Usted está aquí: sábado 14 de mayo de 2005 Cultura Exitoso retorno de Regina Orozco al mundo de la ópera

Nervios y adrenalina

Exitoso retorno de Regina Orozco al mundo de la ópera

ANGEL VARGAS

Ampliar la imagen La soprano con el elenco de la �a La hija del regimiento, en Bellas Artes FOTO Carlos Ramos Mamahua

Exitosa fue la reaparición operística de Regina Orozco en el Palacio de Bellas Artes. El público aplaudió larga y estruendosamente su carismática y divertida encarnación de la Marquesa, en la que fue la primera de las tres funciones de La hija del regimiento, de Gaetano Donizetti, efectuada la noche del jueves.

Fueron nueve años de ausencia del máximo escenario cultural del país para esta polifacética artista, conocida también como la megabizcocho, que lo mismo ha incursionado en el cine y el teatro que en el cabaret, y precisamente por cumplir compromisos de esos ámbitos se había alejado del bel canto. Bueno, entre otras razones.

Por lo apreciado en el escenario, en cuanto su desempeño vocal como histriónico, nadie entre el público podría imaginarse que momentos antes de la tercera llamada los nervios y la adrenalina mantenían su ser en ebullición. Una mezcla de terror y deseo.

¡No hay cantante que no tenga temor de que se le escape el gallo! Así lo acepta Regina en su camerino, entrevistada por La Jornada momentos antes de salir al escenario. Ni las tablas de tantos años en la actuación logran calmarle ese temor.

Y es que el de ''la ópera es un mundo cruel, cabrón de a madre", dice, ''no hay puntos medios, todo se extrapola: o te aman o te aborrecen". Sin embargo, aclara, también es un vicio, un veneno ''febril y enloquecedor".

Desollamiento del alma

Mientras se arregla el tocado de una fastuosa peluca y hace lo propio con un elegante vestido negro de terciopelo, la megabizcocho habla del respeto que profesa por este género, al cual se acercó desde temprana edad, primero como público asiduo y después como cantante, luego de estudiar en el Conservatorio Nacional de Música y en la Escuela de Música Julliard, en Nueva York.

En medio de bromas y contagiosas risotadas, cuenta que tantos años de alejamiento de la ópera se debieron a una serie de prejuicios en torno del género, en cuanto a su solemnidad, pero también a una exagerada autocrítica como cantante.

Considera que nada como la voz expone tanto la forma de ser de cualquier persona: ''Es un aspecto que nos evidencia tal cual somos, que abre el alma y nos desuella anímica, emotiva y sentimentalmente.

''Podemos mentir con todo, menos con la voz. Por ejemplo, Olivia Gorra es tan bondadosa y luminosa como lo es su voz. La mía es muy cálida, así como soy: caliente y cachondota."

De reconocida trayectoria en la actuación, donde ha sido postulada como mejor actriz en el festival de Cannes por su actuación en Profundo carmesí, que le mereció un Ariel en 1997, Regina Orozco aclara que este regreso al ámbito operístico no implica su alejamiento del cine ni del cabaret.

''Son ámbitos diferentes, pero fascinantes e intensos", aclara. Por eso prefiere que se le considere una soprano-vedete.

''Estoy en la ópera porque me salió la voz para ello; además, me encanta su placer y su terror", subraya, y adelanta que ya audicionó para participar en otro montaje con la Compañía Nacional de Opera.

 
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