Usted está aquí: sábado 30 de abril de 2005 Cultura Elisa aguanta un piano

Elisa aguanta un piano

La disquera alemana Deutsche Gramophon ideó hace algunos años un álbum prodigioso: Para Elisa, y contiene 20 piezas célebres para piano escritas por autores diferentes y ejecutadas por las máximas figuras del pianismo mundial. El subtítulo es inmejorable: ''Mi primer recital" y está habilitado con un sistema sencillo de software que se puede ver en cualquier pecé y seguir gráficamente la música (partitura y texto, entre otra información multimedia) como una manera lúdica de disfrutar la música de concierto en su máxima dimensión, que es la del juego.

El banquete se abre con la celebérrima bagatela en La menor, Para Elisa, de Beethoven, con la maestría digital de Anatol Ugorski. Le sigue otra celebridad, el alemán Wilhelm Kempff con el Preludio y Fuga número uno en do mayor de Bach y el recorrido comprende pasajes fascinantes, muchos de ellos inimaginables en un disco dirigido al público iniciático, es decir el que se inicia. Por ejemplo, la Canción de primavera de Felix Mendelssohn, ejecutada en el teclado por el maestro argentino Barenboim, alternadas con piezas harto conocidas, como el pasaje más citado de la sonata beethoveniana bautizada como ''Claro de luna" (que en la versión de Kempff en este disco es un agasajo).

Martha Argerich despliega Escenas infantiles de Robert Schumann mientras Alexis Weissenberg ilumina las teclas con un fragmento de Claro de luna, ese pasaje de ensueño de la Suite Bergamasque de Claude Debussy.

Enseguida, Tamás Vasáry, desde su sapiencia de director de orquesta y pianista, expande el misterio del Estudio en mi mayor de Frederic Chopin y la brasileña Maria Joao Pires presenta un Mozart espléndido, con un pasaje de la Sonata Once.

El universo se expande con el Vals en la mayor del barbudo Brahms, seguido de un fragmento de otra obra concebida para infantes: El rincón de los niños, de Debussy, autor de pasajes de belleza infinita escritos con todo el amor para su hija.

El Improptu en mi bemol mayor de Schubert, un vals de Chopin, una rareza, divertidísima, de Grieg titulada Homesickness y las 12 variaciones en do mayor de Mozart en manos de Clara Haskil, otra pianista mozartianísima, cierran esta maravilla digna de los oídos infantiles.

 
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