Usted está aquí: lunes 25 de abril de 2005 Opinión Tiempo transcurrido

Hermann Bellinghausen

Tiempo transcurrido

Las clases ilete-ratas ahí se la llevan saliéndose con la suya, nos dicen los noticieros, la páginas de sociales y, oh sí, la nota roja. Con la franquicia "México" en su poder, el gobierno del cambio ha cometido un gran número de acciones inéditas en nuestra historia, que además demuestran cuánto realmente desconoce dicha historia, la del país donde están parados los funcionarios y empresarios que gobiernan.

Hay que tener cara para animarse, como lo hizo el presidente mexicano en ese exultante momento de su mandato que pasará a la historia, cuando se enteró que en Roma ya había nuevo papa, y se lanzó a anunciar al público que incidentalmente tenía enfrente (trasunto de ''el pueblo de México'') la designación de don Benedicto XVI como nuevo jerarca católico y, en automático, transmitir, "a nombre del pueblo de México", sus parabienes de feligrés. Y que para la consagración vaticana enviara a su consorte, tanto que le gustan los funerales y las coronaciones, y a su canciller ready-mad que, no obstante sus limitaciones evidentes, juega a nombre de México en la pista grande.

Incapaces de invocar abiertamente su verdadera prosapia histórica que no sale del miserabilismo del ocaso porfiriano, la irracionalidad cristera y los patéticos experimentos ''de'' Miramón y Mejía para ''ponernos en alto'' con-un-emperador-Habsburgo-y-toda-la cosa, el jefe de la diplomacia mexicana, que ni diplomático es, aspira a presidir la Organización de Estados Americanos, representando abiertamente los intereses de Washington en este momento tan delicado del contexto latinoamericano. En un mundo de bushes y ratzingers, puede salirse con la suya (que ni "suya" es).

La cúpula nacional está de buen humor permanente, y por eso se refocila en la boda del embajador estadunidense Tony Garza y "la mujer más rica de México", y nos vende una telenovela, malísima incluso para el nivel estándar de la barra vespertina. Tapete somos, y nos tragamos en el lomo sus pisoteos. Digo, por mencionar un ejemplo: la inocente historia de un enlace estratégico, familia Bush incluida, envuelto en celofán color de rosa y un moño así de grande.

No es cosa de ''añorar'' al priísmo (caído en receso), por aquello de ''al menos eran profesionales'' y el bla-bla-bla en que se convirtió ''la herencia de la Revolución Mexicana'', pues lo que ahora vemos viene de ellos, es parte de un proceso de descomposición histórica del sistema político nacional donde los dos ''grupos'' (PAN, PRI, y sus 100 pandillas) son indistinguibles por la coincidencia de sus proyectos para usufructuar y vender lo que queda de México. Y como todavía queda bastante ''México'', su codicia es tan grande como explicable su desvarío.

Otro ejemplo: los recientes gobiernos "lograron" colocar nuestro país en la canasta básica del mercado turístico internacional, como gran negocio, y colateralmente una "solución" al desempleo y la falta de tierras (que la migración desmiente). Pero no importa, el negocio (el cual en sentido estricto pertenece a otros que ni siquiera viven en nuestro territorio) marcha de pelos. Y los paisanos que se van, así sean millones, que mejor no voten. Ya por el hecho de irse dejaron claro que no votarían por ellos.

Claro, los gerentes se presumen "nacionalistas". "Vamos México", nos aúpan con tricolor arrebato. Es más, todavía nos hablan en español. Qué detallazo. Y por ahí, en una jerga de pobre sintaxis, abusan de las leyes vigentes para acomodar sus impunidades y asegurar su permanencia en los cargos gerenciales. Venden mentiras como rueda de molino y esperan que nos las traguemos a mitad de precio, como eso de que hay que "abrir" (vender) Pemex porque es "mal negocio", mientras la paraestatal obtiene las mayores ganancias de su historia. Lo que quieren vender es nuestra abundancia, no nuestros problemas. Sólo lo pobre no vende.

En un proceso de privatización generalizado, la justicia y los cuerpos policiacos son manejados con la discrecionalidad y arbitrariedad que suelen tener las empresas (que para "idea de Estado" les falta lo mero principal). Cuando escuchamos al subprocurador Vega Memije (y se ha vuelto demasiado frecuente), un policía dedicado a la política igual que sus jefes directos, no entendemos bien sus bases legales, pero comprendemos por qué en este mismo momento la delincuencia organizada (narco) ajusta cuentas y mueve mercancía con una libertad que ya quisieran los productores de drogas legales, como el café.

La justicia está mirando para otro lado. También los medios electrónicos, esa "verdad" para las masas. No deja de sonar irónica la historia de la dama cervecera y el embajador yanqui, por aquello de involucrar la otra droga legal del cuento: el alcohol. El descubrimiento de América se debe al mercado de las especias. Hoy, la historia de los países de América es inseparable del comercio de drogas (legales o ilegales). Un dato marginal para las ilete-ratas clases del gobierno y sus filiales, que mejor usan el tiempo en arrodillarse, persignarse y desbautizar el territorio nacional.

La falta de respeto por el lenguaje importa tanto como el uso faccioso de la ley y de la información pública. ¿Y qué harían estos señores si les dijeran, como en otras partes, "que se vayan todos"? Pues eso, se irían, y nos dejarían con el país en varios pedazos. De suyo, un acto de violencia.

 
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