Usted está aquí: sábado 14 de mayo de 2005 Política Fuero: ¿un año perdido?, ¿quién perdió?, ¿quién ganó?

Enrique Dussel A.*

Fuero: ¿un año perdido?, ¿quién perdió?, ¿quién ganó?

Ampliar la imagen Aspecto de la marcha del silencio, a su paso por el Angel de la Independencia, en contra del desafuero del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andr�Manuel L� Obrador, el pasado 24 de abril FOTO Jos�arlo Gonz�z

Para algunos, el año comenzado en marzo de 2004 fue un año perdido. Creo, contra tal opinión, que fue un año muy útil: fue un curso acelerado de política para la población del Estado mexicano y especialmente para la del Distrito Federal. ¿Por qué afirmo esto? Porque pienso que la comunidad ha visto desfilar ante sus ojos, de manera desnuda y sin tapujos, a los más variados actores políticos que mostraron aspectos desconocidos de su fisonomía.

La comunidad ha comenzado a en-tender el sentido del personaje que cada cual iba representando (en especial los llamados "representantes"). La población llegó a formarse un juicio propio y esto se logra muy pocas veces, sólo en el largo plazo y mediante crisis profundas por las cuales deben pagarse costos muy altos.

Este año, sin embargo, el desenlace se dio en el corto plazo y los costos para la población no fueron tan graves (pu-dieron ser mayores), aunque la enseñanza valió la pena. No obstante, debemos meditar qué significado tiene la actuación de los actores de esta narrativa vi-vida en la realidad por la sociedad en un corto lapso de 12 meses.

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Todo comenzó con el show de los videos televisados. Tras el remate de este espectáculo, el 4 de mayo pasado (cuando la PGR se desistió de acusar al inocente, guardando siempre su habitual ambigüedad), podemos expresar que el "complot" (hoy nadie puede negarlo y con ello quedan evidenciados quienes se "reían" de tal argucia) fue ciertamente fraguado con la clara intención de da-ñar a un oponente político.

Su trama, ideada por litigantes (que toman inmoralmente la "ley" como ex-cusa y las "instituciones" como armas, y no como exigencia normativa, para acusar a inocentes), los deja hoy en el lugar de los acusados, de los "malos" de la película.

Unos ocultan la mano después de ha-ber arrojado las primeras piedras (y no "han dado la cara" hasta ahora); otros, como el partido en el poder, intentan guarecerse en la obediencia para justificar sus acciones (olvidando que los lu-gartenientes de Hitler también invocaron la "obediencia debida" y sin embargo fueron ahorcados como cómplices); otro ha debido enmendar su error reconociéndolo y abandonando el "plan" premeditado, que se descarta porque fracasó (ya que se internaba en un campo en el que su propia cabeza corría peligro), y con ello muestra al menos que sabe reconocer sus errores (y enmendar un error en política vale tanto como acertar desde el comienzo en una decisión estratégica).

Todos ellos fueron perdedores en diversos grados.

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Durante el año y de manera irresponsable, las mayores empresas televisivas y otros medios de comunicación fueron los instrumentos principales de una ma-niobra que pretendía crear una opinión pública en favor del "complot".

La población ha perdido el respeto por esos medios que buscaron desinformarla; han perdido su credibilidad y no pueden ocultar la mentira tendenciosa en el manejo de la información.

Esta situación ha evidenciado claramente que se necesita una reforma constitucional y legal para que los me-dios de comunicación cumplan con el "derecho del ciudadano a una información veraz" (porque la "libertad de prensa" no se enfrenta sólo al posible monopolio del Estado, sino principalmente al "derecho del ciudadano" de tener información verídica, que es lo que olvida la mediocracia).

La sociedad civil debe organizarse constitucional y legalmente para vigilar el funcionamiento de los medios. Fueron también perdedores.

Aquellos que ya se imaginaban en Los Pinos al eliminar al mayor candidato opositor, se vieron de pronto en-frentados ante la realidad del descrédito por haber pretendido "usar" en su beneficio el "complot", complicidad que los debilita ante el candidato que habían querido eliminar ilegítimamente (aunque proclamaban lo contrario en el diario El País, en Madrid, el día anterior al "gran viraje"). Ellos fueron ciertamente perdedores.

