Usted está aquí: sábado 16 de abril de 2005 Cultura En las voces, la espectacularidad del montaje de Sigfrido en Bellas Artes

Mañana se estrena la tercera parte de la tetralogía de Richard Wagner

En las voces, la espectacularidad del montaje de Sigfrido en Bellas Artes

Mantiene Vela su propuesta escénica en el manejo abstracto y atemporal de esa historia

ANGEL VARGAS

Ampliar la imagen Escenas de la �a Sigfrido, que se estrenar�ste domingo y de la que habr�unciones los d� 17, 19, 21 y 24 en el Palacio de Bellas Artes FOTOS Jos�arlo Gonz�z

La espectacularidad y complejidad de Sigfrido reside en la interpretación vocal. Sus cinco y media horas de duración, incluidos los dos intermedios de 30 minutos cada uno, la hacen una ópera difícil inclusive para el público más apasionado.

Si a lo anterior se agrega la densidad de su metafórica trama y en especial de su música, acaso la más compleja de toda la tetralogía de El anillo del Nibelungo, la dificultad es mayor.

Así quedó de manifiesto en el ensayo general, efectuado este jueves en el Palacio de Bellas Artes ante invitados especiales y medios de comunicación.

Acaso influyó lo despiadadamente caluroso de la tarde, pero varias fueron las personas que decidieron irse antes del final y también no pocas las que de vez en vez, dentro de la sala, se echaron alguna cabeceada o de plano una siestecita.

Esto sería un adelanto de lo que podría ocurrir el día del estreno de este penúltimo título de la titánica saga de Richard Wagner, este domingo en ese escenario, función que, en el contexto del Festival de México en el Centro Histórico, más que un acontecimiento cultural es tomada como pasarela de lucimiento social por la gente totalmente palacio.

Al margen de lo anterior, determinado por lo estrictamente extra artístico y la larga duración de la obra, el montaje que hace Sergio Vela de Sigfrido continúa dentro de la línea de los episodios anteriores, definida por la sorpresa y el manejo de elementos visuales de alto contenido poético.

Cabe subrayar, sin embargo, que pocas fueron ahora las posibilidades que tuvo el director escénico de incluir escenas o pasajes espectaculares, como sí pudo hacerlo en El oro del Rhin y La valquiria.

Ello se debe a la naturaleza propia de este tercer título, pues el compositor alemán privilegió el trabajo vocal de los cantantes y el manejo de lo dramático por encima del desarrollo de las acciones.

Pasajes asfixiantes

La inclusión de un dragón es uno de los momentos que despierta escénicamente más sorpresa, aspecto que Vela resuelve de forma espectacular con una gigantesca marioneta de la cara del mítico especimen.

Hay además algunos pasajes que resultan pesados y asfixiantes, sobre todo durante los dos últimos actos de los tres que integran esta obra que Wagner escribió basado en la mitología germánica. Pero obedece asimismo a la estructura planteada por el compositor alemán.

La propuesta de Vela se mantiene en el manejo abstracto y atemporal de la historia, y su apego a las formas clásicas de la tragedia griega, entre otros elementos, con el uso de coro, representado por la orquesta y el empleo de máscaras por todo el reparto.

En este montaje se continúa con el atrevido empleo de recursos y herramientas contemporáneos, como el video, imágenes creadas por computadora y un juego de luces concebido por Víctor Zapatero, para resaltar las características de cada personaje y crear atmósferas de apariencia entre oníricas o espectrales.

De igual forma se mantiene en esencia la impactante escenografía de Jorge Ballina, que tiene como eje una pantalla circular de más de 10 metros de diámetro, en cuyo interior ocurren las acciones, además de plataformas móviles que conforman diferentes paisajes y vistas.

Salvo el primer acto, los dos restantes están determinados por el manejo austero y minimalista de la escenografía.

El vestuario, confeccionado por Violeta Rojas, refrenda el carácter conceptual de la puesta en escena, con trajes, pelucas, motivos y maquillaje que no acaban de ser futuristas o de ciencia ficción.

Este rubro no termina de convencer a muchos, pues opinan que el uso de las máscaras y ciertos elementos contraría el contenido y el dramatismo de las acciones, dotándolas de humor visual involuntario.

El ensayo constató la homogeneidad y el alto nivel que ofrece el elenco, integrado por Peter Svenson, Stuart Petterson, Jesús Suaste y Ursula Prem, entre otros.

Lo mismo puede decirse de la parte musical, merced al impecable y minucioso trabajo del director italiano Guido Maria Guida al frente de la Orquesta del Teatro del Palacio de Bellas Artes.

Las funciones forman parte de la versión 21 Festival de México en el Centro Histórico y serán los días 17, 19, 21 y 24 de abril, a las 17 horas en el Palacio de Bellas Artes.

 
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