Usted está aquí: miércoles 4 de mayo de 2005 Sociedad y Justicia Transferirá Conacyt a Hacienda una cartera incobrable por $170 millones

La deuda proviene de 32 empresas que recibieron fondos para proyectos que fracasaron

Transferirá Conacyt a Hacienda una cartera incobrable por $170 millones

Parte de los recursos de esos programas generaron ganancias al ser depositados en bancos

CLAUDIA HERRERA BELTRAN

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) transferirá este año a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) una "cartera incobrable" por un monto de 170 millones de pesos de 32 empresas morosas que fueron demandas por haber recibido fondos para desarrollar tecnología y que fracasaron, algunas a causa de la crisis de 1994. En este grupo se encuentran grandes y pequeños negocios, cuyas deudas se vieron triplicadas en 15 años.

Con departamentos, inmuebles que ocupaban industrias y 50 terrenos del fraccionamiento El Tapatío, en Jalisco, que pertenecieron a la desaparecida empresa automotriz DINA, el Conacyt se ha cobrado parte de esta antigua deuda.

Al cabo de 14 años, los fondos se convirtieron en un problema tanto para algunos empresarios, quienes con el tiempo vieron triplicadas o cuadruplicadas sus deudas, como para el Conacyt, que debió recuperar lo prestado y asumir funciones que no le correspondían, operando como banco o agencia inmobiliaria.

El director Adjunto de Tecnología del Conacyt, Guillermo Aguirre, da detalles de un capítulo que estuvo oculto durante 14 años. El Conacyt, explica, no perdió, pues los 114.7 millones de pesos invertidos inicialmente en los dos fondos (conocidos como Fidetec y Forccytec) se multiplicaron en este periodo, pero no por la apuesta de modernización tecnológica, sino porque los recursos estuvieron depositados en bancos y produjeron jugosos intereses en tiempos de altas tasas.

Al final, los dos fondos generaron 600 millones de pesos, con los que la administración actual creó el programa Avance, que también apoya empresas, y emprendedores en tareas de innovación tecnológica, pero con un esquema diferente al anterior. En vez de préstamos, el Conacyt invierte capital de riesgo, lo que según Aguirre, es la mejor fórmula, porque los empresarios entregan una fianza como garantía de los fondos recibidos que se les devuelve si concluyen su proyecto exitosamente, y que pierden en caso contrario.

Actualmente, Conacyt inició los trámites para transferir la deuda de 170 millones de pesos al Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE), el cual sí tiene atribuciones para negociar el monto con las 32 empresas (25 de un fondo y siete del otro), cuyos nombres prefieren mantener en el anonimato.

El shock del 94

Esta historia inició en 1991, durante la fiebre de modernización y apertura comercial. En el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el Conacyt otorgó los primeros préstamos a empresarios nacionales para innovación tecnológica.

El director adjunto explica que cuando Fausto Alzati era director del Conacyt se promovieron el Fideicomiso de Investigación y Desarrollo para la Modernización Tecnológica (Fidetec) y el Fondo para el Fortalecimiento de las Capacidades Tecnológicas Estratégicas (Forccytec).

El Fidetec se instituyó en octubre de 1991 con un patrimonio de 80 millones de pesos, y su objetivo era apoyar proyectos de inversión en innovación y desarrollo tecnológico que se encontraban en etapa precomercial, los cuales incluían desde la generación de la idea hasta la construcción de prototipos.

Explica que Fidetec inició con buenas expectativas; sin embargo, los proyectos tronaron con la crisis de 1994, porque Nacional Financiera ya no aceptó dar créditos para que estas empresas convirtieran sus prototipos en productos.

"Nos quedamos con una bola de proyectos en etapa precomercial pero que no tenían expectativas para conseguir más recursos ni quien les apoyara en la siguiente fase", afirma.

El Conacyt no pudo recuperar la mayor parte de los recursos, porque los pagarés se redactaron incorrectamente y no se pidieron garantías. En conclusión, dice Aguirre, "no se puso atención en la responsabilidad de cobrar efectivamente y nos encontramos con que no se podía hacer la cobranza".

Esta situación provocó que Fidetec fuera suspendido, pero una parte de los 80 millones de pesos que fueron recuperados se mantuvieron en el banco, lo que permitió que los fondos se triplicaran con el tiempo debido a las elevadas tasas de interés.

Fidetec reinició en 1997, pero con un nuevo esquema. Para asegurar el pago, el Conacyt contrató personal de bancos y reforzó su área jurídica y pidió inmuebles como garantía de los prestamos.

En las dos etapas de Fidetec, 80 empresas recibieron préstamos, de las cuales 24 no devolvieron las cantidades adeudadas, las cuales se fueron multiplicando a causa de las elevadas tasas de interés. En el caso de los negocios que dejaron un inmueble en prenda, fue menos complicada la recuperación del dinero.

En mayo de 1991, cinco meses antes de la constitución de Fidetec, la Secretaría de Programación y Presupuesto (ahora de Hacienda y Crédito Público) y el Banco del Atlántico habían constituido el Forccytec con 34.7 millones de pesos. La meta consistió en que grupos de cinco empresas se reunieran y crearan centros de investigación y desarrollo tecnológico.

El proyecto fracasó pronto porque la mayoría de las empresas se "pelearon", indica Aguirre. En total, el Conacyt apoyó la constitución de 11 centros, de los cuales cuatro están operando, pero siete nunca se constituyeron formalmente.

Los que están operando son el Centro Nacional para la Calidad del Plástico, el Instituto Tecnológico del Plástico, el Centro para la Innovación y el Desarrollo Competitivo Empresarial y el Centro para la Calidad Mexicana Certificada.

Los proyectos fracasados fueron: el Centro Regional de Innovación Agroindustrial (CRIA), el Centro de Innovación en Procesamiento y Conservación de Alimentos Marinos (CIPCAM), el Centro de Información y Enlace Industrial (Cetindustria), el Centro de Nuevas Estrategias en Consultoria y Capacitación Tecnológica (CENET), la Fundación de la Industria de la Construcción para el Desarrollo Tecnológico y Capacitación (FIC) y el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para el Control Ambiental (Ecoexel).

Como las empresas tuvieron conflictos desde el principio, algunos fondos no se asignaron y se colocaron en el banco. Al cabo de los años, los 34.7 millones invertidos originalmente se convirtieron en 200 millones de pesos, refiere Aguirre.

A pesar de estas historias de fracaso, el director adjunto hace un balance positivo. "Si el Conacyt hubiera sido un banco le hubieran puesto una medalla, sobre todo a la luz de lo que pasó con el Fobaproa y que muchos bancos quebraron. De 80 millones de pesos que gastó regresó 320 millones de pesos en rendimientos bancarios y de 80 casos, 55 fueron exitosos en el caso de Fidetec.

Aunque admite que para algunas empresas "resultó un contrasentido", porque terminaron en un pleito legal. Pero insiste que el SAE se hará cargo de la deuda incobrable, estaba sorprendido de que la cartera se hubiera manejado "tan bien".

 
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