En la Cámara de Diputados, como "Alí Baba y los 360...", tal como lo hemos indicado en artículos anteriores, descubrieron de pronto que al haber obrado por consignas estratégicas, pero sin argumentos normativos o éticos (ya que el uso de la ley, la legalidad o el estado de derecho deben ir acompañados de una intención "justa" que impide culpabilizar al "inocente" para no caer en el comportamiento irracional o hipócrita, cuando no corrupto), quedaron desnudos ante el público como representantes (que traicionaron a sus representados) que no pueden ahora justificar el desafuero, que para su vergüenza ha sido inútil.

¡Les han jugado una mala pasada! Sus nombres quedaron manchados para siempre. Son uno de los peores perdedores.

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Hay una parte de la población que deberá hacer un examen de conciencia (la derecha, los conservadores...), porque advertía que esta manera de eliminar al opositor era al menos "turbia", aunque la aceptaban como un "mal menor" (¡lo de Luis Donaldo Colosio fue peor!). Son también cómplices.

Por el contrario, y contra la opinión de sus opositores, no pueden negar que el acusado mismo mostró desde el comienzo extrema lucidez y hasta hu-mor (lo cual es esencial).

Siempre afirmó su inocencia y se remitió al juicio de "la gente" (para al-gunos hasta de manera ingenua). Decidió usar medios no-violentos (contra la opinión de los más entusiastas). Convocó simplemente a "la gente" (por lo que los medios y los conservadores le han lanzado continuamente el mote de "po-pulista") y nadie puede negar que "salió con la suya", no sé si con algunas "plumas" menos, pero ciertamente con mu-chas y ahora más fortalecidas.

En todo este año hay un claro ganador. Fueron aquellos ciudadanos del pueblo mexicano que no son todos, pe-ro son mayoría; que no quisieron que se los "llevara por la nariz" como dementes y que decidieran por ellos quiénes serían los candidatos votados en 2006.

Ese pueblo dijo:

"¡Nosotros tenemos la voluntad de decidir quiénes serán los candidatos!" Su presencia masiva "torció la mano" del poder institucional (como potestas) desde el poder del pueblo mismo (co-mo potentia), en nombre del cual el Estado ejercita un poder "delegado".

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El autor y actor primero del poder, el pueblo, se hizo presente, y como en otros casos de la actualidad latinoamericana (recientemente en Ecuador, pero también en Uruguay, Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia y Nicaragua...) su silencio se hizo atronador. Fue el ganador principal y con él triunfó igualmente la incipiente democracia mexicana.

Ahora comienza la tarea. Es necesario reconstruir los partidos políticos para que dejen de ser "maquinarias electorales" y se transformen en "es-cuelas de acción política", con principios normativos con los que sus juventudes puedan identificarse, para que desde abajo se termine con las "tribus", la corrupción, las amañadas costumbres corruptas del pasado.

Sólo los principios llevados a la praxis permiten a los partidos constituir asociaciones de ciudadanos en las cuales se eduque a los políticos por vocación; en el largo plazo, con sus "escuelas de cuadros", para que eviten hacerse objeto de aquel juicio certero del pueblo: "¡Que se vayan todos!"

La única manera de que no sean expulsados de la vida pública, por traidores a la patria e ineptos para desempeñar la función pública, es que expliciten sus principios, expongan programas sólidos y coherentes, discutan demo-cráticamente las diversas opciones y se atengan a las promesas posibles que proponen al pueblo.

El año que ha pasado nos mostró un error mayor (pretender eliminar ilegítimamente a un oponente político). Pero ese error ha permitido muchas lecciones de política que deben ser recordadas. Ha sido un gran aprendizaje. Los que han acertado tienen mayor autoridad y deben mostrar el camino. El pueblo no debe desmovilizarse, sino organizarse y seguir actuando en una vida política revitalizada.

* Filósofo

 
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