Usted está aquí: viernes 6 de mayo de 2005 Opinión Ahora, a trabajar

Editorial

Ahora, a trabajar

Cabe felicitarse, sin duda, por lo que parece ser el fin de la confrontación entre la Presidencia de la República y el Gobierno del Distrito Federal, y hacer votos por que el encuentro de hoy entre los titulares del Ejecutivos federal y el local marque la superación definitiva de las hostilidades y el inicio de un periodo de trabajo coordinado entre ambas instancias. Ello es deseable y exigible no sólo en aras de la armonía republicana y la estabilidad política, sino también porque, debe decirse con todas sus letras, el país y su capital se encuentran al garete y en el abandono, y es necesario que ambos políticos se empeñen en la solución de problemas que agobian a la sociedad.

El ámbito federal acusa los resultados de cuatro años y medio de inmovilismo disfrazado de eficiencia gerencial. La economía no crece con el dinamismo que se requiere ya no para superar rezagos, sino al menos para evitar que se agudicen, y el desempeño de las cifras no es satisfactorio ni siquiera para los beneficiarios tradicionales del modelo en curso. La administración pública sigue tan afectada por la corrupción y la ineficiencia como en los sexenios del priísmo clásico, situación ante la cual el Ejecutivo federal dispone de una última oportunidad para limpiar la casa y responder, así, a una de las mayores decepciones con respecto a las promesas de campaña del candidato presidencial Vicente Fox.

Si al actual gobierno se le agotó ya el tiempo para procurar consensos nacionales en torno a las reformas fiscal y energética, aún puede, en cambio, enderezar el rumbo en materia de política exterior, en la cual el paso de dos secretarios arrogantes, inexpertos y atrabiliarios ha dejado un panorama de ruinas y escombros.

Puntos de articulación obligada entre los ámbitos federal y estatal (o capitalino, en este caso), el deterioro sostenido de la seguridad y el crecimiento de la delincuencia han alcanzado grados de escándalo, que reclaman menos boletines triunfalistas y más acciones inmediatas y efectivas de las autoridades de todos los niveles.

Por lo que hace a la capital de la República, si bien es cierto que a su gobernante le fue impuesta una confrontación distractora y hasta desestabilizadora, no por ello han de cerrarse los ojos ante el descontrol y el abandono imperantes en muchos rubros. La temporada de lluvias está próxima y no hay información oficial sobre medidas preventivas; la inseguridad avanza; las necesidades de transporte colectivo de la mayoría de la población permanecen desatendidas ­por más que el Metrobús resulte una obra lucidora­, y la basura se acumula en calles que carecen de ley y concierto. Las recién inauguradas vialidades se encuentran invadidas por camiones de carga, microbuses y autobuses, y hasta son empleadas, sin autorización, como locación para grabar programas televisivos, como puso al descubierto el accidente ocurrido antenoche en el Periférico en el que resultaron atropellados varios actores luego de que un productor irresponsable y arbitrario los puso a circular en motocicletas, a baja velocidad, por la vía rápida.

Salta a la vista, en suma, que si Vicente Fox desea posicionar a su partido, y si López Obrador pretende consolidar su propia candidatura, deben por ahora concentrarse en el desempeño de los cargos para los que fueron elegidos y hacer frente a los problemas, es decir, ponerse a trabajar.

 
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