La Jornada Semanal,   lunes 2 de mayo  de 2005        núm. 530
 
   LA JORNADA VIRTUAL   

NAIEF YEHYA

DISTRACCIONES

¿Y con la realidad qué hacemos?

El Papa murió y ya tiene sustituto. Terry Schiavo (la mujer en estado vegetativo que fue motivo de una de estruendosa controversia en torno al derecho de la eutanasia) también murió, y todo parece indicar que, al término de su juicio, Michael Jackson irá a dar a la cárcel. Pero aun cuando estas distracciones sean puestas a un lado, es difícil contar con que los estadunidenses puedan despertar del letargo mediático-propagandístico. Difícilmente podemos imaginar que el público podrá interesarse con el mismo fervor en otras noticias más mundanas tras semanas de estrépito, tragedia sentimental-religiosa y morbosidad. Tal vez ahora la gente tendrá tiempo de enterarse de que los diecisiete soldados estadunidenses implicados en el asesinato de tres prisioneros en Irak y Afganistán, no serán enjuiciados. El que será castigado más seriamente será dado de baja del ejército y otro recibió una carta de reprimenda. A muchos quizás no les parecerá muy grave que las propias fuerzas armadas reconozcan que por lo menos veintiocho presos fueron asesinados en cautiverio en las recientes aventuras militares de Estados Unidos, pero tal vez alguien se sorprenda al descubrir que sólo uno de estos casos tuvo lugar en la tristemente célebre prisión de Abu Ghreib. A lo mejor si ponen atención podrán descubrir que Afganistán, el país que los neocons salvaron del talibán, tiene aún hoy el peor sistema educativo del mundo y los caciques, todos igualmente fundamentalistas, sicóticos y criminales que el talibán, han hecho que su país conquiste el primer lugar mundial de producción de opio. De nada de esto se enteró la primera dama, Laura Bush, durante su visita a ese país, un show de seis horas cuidadosamente coreografiado.

Reportes sin consecuencias

A estas alturas los estadunidenses han perdido interés en conocer la verdad por la que el gobierno de Bush invadió Irak. Reporte tras reporte se han puesto en evidencia las "fallas de inteligencia", las omisiones y los graves descuidos que permitieron que el gobierno se equivocara en sus juicios. El reporte de la comisión presidencial para las "armas de destrucción masiva" de Hussein fue la muestra más reciente de que arrastrar a un país a la guerra con mentiras es perfectamente legítimo en la era Bush. Afortunadamente se pudo echar toda la culpa al ex director de la CIA, George Tenet, quien a pesar de haber sido usado como chivo expiatorio, recibió de consolación la medalla presidencial de la libertad. El 9 de febrero, otro reporte (que la Casa Blanca logró bloquear para que buena parte de la información se mantuviera clasificada) determinó que hubo numerosos avisos y señales de que un ataque como el del 11 de septiembre estaba en preparación. Esto demostró que todo lo declarado por el equipo Bush era mentira o resultado de una incompetencia brutal. Pero en lugar de causar furor, el reporte ha servido para desinflar a la oposición. En este caso se culpó a la Agencia Federal de Aviación.

El costo de la guerra del futuro

Mientras la masa contempla por la televisión las exequias del difunto Papa y la elección del siguiente, la vieja guardia de la defensa nuclear se ha enfrascado en un debate con los halcones de la era Bush, quienes quieren reciclar y modernizar viejas armas atómicas, especialmente los misiles W-76; usualmente transportados por submarinos nucleares, tienen un poder de siete veces la usada en Hiroshima y hay alrededor de mil 500. La idea es convertir a estas bombas para usarlas en los conflictos modernos. Mientras, se usarán para violar el tratado que prohíbe las pruebas de armas nucleares. Por otro lado, el ejército tuvo que reconocer el 28 de marzo pasado que sus ambiciosos planes de modernizarse con el programa Sistemas de Combate del Futuro (SCF), costará 145 mil millones de dólares (sin incluir otros 25 mil millones para la red de comunicaciones militares), lo que es una buena parte del presupuesto para fabricar más de setenta nuevos sistemas de armas a un costo de $1.3 billones. Por supuesto, el SCF es parte de la campaña del secretario de defensa Donald Rumsfeld por convertir al ejército en una fuerza más ligera, veloz y eficiente. No hay duda de que Rumsfeld será recompensado por su desastrosa campaña en Irak con el dinero para SCF, ya que el régimen Bush premia abundantemente el fracaso, como lo demuestra el nombramiento de Condolezza Rice como secretaria de Estado y el de Paul Wolfowitz en la dirección del Banco Mundial.

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