Usted está aquí: domingo 10 de abril de 2005 Opinión ANDANZAS

ANDANZAS

Colombia Moya

La bella durmiente... y un terrible despertar

Ampliar la imagen Una escena del ballet FOTO Archivo

MIENTRAS SE BAILABA en el Castillo de Chapultepec, en la corte del Rey Florestán, muchos mexicanos despertaban del sueño maléfico de la independencia, la abulía y hasta el miedo. Sin partido ni bando, tanto castigo, con tantas ratas volando y la gran deuda de los mexicanos, empobrecidos y cazados como perros en el norte, haciendo y deshaciendo leyes sobre el cadáver de la Constitución, algo muy profundo nos hiere a todos. Algo que nos hace sentir pisoteados, burlados y expuestos ahora, como nunca, a la violencia del poder.

NO BASTARAN AHORA besitos, palabras de amor y justicia para olvidar estos días históricos y vergonzosos; la justicia, ciega, sorda, esclerótica y desmoralizada, sin equilibrio alguno, ebria de poder para destrozar un símbolo, destroza el corazón noble de la patria; cuánto boato e injusticia, cuánto desperdicio, cuánto teatro, como si los mexicanos fueran discapacitados mentales en el "yo, o nadie; conmigo o contra mí", que como peste negra invade el mundo y hace doblar la cerviz, uno a uno, a nobles y poderosos dando la espalda a sus gentes.

ES EL PATIBULO, el juicio, la quema de brujas, la orgía del chisme, la violencia legalizada en mil formas, el maleficio que teje punto a punto la era de los hornos; de nuevo, la esclavitud, los amos y patrones, el quebranto del espíritu, la pérdida de la autoestima, mientras nuestros muertos, acartonados en la historia, aúllan y claman desesperados para que no los olvidemos.

MIENTRAS TANTO, POR algunos momentos en la corte disonante del rey Florestan, ahora en la terraza del Castillo de Chapultepec -con un poco de su historia habitada por pasos y fantasmas de un Imperio desvanecido gracias a un indio preclaro y valeroso-, gracias a una idea de Dariuz Blajer, actual director de la Compañía Nacional de Danza, la princesa Aurora, interpretada excelentemente por Irma Morales, con grandes posibilidades futuras, así como el Hada de las Lilas, la majestuosa Slauka Ladewig, dan vida al prodigioso despertar de la tierna joven por un beso de amor puro (bastante frío e inexpresivo) de un hermoso y displicente príncipe), para distraernos un tanto del ajetreo ingrato del día y transportarnos al mundo de la realeza rica y fabulosa que la danza contemporánea nunca pudo verdaderamente democratizar.

ASI, CUELLOS ALTOS y largos, narices respingonas, pelucas aristocráticas, brillos oros y pendones como el pobre presupuesto lo permite, no acaban de emular la versión sabia y precisa del buen Marius Petipa, que supo muy bien desarrollar el dramatismo en sus ballets, utilizando el espacio y las tareas escénicas de cada integrante de la compañía, en la fluida música de Tchaikovsky.

ALGO QUE SIN duda hay que desarrollar en la CND, pues a veces las aldeanas se mueven como aristócratas y algunas damas de la nobleza se mueven como aldeanas, ignorando el centro de atención protocolaria y escénica de las figuras principales en acción; un acucioso estudio de modales y análisis de personajes, estilo, espacio y tiempo, seguramente hará más creíble tan noble cuento.

RESULTA MUY AGRADABLE y prometedor ver y oír espectáculos en el Castillo de Chapultepec. Ojalá fueran un poco más temprano y con algo de iluminación en los oscuros tramos "de a pie", así como más, mucha más generosidad en la producción, lo que indudablemente repercutirá en las delicias de niños y grandes, pues hay que divertirse, entretenerse un tanto, mientras se trama el sórdido tejido de la trampa a la patria, patio trasero de los primos y su famoso "destino manifiesto" (todo el hemisferio para ellos...), y de alguna manera no perder las esperanzas, pues de todos modos México sobra defender, contra quien resulte responsable, el legado de su cultura, instituciones, riquezas y amor por la paz, la libertad y la baby democracia, en cuyo nombre se retrocede a oscuros tiempos de la historia.

ACERQUESE A ESTE nuevo espacio para la danza, defiéndase del viento y el friíto, de la noche primaveral, y traiga a sus niñas, quienes quizá querrán ser como la princesa Aurora, con coronit y de puntitas, y se animen a tomar clases de ballet.

 
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