Usted está aquí: domingo 3 de abril de 2005 Cultura Ritual indígena: estalla el polvo, el tiempo se detiene

Celebración de La Judea en la sierra del Nayar

Ritual indígena: estalla el polvo, el tiempo se detiene

La Su'umuavika (Semana Santa, en la cosmogonía de los coras) constituye un rasgo de identidad de ese grupo indígena, al margen de los códigos de la cultura occidental, ceremonia en la que no se permite tomar fotografías

ARTURO JIMENEZ/ I ENVIADO

Ampliar la imagen Demonios sincr�cos surgen del polvo para participar en el ritual de la Semana Santa Cora en Jes�r� El Nayar FOTO Jos�arlo Gonz�z

Jesús María, El Nayar, Nay. Sábado de Gloria por la mañana en esta comunidad cora. Cristo Sol o Toakamuna ha resucitado. Cientos de demonios semidesnudos se autodestruyen en el río, de donde habían surgido el jueves temprano para tomar los poderes tradicionales y municipales y matar a esa deidad sincrética.

En la ribera opuesta, incrustada en un acantilado del paisaje desértico y escabroso de la sierra del Nayar, la enorme Piedra Sagrada de los coras, o nayerij, es muda testigo una vez más de la recreación del rito primigenio. Se ha renovado el ciclo de la agricultura, la naturaleza, la vida.

También llamados judíos o borrados, los demonios lavan en las aguas sus cuerpos pintados con diseños multicolores. La intención es desaparecer y retornar a su sencilla condición de personas.

Al pintarse los coras a la orilla del río, "borran" su esencia y apariencia humana para transfigurarse en demonios. Una vez que Cristo Niño o Cristo Sol ha resucitado, corren al río a destruirse.

Todavía hace unos minutos, La Judea o Semana Santa Cora escenificó los últimos rituales de los muchos que conforman la celebración en Jesús María o Chuisete'e.

Muchos se desarrollaron en la iglesia llamada de Jesús María y José, pero la gran mayoría se realizaron en la calle, con una combinación de organización militar, teatralidad, irreverencia anticatólica y comicidad sexual propia de los carnavales.

En medio del polvo omnipresente, los demonios dijeron sus diálogos al revés, cantaron, lanzaron gritos salvajes, danzaron, corrieron por todo el pueblo e hicieron las últimas "vagancias" entre ellos o contra los espectadores indígenas o mestizos.

Al menos 500 judíos participaron este año en La Judea o Su'umuavika, reconocida en diciembre pasado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2004, en la categoría de Arte y Tradiciones Populares (La Jornada/19 diciembre/2004).

El manejo del monto del Premio Nacional de Ciencias y Artes, de 460 mil pesos, evidenció diferencias añejas y complejas entre sectores de poder político y ritual al interior de las autoridades tradicionales: gobernadores, Consejo de Ancianos, centuriones, fariseos, capitanes, judíos y otros custodios de la Casa del Santo Entierro.

Otro asunto es la inconformidad de los coras ante la "falta de respeto" hacia las autoridades tradicionales por parte del ayuntamiento, encabezado por el presidente municipal Manuel Rivera Taizán, quien no reside en Jesús María, sino en Tepic.

Los judíos o tiya'rus son seres de la oscuridad. Su origen se remonta a los tiempos primigenios de la conformación de la cosmogonía cora. Este sincretismo singular surgió con la evangelización católica en el Gran Nayar, lograda a medias.

La fuerte religiosidad cora mira hacia entidades en las que se han fundido las referencias a Jesús, Cristo o el Nazareno con nombres como Taya'o, Hátzikan o Toakamuna. El Santo Entierro, por ejemplo, es Tayashure, una deidad solar.

Pero los que revisten mayor importancia son los "santitos". Entre más precaria sea la imagen de un santito, mayor es la devoción. El consumo de peyote, de uso ritual, potencia el acercamiento divino.

