Usted está aquí: jueves 12 de mayo de 2005 Mundo Atacantes suicidas dejan unos 80 muertos en varios puntos de Irak

Desde que quedó conformado el nuevo gobierno han sido asesinados más de 400 iraquíes

Atacantes suicidas dejan unos 80 muertos en varios puntos de Irak

La mayoría de los atentados se han perpetrado en los sectores de población chiíta

Tropas de EU enfrentan fuerte resistencia en Obeidi; combates a lo largo del río Eufrates

PATRICK COCKBURN THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Jamil Abdul Hussein llora sobre el cad�r de su hermano, Haydar, de 25 a� que muri�er v�ima de un atentado suicida con coche bomba en un peque�ercado en Tikrit, al norte de Bagdad FOTO Ap

Bagdad, 11 de mayo. Atacantes suicidas golpearon el miércoles en distintos puntos de Irak, en la continuación de una devastadora campaña que ha costado la vida a más de 400 iraquíes en las dos semanas que siguieron a la formación del nuevo gobierno.

Muchos de los ataques han sido contra chiítas.

En Tikrit, la ciudad árabe sunita cerca de donde nació Saddam Hussein, el blanco de un atacante suicida a bordo de un auto repleto de explosivos, fue una multitud de trabajadores chiítas provenientes del sur de Irak. Las víctimas estaban a un lado del camino, cerca de un pequeño mercado a las 7:15 de la mañana, esperando a ser contratados en el ramo de la construcción, lo que se ha convertido en una imagen común en todas las ciudades iraquíes. Fue entonces cuando el automóvil los embistió y estalló. Al menos 38 personas murieron y 84 más resultaron heridas.

"Lo que presencié fue una tragedia", dijo Ibrahim Mohammed, un trabajador de la ciudad chiíta de Kut, al sur de Bagdad. "La explosión le arrancó la cabeza a algunas personas, otros fueron quemados, y algunos quedaron despedazados".

La campaña de atentados suicidas ha demostrado una extraordinaria habilidad para montar diversos ataques al mismo tiempo en el centro y el norte de Irak. La mayoría de los suicidas son sauditas o yemenitas, jóvenes devotos musulmanes que buscan el martirio al combatir a los infieles, pero la infraestructura que los respalda, la que los provee de vehículos escondites, explosivos y espionaje, es iraquí.

Poco puede hacerse para detener a personas decididas a matarse.

En Tikrit, el pasado viernes, un atacante suicida a bordo de un taxi destruyó una camioneta policial en un puesto de control, matando al menos a ocho personas e hiriendo a siete. La policía local anunció que en un futuro no se permitirá que vaya un solo pasajero a bordo de un vehículo, pero será difícil que esto se convierta en una regla.

Un segundo ataque ocurrió en la ciudad árabe sunita de Hawaija, al oeste de la provincia de Kirkuk, y fue aún más devastador. Un hombre con explosivos atados al cuerpo entró en un centro de reclutamiento de la policía y el ejército, a pesar de que el edificio estaba resguardado con una valla de cemento cubierta con alambre de púas. Aun en esta ciudad, considerada un importante bastión de la resistencia, la necesidad de trabajo es tal que 150 hombres esperaban en el complejo tratando de conseguir empleo dentro de las fuerzas de seguridad. En total, 35 murieron y 54 resultaron heridos, 15 de ellos de gravedad.

"Yo estaba parado cerca del centro cuando de un momento a otro todo se convirtió en una escena llena de cadáveres y charcos de sangre", dijo el sargento de la policía Khalaf Abbas. "Las ventanas de las casas vecinas estallaron dejando las calles cubiertas de vidrios".

En teoría, cada aspirante debió haber sido cateado antes de poder ingresar al centro de reclutamiento.

"Me sorprende que los guardias no hayan detectado al atacante", señaló el mayor general del ejército iraquí, Anwar Mohammed Amin. El incidente es investigado pero los elementos de la seguridad iraquí muestran una comprensible falta de entusiasmo ante la perspectiva de algún día llegar a detectar a los atacantes suicida antes de que lleven a cabo sus atentados.

Hubo otros dos ataques con bomba la mañana del martes en Bagdad. Un atacante se hizo estallar en su vehículo cuando se encontraba en un puesto de control, desde el que se le impidió llegar a la estación policial del barrio sureño de Doura, escenario de frecuentes atentados de la resistencia. Tres civiles murieron.

Otro coche bomba estalló cerca de una patrulla policial en el barrio de Mansur, matando a dos policías y un civil.

Frustrados ante las fuertes barricadas que protegen a la policía y al ejército, los atacantes recurren cada vez más a perpetrar sus atentados a pie, llevando chaquetas rellenas de explosivo y mezclado muchas veces con clavos y trozos de metal.

Al oeste del país, cerca de la frontera con Siria, unos mil marines, soldados y marinos estadunidenses combaten a insurgentes en los poblados a lo largo del río Eufrates, y cerca de las provincias de Qaim y Obeidi en una serie de ataques llamados Operación Matador.

Esto concuerda más con el estilo de las operaciones militares etadunidenses durante el primer año de su guerra contra la resistencia, cuando sus frecuentes operaciones llevaban nombres melodramáticos y que se suponía tenían el objetivo de eliminar a combatientes extranjeros y a los "remanentes" del régimen de Saddam Hussein.

Las cifras del Pentágono

El ejército estadunidense dice que ha matado a 100 insurgentes, aunque esta afirmación es imposible de corroborar. Periodistas estadunidenses incrustados en las fuerzas estadunidenses dicen que sus comandantes hablan de cifras mucho más modestas.

La experiencia pasada demuestra que el ejército de Estados Unidos tiene la tendencia a afirmar que todos los iraquíes muertos resultantes de sus operaciones son insurgentes, mientras los residentes locales aseguran que son civiles. Las acciones estadunidenses en áreas locales se dirigen, por lo general, a hombres jóvenes, todos ellos armados, que apenas se están involucranto en los combates.

Se informó que las tropas estadunidenses encuentran una feroz resistencia en Obeidi, donde los marines sólo lograron ocupar una casa después de atacarla con granadas, un tanque, un lanza cohetes y un bombardeo aéreo.

En represalia, hombres armados secuestraron a Raja Nawaf Farhan Mahalawi, el gobernador de Anbar, la provincia en la que tienen lugar estos combates. Los captores afirmaron que dejarán libre al funcionario sólo cuando las fuerzas armadas se hayan retirado de Qaim.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

 
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