Usted está aquí: viernes 1 de abril de 2005 Opinión Un halcón toma control del Banco Mundial

Editorial

Un halcón toma control del Banco Mundial

Ayer Paul Wolfowitz, el todavía subsecretario de Defensa de Estados Unidos, fue designado presidente del Banco Mundial (BM), una decisión que ha sido criticada por países en vías de desarrollo y organismos no gubernamentales. Wolfowitz es una de las principales figuras de los neoconservadores del Partido Republicano ­también conocidos como halcones­, muy cercano al presidente George W. Bush y que se ha destacado por sus ideas a favor de la hegemonía mundial de Washington basada en su poderío militar, relegando a segundo plano el respeto al derecho internacional. Su nombramiento al frente del BM podría desatar más protestas contra el organismo, que se encuentra en una crisis de credibilidad y confianza. Y es que Wolfowitz es de sobra conocido por justificar la guerra para extender la democracia de libre mercado, lo que evidentemente beneficia a las trasnacionales.

Wolfowitz es el más importante artífice de la Guía sobre política de defensa, una doctrina que proclama un nuevo orden mundial sostenido por Estados Unidos, que únicamente establecería alianzas que convengan a sus intereses. Para mantener su predominio global, sostiene la necesidad de que la Casa Blanca bloquee el surgimiento de cualquier competidor a su economía, en especial Japón y la Unión Europea, así como la consolidación de potencias regionales, como Corea del Sur, a cuyo gobierno presionó en 1974 y 1975 para que desistiera de su programa de enriquecimiento de plutonio. Asimismo, es un especialista en inventar supuestas amenazas a la seguridad estadunidense y es un férreo partidario de las "intervenciones preventivas". Tal fue el caso de la guerra en Irak: Wolfowitz fue uno de los hombres de Bush que más impulsaron la tesis de que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva ­las cuales nunca fueron encontradas­, por lo que era necesario invadir ese país y derrocar a su dictador. Aunque Wolfowitz se autocalifica como un defensor del derecho al voto, ello no le ha impedido apoyar a oscuros tiranos como el general Suharto, de Indonesia, al fundamentalismo en Israel, e imponer la democracia en las naciones árabes a sangre y fuego, ello con el fin de adueñarse de la riqueza petrolera de Medio Oriente. Se trata, pues, de una política de tintes claramente gangsteriles.

Así, su negro historial genera desconfianza y pocos creen en la sinceridad de sus palabras cuando dijo que su misión al frente del BM será aliviar la deuda externa de los países en desarrollo y combatir la pobreza con decisión. Sin embargo, algunas de sus declaraciones han dejado entrever el verdadero rumbo que imprimirá al organismo. "Políticas comerciales ­léase apertura comercial sin trabas de ninguna clase para los productos estadunidenses­ y de subsidios acompañadas por condiciones positivas para las inversiones del sector privado ­es decir, de las grandes corporaciones, en su mayoría de Estados Unidos­ son factores clave para las perspectivas de los pobres", afirmó. Todo parece indicar que bajo Wolfowitz, el BM se alejará aún más de las necesidades básicas de los pueblos y profundizará su relación con las trasnacionales y el fundamentalismo de mercado.

Por tanto, Wolfowitz tiene cinco años asegurados al frente del BM para seguir trabajando a favor de un mundo unilateral en el que nadie podrá hacerle sombra a Estados Unidos. En este panorama, y contrariamente a lo que afirman Bush y el propio Wolfowitz, es poco problable que se cumplan las Metas Internacionales de Desarrollo de la Declaración del Milenio, que prevé reducir la pobreza a la mitad para 2015, pues para ello es indispensable impulsar la multilateralidad.

 
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