Ante la resistencia político-cultural en esta región de la Sierra Madre Occidental, los españoles pudieron comenzar su hegemonía sólo hasta 1722, dos siglos después de iniciada la conquista de México. Aún se recuerda a líderes como Tlahuitole, Mariano Máscara de Oro o el rey Nayar.

Pero este Sábado de Gloria la tranquilidad envuelve de nuevo a Chuisete'e. Es el anticlímax teatral que sigue a la catarsis del Viernes y del Jueves Santos. Aunque el trastocamiento de la cotidianidad comenzó desde el plenilunio del miércoles, con el rito erótico de la Danza de la tortuga, o antes, desde el Domingo de Ramos.

Los demonios se han ido, pero regresarán el año próximo, como lo han hecho desde el origen de los tiempos del pueblo cora.

Esta es la crónica de un viaje alucinante de La Jornada por la tierra de los judíos-demonios. Un viaje de siete días en el que el sincretismo religioso y una cultura ancestral se mezclan con la política y la llamada modernidad para crear un paisaje humano más que complejo.

Recorrido místico

Aeropuerto de Tepic, Domingo de Ramos, 20 de marzo, 11 horas. El fotógrafo y el reportero de La Jornada son recibidos por los investigadores José María Castro Simental y Carlos Espinoza Tovar, quienes les darán un aventón en un vehículo ante la imposibilidad de contratar una de las avionetas que vuelan a la sierra del Nayar. Se prevé que serán entre seis y ocho horas de camino.

Desde hace dos décadas Castro y Espinoza se han vinculado con algunas de las comunidades coras del Gran Nayar, sobre todo con Jesús María, donde se han ''borrado" como demonios por varios años.

Ambos aclararán infinidad de dudas sobre La Judea, los coras y Jesús María.

Castro, interesado en la etnomusicología, la etnocoreografía y autor del libro inédito Crónica de una Semana Santa Cora: Jesús María (Chuisete'e), tiene además compadres músicos y chamanes.

Junto con otros especialistas de la ciudad de México y de Tepic, ellos realizarán una investigación solicitada por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

La Judea obtuvo en diciembre pasado el Premio Nacional de Ciencias y Artes, que consta de 460 mil pesos. La iniciativa fue de la titular de ese órgano, Xóchitl Gálvez. Con el apoyo de algunos miembros de las autoridades tradicionales coras, la institución hizo la propuesta de La Judea.

Una delegación de la comisión llegará por la tarde de este domingo a Jesús María. Esa instancia aclarará algunas confusiones y pedirá permiso para avanzar en la propuesta ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para que declare a la Su'umuavika ''patrimonio cultural intangible de la humanidad".

El polvo, amo y señor

Conducida por Castro, desde la camioneta comienzan a verse algunos indígenas por las calles de la población de Ruiz, en la Cora Baja.

Poco después de la comunidad de El Venado se poncha una llanta, pese a que la carretera todavía está pavimentada.

Un cora que viaja con su familia también a Jesús María presta una herramienta y salva la situación. La reparación se hará en la comunidad de San Pedro Ixcatán, donde Espinoza, caminador y platicador incansable, se entera de algunos preparativos locales para la Semana Santa.

El sol comienza a ponerse al entrar al camino de terracería. Faltan más de 130 kilómetros para llegar a Jesús María, cabecera del municipio de El Nayar. El polvo es el amo y señor de todo lo existente. El ascenso es más marcado.

Unas cuatro horas después el vehículo rompe el aire frío de la comunidad de Mesa del Nayar, la más reticente a los ''vecinos", como se llama a mestizos y forasteros. Dentro de una casa cora una fogata en el piso ilumina los rostros de sus habitantes. Comienza el descenso hacia Jesús María y el frío se disipa poco a poco.

Pasadas las 11 de la noche, la panorámica de un pueblo iluminado desde hace poco por la luz eléctrica reaviva los ánimos. Desde las faldas de un cerro se ve el techo rojo del hospital mixto de la Secretaría de Salud, que combina la medicina tradicional con la alópata, aunque la farmacia de ésta suele ser magra.

