Usted está aquí: martes 26 de abril de 2005 Economía Surge esperanza contra el cáncer

Surge esperanza contra el cáncer

Aumenta en forma considerable la venta de fármacos especializados, lo que ha permitido que los laboratorios destinen más recursos a la investigación de la enfermedad

En Corea del Sur, investigadores han identificado las proteínas y los genes involucrados en la diseminación de esa enfermedad por el organismo

Economist Intelligence Unit /The Economist

Ampliar la imagen Aunque no hay un medicamento maravilloso contra el c�er, los avances cient�cos han permitido alargar la vida de la gente afectada por el mal FOTO Jes�llaseca

Después de décadas de lento y penoso progreso, la industria de la salud finalmente vislumbra alguna esperanza en su búsqueda de una cura para el cáncer. En las últimas semanas se han reportado pruebas exitosas de tratamientos y vacunas, en tanto las fuertes ventas de fármacos ya existentes estimulan a las compañías farmacéuticas a invertir más dinero en el combate de la enfermedad. Sin embargo, a menudo hasta las terapias más esperanzadoras han resultado insatisfactorias, y la búsqueda de una cura definitiva para el cáncer está lejos de haber acabado.

De cualquier manera, cualquier fármaco que pruebe su capacidad de prolongar la vida es valioso, como ha demostrado recientemente la empresa estadunidense de biotecnología Genentech. El precio de las acciones de esta compañía se elevó dramáticamente el 12 de abril, cuando reveló que su ingreso neto del primer trimestre se incrementó en 61% en comparación con el mismo periodo del año pasado, a 284 mdd, sobre ventas de un millón 46 mil mdd. Gran parte de ese incremento se debió a fuertes ventas de fármacos contra el cáncer, como Rituxan, Avastin y Tarceva. Los precios de las acciones se elevaron aún más en días pasados, cuando surgió información de que una prueba demostró que Avastin, usado habitualmente en el tratamiento del cáncer de colon, era también útil contra el cáncer de mama y quizá en otros.

No sorprende que esa misma semana Pfizer se apresurara a declarar frente a los intranquilos accionistas que su investigación del cáncer no se vería afectada por su reciente programa de recorte de costos. A pesar de un ajuste de gastos por 4 mil mdd para los próximos años, la más grande compañía mundial de medicinas pretende invertir 8 mil mdd en este año en su programa de investigación. La compañía confía particularmente en un fármaco experimental contra el cáncer llamado SU-11248, que ha probado ser tan efectivo contra el cáncer de estómago, que los científicos terminaron las pruebas antes de lo previsto para que los pacientes que recibían un placebo pudieran tomar la medicina.

Hay incluso esperanza de que el fármaco pueda funcionar contra el cáncer de riñón, uno de las más difíciles de tratar. Si eso sucede, el fármaco de Pfizer podría competir con otra prometedora medicina de la alemana Bayer, desarrollada en conjunto con Onyx Pharmaceuticals. Incluso Tamoxifen, de Astra-Zeneca, uno de los tratamientos contra el cáncer de mama de más duradero prestigio, podría tener vida todavía. Un estudio reciente en Italia, por ejemplo, sugirió que puede ayudar a aliviar los efectos secundarios del Bicalutamide, fármaco que se administra a los hombres que padecen cáncer de próstata.

Mientras tanto, más de 60 compañías alrededor del mundo trabajan en las vacunas contra el cáncer. Muchas de las llamadas vacunas terapéuticas no aspiran a prevenir totalmente el cáncer, sino a combatirlo una vez detectado en las primeras etapas de su desarrollo. Pero otras son vacunas más tradicionales. Glaxo Smith Kline (del Reino Unido) y Merck (de Estados Unidos), por ejemplo, han desarrollado dos medicamentos, Cervarix y Gardasil, respectivamente, que podrían ayudar a eliminar el virus del papiloma humano que causa cáncer cervical. Gardasil podrá estar en el mercado dentro de dos años.

