Usted está aquí: jueves 28 de abril de 2005 Opinión Zonas libres de armas nucleares

Miguel Marín Bosch*

Zonas libres de armas nucleares

Hoy concluye en la cancillería una muy breve, pero importante reunión internacional. Se trata de la primera conferencia de los estados partes y signatarios de tratados que establecen Zonas Libres de Armas Nucleares (ZLAN). Y resulta muy apropiado que dicha conferencia, que empezó el martes por la tarde, se lleve a cabo en las instalaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores en Tlatelolco y que la ceremonia de clausura, al igual que la inaugural, se realice en el auditorio que lleva el nombre de Alfonso García Robles.

México no inventó el concepto de una ZLAN, pero sin duda ha sido el país que más ha contribuido a su de-sarrollo mediante la promoción y conclusión en 1967 del Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina y el Caribe, mejor conocido como el Tratado de Tlatelolco. Alfonso García Robles, a la sazón subsecretario de Relaciones Exteriores, fue su principal arquitecto, esfuerzo que le valió el Premio Nobel de la Paz en 1982.

Una de las primeras propuestas para el establecimiento de ZLAN fue la relativa a Europa central en la década de los años 50. Pero no prosperó debido a la intensificación de la guerra fría. En 1959 se concluyó el Tratado Antártico, que convirtió a ese continente en zona desmilitarizada y, por ende, libre de armas nucleares.

En 1962 el gobierno de Brasil inició gestiones para prohibir las armas nucleares en América Latina. Su iniciativa fue apoyada por Bolivia, Chile y Ecuador. Dichas gestiones se intensificaron a raíz de la crisis de los misiles en Cuba en octubre de ese año. El 29 de abril de 1963, a instancias del presidente Adolfo López Mateos, los jefes de Estado de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México suscribieron una declaración conjunta en la que proclamaron su intención de convertir a la región en una ZLAN.

El horizonte político del grupo de cinco países cambió radicalmente tras el golpe militar en Brasil, el 1º de abril de 1964. A partir de entonces México llevó la batuta y, tras casi tres años de negociaciones sumamente complicadas que sólo se concluyeron con éxito debido al esfuerzo tesonero de García Robles, el Tratado de Tlatelolco se abrió a la firma el 14 de febrero de 1967 y entró en vigor dos años después. Fue el primer tratado que estableció una ZLAN en una región densamente poblada. Hoy cuenta con el apoyo de los 33 estados independientes de la región latinoamericana y caribeña. Esos países se han comprometido a no fabricar ni adquirir armas nucleares.

El tratado tiene dos protocolos adicionales. En el primero las naciones que de jure o de facto administran territorios dentro de la zona cubierta por el tratado se comprometen a aplicar el estatuto de zona militarmente desnuclearizada a esas posesiones. Se trata de Estados Unidos, Francia, Países Bajos y Reino Unido.

En el segundo protocolo adicional, los estados poseedores de armas nucleares se comprometen a no amenazar ni utilizar dichas armas contra los países de la región. Cuando se concluyó el tratado, esos estados eran China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia. Ahora habría que ver qué se hará con Israel, India, Pakistán y quizás Corea del Norte. ¿Se les pedirá que se adhieran al segundo protocolo?

El tratado de Tlatelolco y sus protocolos adicionales han servido de modelo para otras regiones: los países del Pacífico sur (en el tratado de Rarotonga de 1985), los miembros de la asociación de naciones del sudeste asiático (Bangkok, 1995) y los estados del continente africano (Pelindaba, 1996). Además, Mongolia se ha declarado una ZLAN y se han iniciado pláticas para establecer otra zona en Asia central.

¿Cuál es la relación entre esas ZLAN? Uno de los principales propósitos de la conferencia que hoy concluye en nuestra ciudad es idear mecanismos que fomenten mayor coordinación entre tales zonas. Hay dos cuestiones en las que debería haber un acuerdo más amplio entre los integrantes de ZLAN: el tránsito de armas nucleares por dichas zonas y la intensidad con que se busca el de-sarme nuclear. La declaración que hoy aprobarán los participantes en la conferencia aborda ambas cuestiones, en las que existen posiciones muy distintas entre algunos países. Ello explica que ciertos estados hayan preferido no asistir a la conferencia.

La cuestión del tránsito de armas nucleares por ZLAN es un problema que ninguno de los tratados ha podido resolver satisfactoriamente. De ahí que en la declaración que se aprobará hoy se acepten las disposiciones del derecho internacional relativas a la libertad de navegación en las áreas marítimas cubiertas por dichas zonas. Pero de ahí también que haya posiciones encontradas cuando se aborda el derecho de todo Estado de una ZLAN de decidir si permite que aeronaves extranjeras aterricen en su territorio o lo sobrevuelen o que buques extranjeros atraquen en sus puertos o transiten en sus aguas territoriales.

En cuanto al desarme nuclear, la conferencia hará un vigoroso llamado para que los estados que tienen arsenales nucleares procedan a negociar su reducción y eventual eliminación. Este llamado es particularmente oportuno en vista de la proximidad de la quinquenal del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares, a celebrarse en Nueva York del 2 al 27 de mayo.

Como afirmaba a menudo Alfonso García Robles, la meta de las ZLAN es convertir los territorios de los estados poseedores de armas nucleares en una especie de islotes contaminados, sujetos a un régimen de cuarentena que a la postre conduzca al desarme nuclear y asegure un mundo libre de esas armas de destrucción en masa.

A la memoria de Juana María Szyszlo de García Robles

* Ex subsecretario de Relaciones Exteriores y presidente de Desarmex, AC

 
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