Usted está aquí: jueves 21 de abril de 2005 Cultura El trabajo de los músicos consiste en ''anidar la sinceridad en los corazones''

Keith Jarrett, uno de mis mentores, dijo Bobby McFerrin en su clase magistral

El trabajo de los músicos consiste en ''anidar la sinceridad en los corazones''

PABLO ESPINOSA

Ampliar la imagen Bobby McFerrin, con los integrantes del tr�Triology, durante la clase magistral que imparti�er en el Palacio de Bellas Artes FOTO Jos�arlo Gonz�z

Bobby McFerrin en primera persona:

''Mi mayor influencia después de mis padres es Keith Jarrett. Porque se necesita mucho valor para salir al escenario, uno solo, y construir dos horas de música sin nada escrito, todo a partir de improvisaciones espontáneas.

''Dirigir una orquesta es lo más difícil que puede existir para músico alguno. Es el reto mayor que un músico profesional se pueda plantear. Dirigir una orquesta sinfónica es cantar con las manos. Antes de decidirme a incursionar en la música de concierto me tomé un descanso para meditar. Decidí ser director de orquesta porque amo a Mozart."

El músico McFerrin dijo lo anterior y mucho más la tarde de ayer en el Palacio de Bellas Artes, donde impartió una clase magistral a jóvenes músicos acompañado por el grupo multinacional Triology y el Quinteto de Jazz de Jorge Molina. Durante 105 minutos hizo música, hizo cantar a la concurrencia entera, que llenó el primer piso bellasartiano, repitió pasajes sublimes de su concierto de la víspera y habló así de su persona:

''Crecí en una familia de músicos cantantes. Mi padre fue el mejor barítono de ópera del planeta y era una delicia cantando baladas y a Cole Porter. Mi madre lo conoció en el coro de la iglesia. Ella era muy sabia. Cuando yo enfermaba me daba dos cosas además de amor: medicina para restaurar mi cuerpo y música, para restaurar mi alma. Es muy sabia mi madre. Toda mi infancia estuve rodeado de amor y de música. Desde entonces para mí es lo mismo el conde Basie (Count Basie) que el conde Beethoven (Count Beethoven, bromea McFerrin). Así crecí.

''En mi familia también figuraban la música clásica, el jazz, el gospel, el spiritual y transitar de un género a otro es lo mismo que tener padres bilingües, de manera que con el paso de los años me es un acto natural estar de gira y una noche dirigir a una orquesta con música de Mozart y Beethoven y a la noche siguiente interpretar a Charlie Parker.

''La clave de poder estar en ambos territorios, el de la música clásica y la popular al mismo tiempo, es que yo siempre soy el mismo. No me considero 50 por ciento músico de concierto y el otro 50 músico popular. Más bien es como adentrarse como parte de una corriente de agua. ¿Alguna pregunta? ¿Que si estoy casado? Sí."

-¿Cuándo decidió dedicarse al canto?

Con su exquisito sentido del humor respondió con la siguiente exactitud:

-Hasta los 27 años yo creía que era pianista. Era algo extraña (funny) esa resistencia mía a ser cantante porque eso era lo más natural, pues mis padres eran cantantes. Pero, como toda vocación, llegó. Fue un llamado. Recuerdo el momento exacto de la decisión: era julio de 1977. A las 12:30 del día. Regresaba yo de clase en la Universidad de Utah, donde acababa de acompañar al piano una sesión de danza, y el camino a casa era una caminata de media hora. Al llegar yo ya sabía que iba a ser cantante. Y al día siguiente conseguí mi primer trabajo de cantante.

¿Cómo respiras? Y McFerrin responde con ejemplos musicales: canta un fragmento de Blackbird, de George Harrison, para mostrar cómo respira mientras canta. ''Respiro igual que tú cuando hablas. Porque yo no los veo a ustedes hablar con frases tan largas que necesiten boquear y jalar desesperadamente el aire para recuperar el aliento", bromea, y vuelve a cantar.

Repite entonces momentos epifánicos de su concierto de la noche del martes y la magia se posa nuevamente, como palomas blancas invisibles, sobre las cabezas de los circunstantes, como flamitas que infunden la inocencia edénica que recupera una persona cuando es poseída por el milagro de la música. Canta McFerrin la tarde del miércoles en Bellas Artes y desciende nuevamente el espíritu creador. Spiritus ludus.

Juguetea, lanza bromas musicales; algunas no alcanzan a entender del todo todos, pero su gesto humano es tan grandioso que en un momento dado el chiste (y su relación con el inconsciente, je) llega a todos de manera espontánea, natural. Las bromas de McFerrin no sólo contienen trivias, adivinanzas para melómanos expertos, sino el elemento superior del humor, que se llama inteligencia. Y entonces todos entienden todos los chistes de McFerrin.

Cuando responde que su máxima influencia musical es Keith Jarret, McFerrin explica el emparentamiento entre ambos músicos en cuanto producen improvisaciones espontáneas, crean en el instante de acuerdo con la magia de ese instante. Cuando responde que se decidió a convertirse también en director de orquesta sinfónica, explica que ama a Mozart, porque comparte con él una certeza: ''yo lo único que busco como músico es hacer felices a los otros". En una carta dirigida a su padre, Wolfgang Amadeus Mozart escribió la misma frase: ''yo lo único que busco como músico es hacer felices a los otros".

Ayer por la tarde dijo más McFerrin: ''la responsabilidad que tenemos los músicos sobre los demás es inmensa. Nuestro trabajo consiste en abrir los espacios en los corazones para que anide la honestidad, la sinceridad".

Daisy Joplin, la hermosa violinista de Triology, respondió en nombre de todos quienes asistimos a la clase magistral de la siguiente manera, en señal de haber entendido la lección:

''Lo que nos ha enseñado Bobby en estas dos sesiones, la de anoche y la de ahora, es que lo más importante de la música es que nos permite encontrar nuestra propia paz, nuestra quietud. La música, nos ha enseñado Bobby McFerrin, nos ayuda a encontrar lo mejor que habita dentro de nosotros".

La noche de este jueves, Bobby McFerrin volverá a esparcir felicidad. Tomará la batuta al frente de la Filarmónica de la Ciudad de México a las 20 horas en el teatro Metropólitan.

 
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