Usted está aquí: martes 12 de abril de 2005 Economía Brasil construye un atajo a China

Brasil construye un atajo a China

Economist Intelligence Unit /The Economist

De pie en un escénico promontorio, Silton Melo puede ver, en el lejano oeste de Brasil, el pequeño y nebuloso pueblo de Asís, del cual es concejal. Al otro lado del río Acre y a un corto viaje en canoa está Perú; a la izquierda, Bolivia. Pero Melo, como otros políticos brasileños, incluido el presidente Luis Inacio Lula da Silva, ve algo más que el pequeño pueblo peruano de Iñapari cuando observa el lento y fangoso río. Su mirada se extiende cientos de kilómetros, hasta la costa peruana del Pacífico.

El pasado agosto, Lula y su homólogo peruano Alejandro Toledo se entrevistaron en Asís. Pusieron la primera piedra de un puente que cruzará el río y firmaron un convenio mediante el cual Brasil ayudará a pagar el mejoramiento de 700 kilómetros de carretera, en gran parte una senda terrosa y llena de baches, entre Iñapari y la costa. Si todo resulta conforme a lo programado, en junio de 2006 una carretera asfaltada llevará directamente de Sao Paulo a Lima y, más importante, del estado brasileño de Mato Grosso, productor de soya, a los puertos peruanos del Pacífico.

Este eslabón de una gran carretera no es una idea nueva. El gobierno de Perú trazó un sendero de la selva a la frontera en 1965. En la década de los setentas, un gobierno militar compró a Austria un puente colgante de 700 metros para extenderlo sobre el Madre de Dios, un río más potente que el Acre. Pero los cables de acero del puente continúan en sus cajas desde que llegaron a Perú, en 1978. Pudieron haber permanecido ahí por otro cuarto de siglo si el gobierno de Lula no se hubiera entusiasmado por el proyecto e invirtiera 420 de los 892 mdd del costo de la autopista. Para Perú, la carretera generará 20 mil empleos, directos e indirectos, durante su construcción. Una vez abierta, los funcionarios esperan que atraiga inversiones y más empleos a algunas de las comunidades más pobres de los Andes y de la selva. Se habla de la apertura de un nuevo mercado de exportaciones para productos como la páprika y las alcachofas.

El anhelo de Brasil por esa carretera es aún más intenso. El país envía 18% de sus exportaciones a Asia y ese porcentaje se incrementa con rapidez. China consume soya y pulpa de madera de Brasil, producidos en gran parte en la región centro oeste del país. Actualmente es necesario llevar esos productos a los puertos del Atlántico o transportarlos a través de Argentina y Chile; la nueva carretera proporcionará una ruta mucho más corta. Los funcionarios esperan un flujo diario de 400 camiones de 40 toneladas desde Brasil, lo cual podría alentar la inversión en los derruidos e ineficientes puertos de Perú.

En Asís, donde se edifica un centro comercial, Melo predice una bonanza mientras el estatus de la comunidad se eleva del sótano a la cumbre.

Los únicos que no están entusiasmados con la nueva carretera son los ambientalistas. El departamento peruano de Madre de Dios es una de las áreas de biodiversidad más importantes del mundo, sede de tres parques nacionales, una reserva natural y una reserva para los indígenas de la selva. Benigno Herrera, líder de los recolectores de nuez de Brasil en la reserva de Tambopata, teme que junto con los camiones lleguen colonos que pretendan devastar la selva para la soya y el ganado. Pero hasta ahora sus quejas han sido poco percibidas en la euforia general por un proyecto largamente soñado que al fin se convierte en realidad.

FUENTE: EIU/INFO-E

 
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