Usted está aquí: jueves 24 de marzo de 2005 Opinión El acceso temprano a las drogas

Jorge Carrillo Olea

El acceso temprano a las drogas

Es muy reciente la alarma social por la evidente expansión del comercio al menudeo de drogas ilícitas, sobre todo el que está al alcance de los menores de 18 años. La incorporación de mayores de edad al consumo es un problema totalmente diferente: poseen de muchas maneras el derecho a decidir responsablemente. La realidad es que cada vez más menores consumen algún tipo de droga, en mayores cantidades y a edades más tempranas. Se está dando en todo el país, pero principalmente en núcleos urbanos mayores y medianos. Es un problema complejo y enfrentarlo es responsabilidad de todos los actores de la sociedad.

En respuesta a lo que nos está alarmando se han improvisado medidas que llaman a una profunda preocupación porque revelan la falta de información y de creatividad de las autoridades. Un ejemplo sería el programa operativo Mochila, que resulta tan vejatorio para los niños, quienes por su edad no advierten la magnitud de la ofensa, como inútil. Aunque excepcionalmente un menor fuera sorprendido introduciendo drogas a un ambiente escolar o recreativo, eso no destruye la verdad de que la oferta estructurada está en la calle.

La cortedad de este recurso es simplemente resultado de haber abandonado desde hace 10 años por parte del gobierno federal programas integrales, técnicamente diseñados, y de reducir todo esfuerzo a lo único que interesa a los estadunidenses, que son las operaciones de interdicción de los flujos de droga destinados a su consumo nacional, al mismo tiempo que no reconocen oficialmente su producción de 50 por ciento de la mariguana y 100 por ciento de las drogas sintéticas y los sicofármacos que consumen.

Una vez más seguimos ciegamente la agenda de aquel país, olvidándonos de nuestras responsabilidades para con nuestra sociedad, y no exigimos que se apliquen en un sistema de cooperación internacional otros mecanismos eficaces para reducir la oferta, como el decomiso de activos ilegales, el alto al tráfico de armas y el control de los precursores químicos indispensables para producir drogas. El denominativo "combate a las drogas" es despreciado por la comunidad internacional, ya que connota actividades semibélicas como único enfoque y, por ende, es pobre en su concepción y en sus alcances.

El control de drogas en los mercados de consumo, principalmente en los referidos a menores de 18 años, tiene vertientes de atención que son muy accesibles: la primera es promover el rehusar la oferta, sobre todo en los menores ya mencionados, lo que implica una labor educativa de rechazo informado y razonado por parte de los presuntos consumidores, desde la educación primaria hasta la superior; una labor de fortalecimiento de ambientes más saludables y solidarios tanto en el seno familiar como en el salón de clases; una vigilancia a cargo de la comunidad de los entornos escolares y recreativos; un régimen de atención a niños de la calle; prevenir el consumo precoz de alcohol; un sistema de denuncias sencillo, accesible y eficaz, y una acción policiaca oportuna e inteligentemente ejecutada. Estas no son tareas de expertos: es tarea de una mínima creatividad gubernamental, y de su capacidad para motivar a la sociedad.

No es posible seguir con esa rigidez de carácter legal y funcional que otorga atribuciones en la materia solamente a las autoridades federales, básicamente a la Secretaría de Salud y la Procuraduría General de la República. Esta perspectiva deja fuera de facultades y responsabilidades a autoridades federales, estatales y municipales, pero más lamentablemente no abre espacios a la sociedad para su participación efectiva, motivando que hasta ahora las más de las organizaciones promovidas sólo desde el Estado tengan un gran componente de simulación o, por lo menos, de insuficiencia.

Para reducir el acceso temprano a las drogas hay que segmentar el tema y adjudicar atribuciones a las diferentes estructuras de gobierno, dándoles el conocimiento técnico y la capacidad legal y administrativa requeridos y, con mucho, promover la intervención profunda de la sociedad para iniciar una tarea de carácter nacional. La sencillez de construir una respuesta progresiva avala que este esfuerzo se pueda iniciar tan pronto como mañana.

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