Una población de alrededor de 2 mil habitantes, casi desierta y con calles en las que estalla el polvo al menor movimiento da la bienvenida. Las casas de cemento, cuadradas y sin gracia, se combinan con las de ladrillos de adobe y techo de tejas de dos aguas. También hay viviendas de piedra de río y de palos.

Se ha llegado a uno de los lugares fundamentales de las culturas indígenas de México. Atrás quedarán, en estos días, los códigos de la cultura occidental.

Un par de fariseos y tres auxiliares entran a la iglesia llamada de Jesús María y José. Llevan ramos de palmas, algodones sagrados y otras ofrendas. Es el primero de los muchísimos momentos de La Judea que se verán los días siguientes, de mañana, tarde y noche.

Las mujeres no participan, salvo en la preparación de los alimentos y algunas funciones de apoyo a las autoridades religiosas tradicionales.

Don Silvino no se encuentra. Dueño del hotel y paletero, fue contactado desde la ciudad de México. No hay administración ni administrador, pero los cuartos están abiertos. Los viajeros ocupan dos en la planta alta. Los colchones no tienen sábanas, sólo un fino manto de polvo. El sueño y los sueños en Jesús María se prolongarán al menos hasta el domingo siguiente.

Un tiempo que se alarga

Lunes 21 de marzo, 6:30 horas. En Jesús María, la más poblada de las decenas de comunidades coras, es posible despertar viendo un enorme cerro con cactos y huizaches y escuchando un estruendo de gallos, burros y pájaros. También se oye ladrar a los perros.

Con don Silvino no hay problema, aunque por la tarde José María Castro y Carlos Espinoza se mudarán a una casa que les prestó don Melesio de Jesús Rosas, compadre del primero. Violinista cora, don Melesio es un hombre generoso y siempre sonriente.

El fresco matutino cede poco a poco ante el calor. Los periodistas suben al barrio de San Miguel a presenciar parte de la ceremonia de bendición de los alimentos.

Muy cerca de la Casa Fuerte y de la Casa Real, espacios de la gobernación tradicional, y ante la casa del Centurión Blanco, dos músicos ejecutan un tambor de parche y una flauta. Siempre de pie, su presencia será permanente en lugares y momentos fundamentales de La Judea.

Frente a una empalizada, que en unos días será cubierta de ramas, son colocadas en el piso dos canastas de tortillas y alrededor de ellas pequeños platos de barro con frijoles y arroz.

Afuera se reza, se medita, se charla y se comen tacos por turnos y jerarquías. Los niños juegan, se divierten y aprenden la tradición. Adentro de la casa hay veladoras, ofrendas, preparativos. Los minutos caen lentamente. De por sí en Jesús María el tiempo casi se detiene, se alarga, recupera su transcurrir natural.

También hay un Centurión Negro. Su sede es la Casa del Santo Entierro, centro nodal de la religiosidad cora ubicada en el barrio de San Antonio. De hecho es la sede cotidiana de los centuriones. Pero en Semana Santa los dos se trasladan a la entrada del palacio municipal.

En la comunidad hay cuatro barrios principales: San Miguel, San Antonio, El Rosario y San Francisco. Los cargos de ambos centuriones duran un año y cada uno se va rotando en los cuatro barrios. Los judíos deben transfigurarse cinco años seguidos. En orden ascendente, los cargos de cabos y capitanes también duran un lustro.

Para poder trabajar, los periodistas buscan además a su primer contacto cora: Valeriano Serrano Díaz, uno de los cinco capitanes de la Su'umuavika. Saben que tomar fotos, incluso notas en la libreta, está prohibido y los judíos vigilan.

El argumento es evitar "que se haga negocio" con la cultura cora. Además, a muchos no les interesa la difusión. Incluso se dice que algunos ancianos, ante los 460 mil pesos obtenidos por el Premio Nacional de Ciencias y Artes, han dicho: "Se ha comenzado a vender La Judea".

