Un mexicano en tres escenarios: Afganistán, Irak y Chechenia ¡Ah, Maksíco!... ¡Markus! Daniela Pastrana Raúl Fajardo es el único periodista mexicano que, de manera independiente*, ha retratado los efectos de las guerras del siglo XXI. Ha reunido parte de su trabajo en un libro que busca poner su grano de arena al movimiento contra la guerra y el terrorismo. "Algo que ya no quiero ver" Son imágenes de miedo y muerte. De niños sin risa. De un pueblo aquejado por la guerra y el fanatismo. De un país atrapado entre el terrorismo y los militares. De una nación invadida, desbordada por la violencia. Raúl Fajardo, fotógrafo y periodista mexicano, inició hace cuatro años su propia cruzada: contra el monopolio de los imperios informativos, que con "cañonazos de millones de dólares" intentan "sacar de la jugada a todo periodismo no alineado". Ahora, con la publicación de su libro Guerra y Antiterrorismo. Tres escenas: Afganistán, Irak y Chechenia, busca contar su historia, aportar su grano de arena a ese movimiento que dice: No a la guerra. "Porque el Afganistán que yo vi y fotografié nada tiene que ver con la imagen de sofisticados terroristas. Porque esa, como todas las guerras, fue una guerra injusta. Porque no hay ningún heroísmo. El mayor número de víctimas no está en los soldados sino en la población civil. Es una tragedia. Algo que ya no quiero ver". De chilangolandia y al desierto Un libro, dice el fotógrafo, da una dimensión distinta los sucesos, le quita el efecto de la inmediatez a las imágenes. Ha sido una larga jornada de presentaciones. Su mente está saturada de imágenes que le han dejado huellas profundas. "Es una perspectiva vivencial aclara. No pretendo ser un experto, pero mi deber es contar lo que vi".
¿No dudaste? Ya estaba allá y al fin chilango, pensé: "de que me apachurre un microbusero a que me maten aquí"... Decidí quedarme. Es una decisión difícil; dejé a mis dos hijos, uno que apenas iba a nacer, pero tenía esa necesidad de estar ahí, un compromiso de contar su historia. Y no me siento héroe, ¿eh? Sí hay que estar un poco loco, pero creo que soy un loco funcional. Como los bomberos... ¡Maksíco... Markus! La suerte (o más bien, el dinero) le duró dos semanas. No pudo llegar a Kabul. Un general de la Alianza del Norte que había simpatizado con él le facilitó un vehículo, con un conductor desarmado para regresar a Tadjikistán. Fajardo narra así el peor día de su vida, a través de un camino "lleno de nidos del Talibán": "Pensaba que no iba a regresar. El jeep se descompuso en medio del desierto. No tenía forma de comunicarme con el conductor que me dejó ahí dos horas para ir a buscar una refacción. Estaba oscureciendo. El conductor iba muy serio, en una parte del camino me preguntó: '¿american?' 'No, Maksíco', le dije, que es como ellos pronuncian México. El se quedó pensando, como buscando el nombre en un imaginario mapa, hasta que después de un rato su rostro se iluminó: '¡Ah! Maksíco... Markus' me dijo, dibujando con su mano una capucha sobre su cara. Entonces sacó un radio de pilas, como diciéndome que había oído ahí de Markus. Cuando me dejó en la frontera lo único que me pidió, por medio de un traductor, fue que apuntara en un papel que había llegado bien, para dárselo al general. Tadjikistán me pareció el paraíso". Entre la paz y la guerra El contacto con periodistas rusos críticos de Moscú que lo invitaron al plebiscito de Chechenia, en marzo 2003, le sirvió para regresar a las zonas de guerra y, de paso, eliminar algunos prejuicios. "El movimiento separatista reivindica cuestiones muy netas de autonomía pero cualquier grupo nacionalista que empieza a atacar a la población civil acaba con sus propias banderas dice ahora. En Chechenia algunos de los separatistas se convirtieron en señores del terror, se asociaron con criminales dedicados al negocio de las armas, al tráfico humano. Pero la gente en la calle quiere paz. Lo que yo vi fue que la gente salió a votar y 85% estuvo a favor del SI a la nueva constitución, que respeta a Chechenia como territorio autónomo pero también como parte de la federación rusa". Fajardo tenía la intención de acercarse a Irak, pero la guerra le ganó. Los bombardeos estadunidenses iniciaron dos días antes del plebiscito en Chechenia. "Era muy difícil moverme a Irak, así que me quedé. Mandaba información para Milenio Diario, pero se publicó muy poco. Todos los medios estaban concentrados en la guerra y resulta que en Chechenia, mal que bien, la gente trataba de salir de una dinámica de confrontación. ¡Es terrible! La construcción de la paz no es noticia; la guerra sí". La visión propia Jorge Luis Sierra, especialista en temas militares, recibió en octubre de 2003 una invitación de Global Exchange para ir como observador a Irak. Había compartido con Fajardo aventuras periodísticas y lo invitó a acompañarlo. "Fue una experiencia distinta a las otras porque Jorge Luis tenía todo el contexto y me pude concentrar más en las imágenes porque no tenía que escribir". En Irak, el fotógrafo fue testigo del "miedo en los ojos de los soldados estadunidenses". Un miedo, dice, proporcional a su crueldad. "Los iraquíes están en su territorio y lo están defendiendo, pero los estadunidenses son generalmente jóvenes, muchos latinos, que quizá buscaban mejorar su nivel de vida y terminaron en una guerra que no entienden". Su miedo, dice, es un miedo racial. En los periodistas mexicanos, concluye, hay mucha garra, pero muy poco apoyo de los medios convertidos en "empresas de publicidad". "Las televisoras no querían contar la guerra, sino su presencia en la guerra y los medios escritos ni siquiera lo intentaron. Quizá yo tenía un handicap a favor, pero estoy seguro que muchos compañeros fotógrafos hubieran hecho un mejor trabajo, y sus medios consideraron más costeable bajar la noticia de una agencia que tener una visión propia de la guerra. Es una pena". ------------------ *Coordina un diplomado en la Escuela de Periodismo, Arte, Radio y Televisón
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