Otros han reportado éxitos en las pasadas semanas, favorecidos por los avances recientes en el mapeo del código genético humano. En Corea del Sur, por ejemplo, los investigadores han identificado las proteínas y los genes involucrados en la diseminación del cáncer por el organismo. En el Reino Unido, científicos del Instituto de Investigación del Cáncer descubrieron que inyectando un inhibidor de la enzima llamada poli (ADP ribosa) polimerasa (PARP) para bloquear el funcionamiento de una enzima en particular, se puede hacer que las células con los genes defectuosos BRCA1 y BRCA2 -que causan cierto tipo de cáncer de mama- se autodestruyan. Las pruebas en ratones han demostrado tal éxito que pronto se realizará un protocolo en seres humanos.

Poco a poco

El trabajo en los genes no sólo abre las puertas a nuevos tratamientos, sino también hace más fácil identificar a las personas que corren mayor riesgo. En teoría, eso no puede ser más que una buena noticia, cuyo conocimiento haría más fácil cambiar el estilo de vida y así disminuir el riesgo y hacer una detección temprana de la enfermedad, si se desarrolla. Pero la posibilidad de identificar a las personas de más alto riesgo no está desprovista de dificultades. Las compañías de seguros, para empezar, han tenido que adoptar un acuerdo para no discriminar a las personas que tomen parte en la pruebas y resulten tener genes defectuosos. Sin embargo, dicho acuerdo expone a las aseguradoras a riesgos mayores, ya que es posible que esas personas se den prisa en adquirir un seguro.

Existe también la interrogante de si administrar fármacos preventivos a los grupos de mayor riesgo podría conducir a efectos secundarios indeseados en personas saludables. En 1998 el gobierno de Estados Unidos aceptó que los médicos prescribieran Tamoxifen a mujeres saludables en riesgo de desarrollar cáncer de mama. Pero cuando se difundieron noticias sobre sus efectos colaterales, muchas dejaron de tomar el medicamento. Ahora el mismo debate irrumpe otra vez acerca de los inhibidores de la aromatasa, familia de tres fármacos que reduce los niveles de estrógenos y de este modo ayuda a prevenir el cáncer de mama. Las pruebas han empezado, a pesar de la oposición generalizada.

Ahora, de cualquier forma, hay otra consideración. La prueba también tomará en cuenta la estructura genética de las mujeres con la finalidad de identificar quién responde mejor a los nuevos tratamientos. La idea es que esto permita a los médicos precisar sus futuras prescripciones, de tal manera que sólo se administren inhibidores de la aromatasa a las mujeres que puedan beneficiarse de ellos. Es un trabajo lento, pero parece que ésta es la forma en que se ganará la batalla contra el cáncer.

En los primeros días de la investigación sobre el cáncer, los científicos estaban convencidos de que sólo era cuestión de tiempo para que pudiera descubrirse una medicina maravillosa. Eso simplemente no ha sucedido, a pesar de todo el dinero gastado. En los pasados 30 años el gobierno de Estados Unidos ha invertido 70 mil mdd en la investigación sobre la enfermedad, sin contar las cantidades invertidas por otros gobiernos, fundaciones y las propias compañías farmacéuticas. Con todo, las primeras esperanzas de un gran descubrimiento se desvanecieron rápidamente a medida que los médicos se daban cuenta de que el cáncer era una enfermedad mucho más compleja de lo que habían pronosticado. A despecho del esmerado trabajo y de pequeños éxitos, continúa propagándose.

En 2002, el año más reciente del que se dispone información comparada, hubo más de 6.5 millones de defunciones provocadas por el cáncer y cerca de 11 millones de casos diagnosticados, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. La mayor parte fueron en Asia, Europa y América del Norte, particularmente en países desarrollados, como EU. Pero las cifras se elevan incluso en países en desarrollo, en la medida que las malas dietas, el cigarrillo y un promedio de vida más largo incrementan los riesgos.

FUENTE: EIU/INFO-E

 
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