La Jornada Semanal,   lunes 2 de mayo  de 2005        núm. 530
 

Alfonso Morales Carrillo

Foto insurrecta

Entre 1955 y 1968, Rodrigo Moya (1934) fue parte de la amplia nómina de reporteros gráficos que hicieron posible el último período de esplendor de la prensa ilustrada mexicana. En revistas como Impacto, Siempre! y Sucesos para todos, dio a conocer trabajos sobre la más variada temática: reinas de la farándula, acontecimientos políticos, catástrifes citadinas, personajes callejeros, muertos iilustres, infancias sin futuro...

Más allá de las rutinas periodísticas, Moya condujo su cámara por las zonas ocultas, apartadas o limítrofes en que la realidad no se ajustaba al triunfalismo de gobiernos que se decían progresistas o revolucionarios. El interés que tuvo en documentar el reverso del Milagro Mexicano, donde los trabajadores del ixtle sobrevivían ganando unos cuantos pesos y los pobres de los suburbios no tenían más herencia que sus piojos, no fue ajeno a su filiación comunista. A fines de los años cincuenta, cuando diferentes manifestaciones de descontento social exhibieron la rigidez del sistema político mexicano y la Revolución cubana renovó el espíritu antiimperialista, el fotoperiodista cedió su lugar al fotógrafo militante.

El archivo que Rodrigo Moya formó a lo largo de trece años de trabajo conserva notables documentos sobre el contrastante poliedro, lleno de ilusiones y promesas, que fue México en tiempos del desarrollo estabilizador, el rock’n roll y la tele en blanco y negro. Inquilinos de vecindades ruinosas, guerrilleros remontados en la selva, miralistas distanciados, peatones de una ciudad híbrida pero aún accesible, son parte del rumor utópico que sus imágenes convican.

Ex buzo, ex editor de una revista pesquera, ex coleccionista de caracoles, laureado cuentista, Rodrigo Moya elegió el título de Foto insurrecta para la muestra en que su recién desempolvada memoria fotográfica busca la complicidad de nuevos ojos. El público que la visitó en el Centro de la Imagen pudo comprender entonces la falta que nos hacía este clásico del fotoperiodismo mexicano.