Usted está aquí: miércoles 4 de mayo de 2005 Opinión Efrén Capiz: el poeta y la tierra

Luis Hernández Navarro

Efrén Capiz: el poeta y la tierra

Aprendiz de panadero, maestro guarachero, curtidor de todo tipo de pieles, abogado practicante, poeta y dirigente campesino e indígena son algunos de los oficios que Efrén Capiz Villegas aprendió y ejerció hasta que la muerte lo alcanzó la noche del 2 de mayo de 2005.

Consecuente, honesto, combativo, intransigente, son algunos de los atributos que lo distinguieron como líder agrario y fundador, en 1979, de la Unión Campesina Emiliano Zapata (UCEZ), en Michoacán.

No hubo encuentro campesino o popular al que asistiera donde pasara desapercibido. Vestido con sombrero y gabán de Nahuatzen, su localidad natal, dueño de una voz potente y gran capacidad para versificar en el momento, don Efrén se distinguía por corear consignas de lucha hasta el agotamiento, en un ejercicio que semejaba más una interpretación de rap que los ritos usuales de la izquierda popular.

Nacido purépecha el 9 de septiembre de 1924 en el seno de una familia en lucha por la tierra comunal, el licenciado Capiz -como le llamaban respetuosamente los comuneros- dedicó su vida a la recuperación y defensa de los territorios indios y al reconocimiento del derecho a su libre determinación y autonomía como pueblos.

-¿De quién es la tierra? -acostumbraba preguntar a los campesinos en reuniones y asambleas.

-De nosotros - le respondían invariablemente.

-¡No! -los contradecía él -la tierra es de la comunidad.

A los 20 años de edad, Efrén Capiz entró a estudiar cuarto de primaria en la escuela Técnica Alvaro Obregón, de Morelia, Michoacán. El financió sus estudios. Cuando se le acababa el dinero se iba al pueblo a trabajar, ahorrar unos centavos y regresar a tomar sus clases. Para hacer méritos lavaba platos en la escuela. Para poder concluir su enseñanza primaria solicitó, junto con otros compañeros, apoyo del general Lázaro Cárdenas. Generoso, el ex Presidente los recibió y les entregó una carta dirigida al gobernador del estado y un sobre con 150 pesos a cada uno.

Abogado practicante, conocedor incansable de los recovecos del derecho agrario, don Efrén litigó durante años los interminables conflictos por la tierra que atraviesan la Meseta Purépecha y la región lacustre de Michoacán, amparado en el título de su esposa, Eva Castañeda Cortés.

Crecido en el seno de una sociedad que nombraba a los blancos como gente de razón y a los que no lo eran como naturales, don Efrén fue un activo promotor de la lucha contra el racismo y en favor de los derechos de los pueblos indígenas. Simpatizante de la causa zapatista, fue activo promotor de la solidaridad con el levantamiento armado de los rebeldes sureños. No resulta así extraño que comuneros de la UCEZ de la región de Zirahuén hayan organizado el caracol Erupción de rebeldía en el lago azul de Zirahuén.

La función del licenciado Capiz iba más allá de la mera gestoría. El abogado era también un maestro que enseñaba a las comunidades cómo hacer documentos, cómo defenderse y cómo organizarse. Fue el dirigente de una organización regional, la UCEZ, que en sus mejores momentos llegó a agrupar a unas 100 comunidades, la mayoría indígenas, amenazadas de despojo por compañías mineras, empresas turísticas, terratenientes y agroindustrias. Una organización que recuperó, por el camino legal y por la vía de los hechos, miles de hectáreas para los comuneros. Participó, además, en la fundación de convergencias nacionales, como la Coordinadora Nacional Plan de Ayala y el Congreso Nacional Indígena.

Efrén Capiz fue encarcelado en cuatro ocasiones. La primera vez que lo detuvieron era presidente del Consejo Estudiantil Nicolaita. Preso durante seis meses, elaboró, desde su celda, un amparo contra los delitos que se le imputaban. Finalmente, y contra su voluntad, su futura esposa y un amigo sufragaron la fianza para liberarlo. Capiz se negó a salir, pues consideraba que no tenía que pagar por algo que no había hecho. Los policías tuvieron que sacarlo de la prisión a la fuerza. A raíz del movimiento estudiantil de 1966 en Morelia pasó cinco años en la cárcel.

Su casa es un archivo lleno de vida. Allí están los testimonios documentales de un pedazo importante de la historia reciente del movimiento campesino. Carpetas con los trámites agrarios, documentos políticos y diplomas llenan mesas, estanterías y habitaciones. Una foto con el subcomandante Marcos y con su esposa Eva da cuenta de sus lealtades políticas.

A unos metros de su domicilio, el local de la UCEZ funciona, también, como precaria galería popular. Grandes mantas con pinturas de muralistas como Gustavo Chávez adornan, junto a varios periódicos murales, las paredes de la precaria construcción. A Capiz siempre le gustó el arte. Quería que las marchas estuvieran llenas de color y alegría. Grupos musicales como Los Magueyes y La Bola Suriana acompañaron sus movilizaciones. Poeta épico, sus composiciones nunca fueron recogidas en un libro.

En sus 80 años de vida Efrén Capiz no descansó en su lucha por lo común: lo comunal y lo comunitario. Como dirigente nunca fue al dinero ni negoció a espaldas de sus compañeros. Su nombre no aparece en la lista de los líderes campesinos que avalaron las contrarreformas al artículo 27 constitucional; tampoco en la de quienes se sumaron al Acuerdo Nacional para el Campo. Nunca cambió su bandera por una curul. Desafió lo mismo a los gobiernos del PRI que al del PRD.

Que se cuiden los latifundistas de donde quiera que sea que haya ido ahora don Efrén, porque muy pronto seguirá organizando tomas de tierras y asesorando campesinos para que recuperen aquello de lo que han sido despojados.

 
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