Usted está aquí: lunes 16 de mayo de 2005 Opinión Giordana y Reygadas: dos hallazgos que no convencen

Leonardo García Tsao

Giordana y Reygadas: dos hallazgos que no convencen

Ampliar la imagen La estadunidense Sharon Stone acudi�la premiere del Episodio III. La guerra de las galaxias FOTO Afp

Cannes, 15 de mayo. Desde que inventaron la teoría del autor, la crítica francesa se ha sentido obligada a descubrir los nuevos talentos del cine e imponérselos al resto del mundo. En ese sentido, puede decirse que la competencia de hoy fue dedicada a un par de "hallazgos" del Festival de Cannes: el italiano Marco Tullio Giordana y el mexicano Carlos Reygadas.

Hace dos años, Giordana fue descubierto aquí a partir de la proyección de su telefilme La mejor juventud, exhibida en Una Cierta Mirada (en México sólo ha pasado en un canal de cable). Ahora concursa con Quando sei nato non puoi più nasconderti (Una vez que naces no te puedes esconder), un lamentable melodrama sobre inmigrantes ilegales que es, por mucho, lo peor ofrecido por la competencia hasta ahora. La cinta es miserabilista, cursi y esquemática en su relato de un niño rico que descubre cómo sufre la gente marginada, cuando es rescatado del mar por un barco cargado de ilegales. Uno ha sido severo con las últimas películas de Woody Allen, Atom Egoyan y Gus Van Sant, pero es necesario reconocer que se trata de cineastas con una estimable obra previa. Giordana, en cambio, se revela como un mero maquilador de lugares comunes formales y temáticos, más apropiado para seguir trabajando en televisión que entrar al Olimpo de los autores.

Más problemático es el caso de Reygadas. Aunque Japón fue estrenado en el festival de Rótterdam, fue la Quincena de Realizadores la que lo lanzó bajo una andanada de elogios hiperbólicos por parte de la crítica francesa. Ahora promovido a la competencia con Batalla en el cielo, su segundo largometraje, el realizador confirma ser otro ejemplo de desproporción entre pose y talento.

Situada en la ciudad de México, la película se centra en el chofer (Marcos Hernández, chofer en la vida real del papá del cineasta) de un pudiente militar, cuya hija (Anapola Mushkadiz, obviamente un seudónimo) se prostituye como hobby. El hombre carga con la culpa de haber secuestrado con su esposa a un bebé, que ha muerto por accidente, e inicia una relación carnal con la hija del patrón. Al final, habrá un acto ritual de expiación de pecados.

Reygadas roba de cineastas tan diversos como Antonioni, Bresson, Jodorowsky y hasta Rubén Gámez en la búsqueda de un estilo visual y una supuesta espiritualidad. Pero todo el artificio formal no oculta una ineptitud narrativa que reduce a la película a una tiesa sucesión de viñetas, que van de la provocación al falso misticismo, sin perder de vista el pintoresquísimo de la pobreza. (Hasta la provocación es bastante timorata... a estas alturas un poco de sexo gráfico no es suficiente para conseguir un succèss d'escandale).

Después de la proyección hubo una poco concurrida conferencia de prensa con el director, sus dos actores principales y productores. Fue obligada la pregunta sobre cómo Batalla en el cielo no había recibido apoyo estatal en un principio. Reygadas contestó que, en efecto, la aportación del Instituto Mexicano de Cinematografpia fue tardía y que haría falta en el instituto "más generosidad porque hay amiguismo, aunque no me consta". Lo que no explicó fue que la película fue rechazada por presentar un presupuesto inflado de 22 millones de pesos, que no se ven por ningún lado en pantalla. Bajo un cálculo de amplios márgenes, la película no pudo haber costado más que la cuarta parte de esa cantidad.

No siempre los inventos del esnobismo francés encuentran muchos adeptos. Ambas películas fueron recibidas, tras sus funciones de prensa, con más abucheos y silbidos que aplausos.

Y perdonarán mis lectores menores de 30 años, pero no me sentí obligado a ver el estreno del día: Star Wars III. Revenge of the sith, la sexta -y piadosamente última- entrega de La guerra de las galaxias, de George Lucas. Dado que participa fuera de concurso y su primer pase fue a las ocho y media de la mañana, uno aprovechó las circunstancias para dormir un poco más.

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