Usted está aquí: lunes 16 de mayo de 2005 Opinión APRENDER A MORIR

APRENDER A MORIR

Hernán González G.

¿Más de lo mismo?

CUANDO LO MAS terrible que le puede ocurrir al mexicano convencional es jugar en serio a la democracia, respetar la voluntad de las mayorías y aceptar que otros puedan contar con un apoyo masivo a sus propuestas de gobierno, hablar del derecho a morir dignamente se vuelve por lo menos sacrilegio, impertinencia y falta de respeto a la autoridad del Estado, de la iglesia y de la ciencia, conmovedoramente identificados en su cruzada conjunta contra la eutanasia.

POR ELLO ES de aplaudir que en plena vuelta al medioevo, algunos mexicanos pensantes, es decir, no convencionales ni plegados al voluntarismo de los poderes civiles, eclesiásticos y científicos, alcen su voz en torno a temas desaprobados unánimemente por estas instancias empeñadas en preservar sus privilegios, así sea a costa de la dignidad de los mexicanos, incluida su responsabilidad con respecto a la propia muerte.

POR ENESIMA VEZ Mauro Rodríguez Estrada, sicólogo, sicolingüista, filósofo, teólogo, catedrático, conferenciante y exitoso autor de libros publicados en editoriales mexicanas, españolas, alemanas, estadunidenses y argentinas, se lanza al ruedo de la reflexión para plantear a sus lectores La controversia de las eutanasias. El fondo oculto del debate, título de su más reciente libro editado por Botas & Alonso Editores (México, 2004), descendientes de aquella heroica y vanguardista Ediciones Botas, que de la década de los veinte a la de los sesenta decidiera remar contra la corriente de las ideas que se imponen desde arriba para oprimir, no para liberar.

ESTA NUEVA, REVELADORA obra no es de ninguna manera una variación del anterior título de Rodríguez Estrada, ¿Eutanasia o autanasia? Por una muerte digna, publicado en 2003 por El Manual Moderno, sino enriquecedor abundamiento acerca de tan "escabroso tema" en sociedades decimonónicas dócilmente sometidas a verdades eternas dictadas por merolicos fugaces.

LEJOS DE RECURRIR al expediente fácil de atacar a la Biblia, la Iglesia católica o el Vaticano, Rodríguez Estrada cita textualmente algunas de las muchas contradicciones de éstos y defiende la capacidad y obligación del ser humano de pensar y ejercer responsablemente una libertad siempre quebrantada y desinformada, más cuando se trata de decidir las condiciones de la propia muerte, "como si suya no fuera".

EL PRIMER ENEMIGO del sentido común es la sacralización, advierte Mauro, y abunda: El reto de los fenómenos de distanasia o agonía innecesariamente prolongada crece a ojos vistas. Los progresos científicos y tecnológicos capaces de alargar la vida, producen también agonías desoladas. Los hospitales con sus tecnologías frías e impersonales se adueñan del enfermo grave y con su enfoque empresarial ven en él más a un cliente que a un paciente. El sistema de muchos hospitales, de exigir a los médicos cuotas de uso de los equipos, o de premiarlos por éste, propicia mil distorsiones en la práctica médica. Concuerde con o rechace tan oportuna obra, léala y, sin miedo, saque sus propias conclusiones.

 
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