Usted está aquí: lunes 11 de abril de 2005 Opinión El Cid

José Cueli

El Cid

El Cid se vuelve el triunfador de la feria sevillana al salir por segunda vez, por la "puerta del príncipe" de la Real Maestranza y "la feria es una copla, cuando se canta, cascabeles repican, en la garganta", que canta el poeta Fernández Alvarez. Y vaya que repicaron los cascabeles en la garganta de los aficionados ante la belleza del torero que se enredó con un toro de Victorino Martín y resucitó el toreo de siempre.

La feria de Sevilla se va para arriba y lenta pasea y le canta el poeta Fernández Alvarez "Miriñaque, pollero, chupa y catite regalaron el frasco de las esencias y después con andares de pasodoble, se hundirán en el foso de las tinieblas", donde se fragua, una copla que alegre dice su pena. Copla torera la de El Cid que desde su pena alegra la plaza sevillana.

Antonio Lorca, cronista del periódico El País, emocionado, escribe: "Es muy difícil torear al natural mejor que como lo hizo ayer El Cid a su primer toro: es difícil encontrarse un toro bravo y noble y de larga embestida, fijo y encelado en la muleta. Y así de la mano de consumado artista y un toro encastado nacieron las más bellas pinceladas que pueda producir la imaginación del aficionado más inteligente... La conmoción absoluta llegó en la segunda tanda, el ánimo embebido, la plaza en pie, y los naturales interminables perfectamente ligados con el de pecho verdadero... y los ojos ya no ven, sólo atisban emocionados de toreo excelso, solemne, majestuoso".

Mientras en Sevilla, cantan, bailan y se llenan de toreo soñado, en México, adoloridos observamos abrirse el coraje de los espejos por el absurdo ridículo del desafuero.

 
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