La Jornada Semanal,   Lunes 2 de mayo  de 2005        núm. 530

Germaine Gómez Haro

 POSTAL MICHOACANA

Hace un par de semanas fui invitada a Morelia a presentar la exposición Fauna de asfalto de los artistas Marisa Lara y Arturo Guerrero. Mi reencuentro con la hermosa tierra michoacana que visité por última vez hace quince años fue más que una grata sorpresa. La capital y los poblados aledaños lucen esplendorosos gracias a la ardua labor de remozamiento, limpieza y orden que se ha llevado a cabo en sus calles, espacios públicos y monumentos arquitectónicos, notable iniciativa del gobierno estatal que merece una ovación.

Marisa Lara y Arturo Guerrero inauguraron dos exposiciones que se presentan simultáneamente: Pasaporte universal, en el Museo de Arte Contemporáneo Alfredo Zalce, y Fauna de asfalto, en la Casa de la Cultura de Morelia. La primera integra el trabajo interdisciplinario que la pareja de artistas ha venido realizando desde hace alrededor de un año y que tiene como fundamento su reflexión en torno a las relaciones humanas, la ecología y el devenir del arte en el contexto de la globalización. Un conjunto de pinturas, fotografías, arte objeto, instalaciones, esculturas, y un performance protagonizado por los propios artistas representando a los siameses chilangos Arturotl y Maritzin, despliega su cuestionamiento filosófico acerca de la pérdida de identidad y la homogeneización de la creación en este mundo materialista amenazado por la deshumanización, la indiferencia y la frivolidad. Más de un centenar de morelianos, en su mayoría jóvenes, se mostraron sorprendidos y fascinados con la frescura y el ludismo que emana del original y muy personal trabajo de Lara y Guerrero.

En una lindísima celda de bóveda de cañon corrido en el Ex Convento de El Carmen —sede de la Casa de la Cultura— se exhibe Fauna de asfalto, una serie de ocho grabados que conforman una carpeta. De carácter más intimista, estas obras pueden ser consideradas pequeños poemas visuales cargados de un alto contenido metafórico y simbólico. El título de la serie hace alusión a nuestra megalópolis defeña, en la que el caos, en todas sus acepciones, ha dado lugar a la desolación y al vacío. Los animales que protagonizan estos grabados, imbuidos de la ambigüedad de una selva de concreto, son acaso la última esperanza para devolver a la ciudad metalizada y mecanizada reminiscencias de la pulsión vital perdida. Este trabajo fue realizado en el Taller de Investigación y Experimentación Gráfica de Pátzcuaro, dirigido por el grabador Derli Romero. Lamentablemente este taller se ha dado a conocer poco fuera del Estado, aunque, a decir de Lara y Guerrero, por su equipo técnico y su maquinaria, puede ser considerado uno de los más profesionales del país. Ahí han trabajado artistas gráficos de la talla de José Luis Cuevas y Jan Hendrix, entre otros. El taller se ubica en una espléndida y amplia sala inundada de luz dentro del Templo de la Compañía.

Otra agradable sorpresa en Pátzcuaro fue la recién inaugurada Casa de la Real Aduana, que funciona paralelamente como hotel y centro cultural, bajo el nombre de La Folia. Se trata de una casona del siglo XVII restaurada con un gusto exquisito por una pareja franco-mexicana que se enamoró del lugar y decidió abandonar todos sus proyectos para afincarse en esta hermosa mansión que se encontraba prácticamente destruida, echar a volar la imaginación y dejarse llevar por un golpe de "locura" (folia significa locura en italiano). En La Folia se organizan exposiciones de artistas nacionales y extranjeros, recitales de música y cursos de apreciación visual y auditiva. La casa en sí es un pequeño museo en el que se integra en armonía la colección de los propietarios, que reúne piezas selectas del arte popular michoacano, fotografía y gráfica de destacados artistas internacionales y obras provenientes de África y de otros parajes exóticos.

Las muestras de Marisa Lara y Arturo Guerrero viajarán a diversos puntos del país y el trabajo realizado en el Taller de Grabado de Pátzcuaro se presentará próximamente en la Casa Lamm. Se recomienda estar atentos a estas exposiciones y visitar Morelia y Pátzcuaro, dos ciudades de sueño.