fundamental en el desplome de los índices de aprobación del presidente y los legisladores.

Por ejemplo, los incrementos en salarios para trabajadores no han estado a la par con el incremento en la tasa de inflación durante el último año -o sea, los ingresos reales de trabajadores se han reducido. A la vez, se ha disparado el precio de energía, y como señala el New York Times, las familias pobres dedican por lo menos cuatro veces más de su ingreso a energía que las ricas (por el tamaño relativo de sus quincenas).

El economista y columnista de The New York Times, Paul Krugman, señala que durante los últimos 25 años las vidas de los trabajadores estadunidenses se han vuelto cada vez menos seguras, ya que los nuevos empleos frecuentemente no incluyen seguro de salud, las pensiones desaparecen con el quiebre de empresas, hay mayor pérdida de empleos, y el desempleo tiende a prolongarse más que antes. Es por esto, señala, que las iniciativas de alto perfil promovidas por Bush y conservadores en el Congreso enfrentan mayor oposición cada vez.

Un 42 por ciento de estadunidenses opina que la economía ha empeorado durante los últimos 12 meses, según la encuesta del Wall Street Journal/NBC News (el nivel más alto en dos años) y se ha duplicado el número de quienes pronostican que la economía empeorará en el próximo año.

Otros factores que nutren esta desilusión a sólo unos cuantos meses desde la relección del presidente y la mayoría republicana en ambas cámaras del Congreso, incluyen la escalada de violencia en Irak. A la vez, la batalla por el nombramiento de John Bolton como próximo embajador ante la ONU, el creciente escándalo sobre comportamiento "ético" del líder de la mayoría de la Cámara Tom DeLay y otras pugnas están restando credibilidad a los políticos.

Por otro lado, las maniobras políticas desde la intervención del Congreso en el caso de la moribunda Terry Schiavo y ahora la batalla sobre la aprobación de nombramientos de jueces a los tribunales federales están causando daño y un amplio segmento percibe todo esto como esfuerzos de la Casa Blanca y el liderazgo republicano de imponer su voluntad sobre la tercera rama del poder: el Judicial.

Según esta encuesta, 49 contra 12 por ciento cree que Bush se está enfocando demasiado en Irak, mientras que 65 contra 1 por ciento cree que hay poca atención de la Casa Blanca sobre la economía.

Todo esto también se manifiesta en que la principal iniciativa de Bush de su segundo periodo, la llamada reforma del sistema de seguro social, enfrenta el mismo escepticismo público desde que el presidente promovió la idea, con 56 contra 36 por ciento, considerando que la privatización parcial es "una mala idea". No sólo eso, sino todo el pretexto oficial para promover esta reforma fue que ese sistema está en crisis, algo que sólo 14 por ciento de los estadunidenses acepta, el mismo nivel que cuando empezó todo este debate.

Por lo tanto, el público no confía en que sus problemas preocupan a los políticos electos ni que Washington tiene la voluntad de romper con su inercia y hacer más; un 80 por ciento cree que las cosas entre la Casa Blanca y el Congreso permanecerán igual que siempre, según el Wall Street Journal.

¿Mejor tarde que nunca?

Pero no todo lo que hacen los políticos estos días es malo. Por ejemplo, el gobernador de Massachussets, Mitt Romney, acaba de anular una ley promulgada hace 330 años que prohibía el ingreso de todo indígena a la ciudad de Boston. Aunque no ha sido aplicada durante siglos, la ley provocaba indignación entre los indígenas en este país.

Pero fue sólo después de una campaña de ocho años que una coalición de indígenas y activistas logró que el gobierno estatal anulara la ley. Pero por lo menos hubo un acto en estos días que demostró que los políticos a veces hacen lo correcto y que hay "progreso" en Estados Unidos.

 
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