Usted está aquí: sábado 30 de abril de 2005 Opinión Huntington, cazador de migrantes

Alfredo C. Villeda

Huntington, cazador de migrantes

El renovado embate antimigrante en Estados Unidos, solapado por la Patrulla Fronteriza y amparado en la indiferencia del gobierno federal, encabezado por George W. Bush, tiene como autor material en 2005 al Proyecto Hombre al Minuto, que no sólo es lo que el diario El País denomina con un eufemismo "grupo de voluntarios preocupados", sino que se acerca más a lo que el ensayista Samuel P. Huntington llama "movimiento nativista".

Para argumentar su recelo, el autor remite a un ejemplo nítido: los antecedentes de la "solución" de los Balcanes, que se pueden ilustrar con los siguientes datos: en 1961, en Bosnia-Herzegovina 43 por ciento de la población era serbia y 26 por ciento musulmana. Sin embargo, para 1991, 31 por ciento era serbia y 44 musulmana. Ante ese crecimiento, los serbios reaccionaron con la limpieza étnica.

Como si ese infierno no bastara, Huntington lo alude con la siguiente comparación: en 1990 la población de California era 57 por ciento blancos y 26 por ciento hispana. En 2040 será 31 por ciento blanca y 48 por ciento hispana.

Y plantea: "La entrada continua de un gran número de hispanos en Estados Unidos pone en peligro la preeminencia de la cultura angloprotestante blanca y la posición del inglés como única lengua nacional. Los movimientos nativistas son, por eso, una respuesta plausible a todas esas tendencias, y en situaciones de grave depresión y dificultades económicas, la 'solución' de los Balcanes seguirá latente contra los hispanos".

La amenaza, el discurso guerrero, el supremacismo intelectual que surgen de estas palabras corresponden a la pluma del académico de Harvard, que en su más reciente obra, ¿Quiénes somos? (2004), lanza un nuevo alegato contra la migración, especialmente la mexicana, como ya lo había hecho en su anterior libro, Guerra de civilizaciones (ambas obras editadas en español por Paidós).

El autor acude a cifras y reportes periodísticos para sostener su alegato. Pone en boca de lo que denomina "los nativistas" credos propios, aunque sean compartidos. No importa si la información está fuera de contexto o simplemente es falsa; no importa si en tanto número haya omisiones justo de las cifras que demuestran el valor del trabajo mexicano en la economía de Estados Unidos.

Para su ideal de estadunidense, anglosajón, blanco y protestante, la inmigración mexicana plantea "un problema sin precedente", y ejemplifica con un partido de futbol en Los Angeles, en el que la afición se entrega al Tri y acribilla, dice Huntington, al cuadro de Estados Unidos. El autor, que hace insinuaciones de limpieza étnica como "solución", se horroriza ante la supuesta "reconquista demográfica" que los mexicanos hacen del territorio que les fue despojado. Y, que Dios perdone a los migrantes, aporta lo que llama un dato significativo y sintomático de lo que depara el futuro: en 1998, José remplazó a Michael como nombre más popular entre los niños recién nacidos tanto de California como de Texas. ¡Horror!

En su justificación, hace la apología de los grupos nativistas blancos. La cita es textual: "Los dirigentes de estos movimientos tienen poco que ver con los grupos marginales. Son cultos, inteligentes y, en muchos casos, en posesión de impresionantes titulaciones por las principales universidades del país. Esta nueva estirpe de defensores de la causa racial blanca es muy distinta de la de los políticos populistas y los encapuchados del Ku Klux Klan del Viejo Sur".

Sigue la cita: "Los nativistas creen en la autodeterminación y autopreservación de las razas y están convencidos de que Estados Unidos se está convirtiendo a pasos agigantados en una nación dominada por personas no blancas. De ahí que el cambio en el equilibrio racial signifique un cambio cultural y comporte la sustitución de la cultura blanca, que hizo grande al país, por culturas negras o de color, que son distintas de la primera y, desde el punto de vista nativista, intelectual y moralmente inferiores. Tal mezcla de razas y, por consiguiente, de culturas no hace más que enseñarnos el camino de la degeneración nacional. Según los nativistas, para que Estados Unidos siga siendo Estados Unidos es necesario que siga siendo blanco".

Por si faltara algo, el académico remata. La expansión del español es una "importante amenaza potencial a la integridad cultural y, posiblemente, política" de su país. Y por ello concluye que no existe el sueño americano, sólo el "american dream", ése que buscan quienes ahora, con argumentos como los de Huntington, están vulnerables ante los cazamigrantes de Arizona, más "nativistas blancos" que "voluntarios preocupados".

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