Usted está aquí: lunes 16 de mayo de 2005 Deportes En cerrada competencia con Atanasio Velázquez, Cúchares consigue premio

Nuevo triunfo de la ganadería de San Marcos; envió tres toros para consagrarse

En cerrada competencia con Atanasio Velázquez, Cúchares consigue premio

Brillante final de temporada

Reconocimiento a Gerardo Angelino

Otro lleno

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen Atanasio Vel�uez, inspiraci� entrega con el lote complicado FOTO Rafael S�hez de Icaza

Con la séptima y última corrida de la importante temporada en La Florecita, Dick Acha y Carlos Quintana concluyeron otro serial caracterizado por la seriedad del ganado, vale decir, por un taurinismo sensible y respetuoso de la tradición taurina de México y del público, dispuesto a apoyarla siempre que no le tomen el pelo ni le cobren por lo que no le dan.

Y esta singular dupla de aficionados pensantes ha sabido dar, de nueva cuenta, bastante más que faenas bonitas y rabos de relumbrón: garantía de emoción, gracias a encierros impecablemente presentados, con mejor o peor juego, mayor o menor bravura, más o menos resabios, pero siempre bien presentados, con lo que aquello que los toreros hayan sido capaces de hacerles, adquiere una trascendencia taurina intrínseca, independientemente de la valoración que de ello hagan otras empresas.

Luego del empate de votos obtenido entre Jorge Benavides Cúchares y Atanasio Velázquez el domingo anterior en la corrida de triunfadores, salomónicamente los empresarios decidieron dar una corrida de desempate, ahora con un encierro de la prestigiada dehesa de San Marcos, propiedad de Ignacio García Villaseñor, que tan magnífico encierro enviara a la Plaza México el 20 de febrero pasado, durante la temporada como grande y que el intocable promotor, para variar, destinó a una modesta terna que lo desperdició. Si esas enrazadas y bellas reses las hubieran enfrentado los que figuran...

Y si bien ayer tampoco fueron aprovechados del todo los ejemplares sanmarqueños, por enésima vez contribuyeron con su encastada nobleza a exhibir el nivel de torerismo y entrega de matadores y cuadrillas, así como el compromiso inalterable del ganadero García Villaseñor de no amabilizar la estirpe, la edad y la buena crianza en aras de esa docilidad borreguna que tanto gusta a los que sólo saben torear bonito.

Abrió plaza Luchador (495 kilos), negro bragado, coletero, ligeramente tocado del pitón izquierdo que recargó en dos puyazos luego de que Benavides veroniqueara con voluntad. Raúl Bacelis y Gerardo Angelino banderillearon con lucimiento, prefigurando las cualidades del burel. Con la muleta hubo series por ambos lados, prevaleciendo el acompañamiento sobre el temple. Tras una estocada volcándose que caló, más por lo corto de caja del astado que por la colocación, Cúchares recibió una oreja entre división de opiniones.

Con su segundo, Combatiente (530 kilos), castaño claro bien puesto, que recargó en una vara hasta romperla y al que Angelino clavó soberbio par llegándole muy cerca y por el que salió nuevamente al tercio, Benavides volvió a realizar un trasteo valiente entre altibajos -no olvidar que ha toreado poco-, no obstante el recorrido, repetitividad y buen estilo del animal. Dejó tres pinchazos arriba y media desprendida, por lo que el toro fue aplaudido con fuerza en el arrastre, y Jorge recibió tibias palmas en el tercio.

El primero de Atanasio Velázquez se llamó Guerrero (515 kg), un zaino musculoso y corto de cuerna que en la primera vara acudió con tal fuerza al caballo que provocó un tumbo y todavía recibió otra. El joven morelense ejecutó entonces dos hermosas tafalleras con el compás abierto y los banderilleros Christian Sánchez y Gerardo Angelino se desmonteraron por sendos pares. Velázquez consiguió naturales con más exposición que expresión, así como riñonudos muletazos en tablas, antes de dejar dos pinchazos arriba.

Con el que cerró plaza, Gladiador (560 kg), que por su corpulencia tardó en salir por toriles y con un par de astifinos pitones, Atanasio veroniqueó con temple y dejó tres sobrecogedoras gaoneras. Celoso, Gustavo Campos aguantó y clavó en la cara luego de que el astado perdió las manos, haciéndole oportuno quite Cúchares, y Angelino, como no queriendo, volvió a asomarse al balcón para salir ambos a agradecer la enésima ovación en el serial. Emoción y torería.

Tardó un poco Atanasio en acomodarse con la embestida y entonces desgranar meritorios derechazos y sentidos naturales, en medio de un silencio impresionante que dio paso al íntimo y dramático diálogo entre toro y torero, sólo interrumpido cuando Velázquez fue prendido por la casaquilla. Tras un pinchazo, cobró una estocada casi entera en todo lo alto que hizo rodar sin puntilla, por lo que la plaza exigió la oreja, que fue concedida, no así el automóvil en disputa, que sesudo jurado concedió a Cúchares.

Ojalá Acha y Quintana encuentren otras plazas donde seguir desplegando su sensibilidad empresarial taurina. Ojalá.

 
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