Usted está aquí: sábado 14 de mayo de 2005 Opinión Chile, la punta del sangriento velo

Editorial

Chile, la punta del sangriento velo

El general chileno Manuel Contreras, ex jefe de la policía secreta pinochetista, entregó, por medio de sus abogados, un documento notarial a la Corte Suprema, al ministerio de Justicia y al Consejo de Defensa del Estado, en el cual detalla qué pasó con 580 víctimas de la dictadura. El siniestro verdugo de la dictadura de Pinochet, hasta ahora condenado a 25 años de prisión, subraya en ese texto que dependía en su acción delictiva de la Junta Militar de Gobierno y del mismo Augusto Pinochet, en un intento por arrastrar a sus pares al proceso para evitar que lo transformen en el único chivo expiatorio de la dictadura y, además, para tratar de ampararse, sin decirlo, en el pacto firmado por democristianos y socialistas cuando, para suceder sin grandes choques a Pinochet, los de la Concertación Democrática ofrecieron impunidad a los miembros de la dictadura.

Contreras exime a sus subordinados ­que eran criminales y torturadores­ de las consecuencias por el cumplimiento "de las misiones legales y constitucionales ordenadas por mí", pretendiendo cubrirse con una Constitución que el golpe militar había violado, y aplicando la misma lógica macabra esgrimida por la dictadura en Argentina, cuando exculpaba las violaciones, los robos, las torturas y los asesinatos al recurrir a la disciplina militar y a la "obediencia debida".

Además, el general miente en algunos de los casos más destacados cuando dice, por ejemplo, que al canciller socialista Orlando Letelier, asesinado con una bomba en Estados Unidos, o al ex comandante en jefe de las fuerzas armadas, general Carlos Prats, también asesinado por una bomba en Buenos Aires, los mató el agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Michael Townley, cuando ellos fueron muertos por comandos militares y, tal como han hecho los dictadores argentinos, da por fallecidos en combates con la policía a quienes fueron muertos salvaje y cobardemente bajo tortura en la cárcel pinochetista.

De todos modos, Contreras involucra en los asesinatos al Ejército (con 134 desaparecidos); a la Marina, con 35; a la Fuerza Aérea, con 53, y a todos los organismos de Seguridad y de Inteligencia, con un total de 580 víctimas que fueron lanzadas al mar o sepultadas con nombres falsos. También comprueba la existencia del Plan Cóndor, mediante el cual unos 30 chilenos fueron arrojados al Atlántico o al Río de la Plata por los militares argentinos aliados con Pinochet hasta que estalló la guerra de las Malvinas.

El involucramiento de Pinochet en estos crímenes, que este asesino senil declaró en una ocasión desconocer, así como las acciones criminales a escala latinoamericana junto con la CIA y otras dictaduras (argentina, paraguaya, uruguaya, brasileña), convierten el proceso contra Manuel Contreras en un juicio contra todas las dictaduras latinoamericanas, los mandos militares de los años 70 y 80, y los gobiernos de Estados Unidos, todos los cuales han sido llamados en causa por el pluriasesino ahora confeso.

Aunque Contreras no arroja luz sobre toda la represión en el Cono Sur, levanta sin embargo una punta del sangriento velo que cubría los hechos ocurridos en ese periodo. Esta es otra victoria de los defensores de los derechos humanos. Esperamos que la misma conduzca en nuestro país a castigar a los culpables de los asesinatos y desapariciones de hace 30 años.

 
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