Entre los espectadores, una fotógrafa de Cuernavaca acaba de vivir el susto de su vida. Fue sorprendida al tomar una foto. "Estorbo", le espetó uno de sus custodios mientras la llevaban ante las autoridades.

Humo ritual

El fotógrafo José Carlo González muestra a Serrano unas imágenes tomadas a él y otros miembros de la delegación cora en diciembre pasado, cuando fueron a la ciudad de México a recibir el premio. El reportero muestra copias del texto respectivo. Una esperanza se abre con la sonrisa del capitán de los demonios.

Es de noche. Algunos ancianos del consejo están sentados en el suelo frente a la casa del Centurión Blanco. Fuman sus pipas de carrizos largos y cuerpos de barro. El humo tiene un sentido ritual.

Modesto de Jesús Melchor toma tabaco silvestre de una bolsa de plástico para retacar su pipa y rencenderla. En cora, escucha de Valeriano Serrano la información sobre la visita de La Jornada y la CDI. El consejero anciano formó parte de la delegación para recibir el premio en Los Pinos.

Ya de noche, los judíos, que se "borrarán" hasta el Jueves Santo, hacen dos filas afuera de la casa del Centurión Blanco, quien monta un caballo del mismo color. Con sus sables de madera cruda, bajan al palacio municipal en una primera "toma" de los poderes formales. Ellos serán la única autoridad estos días. Parece una revuelta indígena.

Afuera de la Casa Fuerte, un edificio de adobe, tejas y escaso mobiliario de madera, Alejandro de Jesús Alejandro, primero de los dos gobernadores tradicionales, recibe al grupo de la CDI y a los periodistas para aclarar confusiones. Lo acompaña el comisariado de Bienes Comunales, Marcos Valentín Aguilar.

Con el gobernador están los asesores Ismael Zeferino y Juan Molina, además del mismo Valeriano. Ellos han cursado diversos niveles de estudios en Tepic y saben manejarse en las dos culturas.

Disputa por el premio

Luz Lozano, de la comisión, aclara que el premio entregado no fue a condición de tomar fotos ni video. Según un acuerdo anterior, dice, se llevó a dos personas para dar un curso a jóvenes coras para que ellos mismos documentaran sus fiestas.

Lozano rechaza la versión de que se pedirían cuentas sobre el uso de los 460 mil pesos del premio. Recuerda que en el expediente de la candidatura para participar por el premio se habló de la construcción de una casa de la cultura cora para resguardar un archivo. Reitera, sin embargo, que se apegan a lo que decidan las autoridades tradicionales.

Se aclara que los reporteros y la gente de la CDJ vienen por separado. Los periodistas explican que La Jornada es una organización independiente y que su función es informar de manera honesta. Dicen que la cobertura de La Judea se debe al premio y porque representa una gran riqueza cultural.

El gobernador, cuyo cargo dura un año, confirma la bienvenida a los visitantes, pero informa que, "por el momento", el curso se aplaza. Dice que tampoco se dará permiso para tomar fotos y que podría haber una oportunidad "más adelante".

Citan a los periodistas para otra reunión mañana martes, a las siete de la mañana. Molina y Zeferino dicen que las autoridades tradicionales quieren hacer pública una serie de atropellos por parte del ayuntamiento formal, encabezado por el presidente municipal mestizo Manuel Rivera Taizán, quien no reside en Jesús María, sino en Tepic.

Al interior de las autoridades tradicionales también hay cierta tensión política. El premio no es la causa, pero sí el detonador, de tensiones añejas.

Los centuriones, capitanes, judíos y demás custodios la Casa del Santo Entierro consideran que parte del dinero del premio debería destinarse a gastos de La Judea, pues no alcanzan las limosnas ahorradas. Tan sólo en alimentos para los judíos se gastan unos 20 mil pesos.

Ya tarde, don Melesio de Jesús Rosas, violinista y compadre de José María Castro, recibe a los periodistas unos minutos en su casa. Mañana en la tarde, del otro lado del río, habrá una reunión con él y sus compañeros músicos para oír sus sones de tarima, minuetes y otras composiciones.

 
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