Usted está aquí: domingo 10 de abril de 2005 Opinión LA MUESTRA

LA MUESTRA

Carlos Bonfil

Glauber, laberinto de Brasil

Un tributo de Tendler al polémico cineasta

SILVIO TENDLER ES uno de los documentalistas más activos en Brasil, cronista político y comprometido, autoexiliado en Francia durante los años de la dictadura, cinéfilo admirador de la Nueva Ola francesa, en particular de la obra de Godard, y, a la manera del veterano Eduardo Coutinho (Peones), un experto en el manejo de testimonios orales y entrevistas a protagonistas políticos. Una de sus figuras culturales y políticas preferidas fue la del cineasta Glauber Rocha, niño terrible del cinema novo brasileño, que hizo de la provocación, la actitud iconoclasta y la fraseología radical ("La violencia es el comportamiento normal de quienes tienen hambre"), materia y sustancia de sus largometrajes más memorables, Dios y el Diablo en la tierra del Sol (1964), Tierra en trance (1967), Antonio das mortes (1969).

EN 1981, AÑO de la muerte del cineasta, el joven Tendler filma los funerales que congregan a la comunidad artística, emulando así al propio Glauber, quien cuatro años antes había filmado un cortometraje sobre la muerte del poeta y pintor Di Cavalcanti, cuya difusión terminó por vetar la hija del artista. El registro funerario de Tendler fue a su vez vetado por la madre del cineasta, y quedó enlatado durante 20 años. Cuando finalmente se levanta la prohibición de difundir esas imágenes, el documentalista ha completado ya una larga investigación en torno a Rocha, a la que se añadirá el viejo testimonio visual. El resultado, Glauber, laberinto de Brasil, es un recuento de la trayectoria artística del cineasta y, sobre todo, una exploración de su personalidad siempre polémica y contradictoria.

TENDLER REUNE TESTIMONIOS de colaboradores y amigos del artista "paranoico surrealista", y con una buena distancia crítica expone las altisonantes posturas ideológicas de Glauber, el intransigente defensor de utopías, y su manera muy peculiar de detectar amenazas por todos lados. A un interlocutor le advierte: "Cuídese, pues después de haber hablado conmigo, le seguirán y lo estarán vigilando". Alarde ególatra o paranoia clínica, lo que seguía era una andanada verbal contra el imperialismo yanqui y sus secuaces, o contra la incomprensión que padecían sus filmes, calificados por él mismo como obras imprescindibles de la cultura mundial. Tendler recuerda el escándalo que provocó el director en un festival de cine donde se premió una película de Louis Malle, y no se reconocen lo debido las virtudes de su largometraje más reciente, La edad de la tierra.

GLAUBER ROCHA, AFECTO siempre a la diatriba y a la estridencia declarativa, manifiesta en el documental de Tendler una actitud extravagante hecha de provocación y teatralidad, una apuesta artística por la violencia en el montaje y el juego de oposiciones dramáticas, y un gusto por el barroquismo visual y los rituales mesiánicos. Tal vez lo más interesante de la película es cómo muestra el colapso de todas las certidumbres del cineasta (artísticas, políticas, vitales): su sorpresiva reconciliación con los militares que tanto denunció en sus cintas alegóricas de protesta política; el deterioro irremediable de su salud, mismo que precipita una muerte prematura a los 42 años; el tránsito de un estilo neorrealista, que asimilaba las influencias de Brecht y de Godard, a un frenesí visual cada vez más caprichoso, con largas peroratas de profeta iluminado.

SILVIO TENDLER BUSCA expresar la complejidad de este artista -incomprendido hacia el final de su vida, hoy cada vez más revalorado-, con la imagen recurrente de un laberinto. El título mismo del filme se declina caprichosamente: Brasil, laberinto de Glauber; Glauber, el laberinto de Brasil; Brasil, el filme laberinto de Glauber, etcétera, hasta llegar a un neologismo ocioso, el glauberinto, en secuencias digitalizadas a lo largo de un túnel plagado de inscripciones. Esta apuesta estética es poco afortunada. Lo que finalmente sí cautiva es el retrato del Glauber iconoclasta y rebelde, un cineasta muy difundido en el México de los años 60, y que merece una seria reconsideración en estas épocas nuestras tan crecientemente conformistas.

GLAUBER, LABERINTO DE Brasil. Cineteca Nacional. Domingo 10: 12, 16, 18:30 y 21 horas; Lunes 11: 13, 16:30, 19 y 21:30 horas.

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