Usted está aquí: lunes 2 de mayo de 2005 Opinión ELOGIOS Y HEREJIAS

ELOGIOS Y HEREJIAS

Tino Camil

21.11.81

EN la neblina el agua, o viceversa,

y bajo la neblina los destellos

interminables de lo frío o lo negro

o la nocturnidad

de unos ojos rusos, negros,

tus ojos, Natalie, buscando

ayuda, help, como tu grito,

que es un grito de pájaro,

entre más apagado mayormente

doliente, inevitable, hondo su alcance hondo,

inalcanzable.

EN la neblina el agua de tus ojos

temerosos del agua, abatidos

desde lejanas horas por la madre

a la que la gitana dijo

"mantenla lejos

de las oscuras aguas". No es de terror tu grito,

es de ternura

triste, derrotada, desolada en el sueño de embriaguez

y abandono y certeza

de que llegó el final, de que la vida

ha cumplido su círculo y te entregas,

después de la tormenta de la fiesta, en

el fragor de la resaca, a tu sueño sin sueño,

a tu sueño en vigilia, si así puede decirse, vigilante

de lo que te rodea o pareciera te rodea:

una fanal que no sabe dar contigo,

alegrías distantes desde la costa como a cansadas ráfagas,

y a cuatrocientos metros, nada más, el exhausto sopor

del marido irritado y del presunto amante, Christopher,

Robert, nombres

llenos de ti, como las pantallas,

entonces nuevas,

de nuestros ojos.

 
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