Usted está aquí: jueves 24 de marzo de 2005 Cultura ''¿Qué hace un coro de putas en el Bolshoi?'', inquiere legisladora

Se escandalizan diputados de la Duma por supuesta ''pornografía'' en una ópera

''¿Qué hace un coro de putas en el Bolshoi?'', inquiere legisladora

El estreno mundial de Los hijos de Rosenthal resultó así publicitado por sus detractores

La Jornada estuvo presente en el teatro; sin fundamento, las críticas contra el libretista

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Ampliar la imagen En las im�nes: Mozart, Chaikovski, Mussorgsky, Verdi y Wagner, los compositores ��clonados�� por el pol�co libretista Vladimir Sorokin, quien caus� espanto de algunos rusos

Moscu, 23 de marzo. ''¿Qué hace un coro de putas en la escena del Bolshoi?" La pregunta, formulada tras el ensayo general por una escandalizada Irina Savelieva, vicepresidenta del Comité de Cultura de la Duma, la Cámara Baja del Parlamento ruso, superó en eficacia cualquier campaña publicitaria: la ópera Los hijos de Rosenthal se estrenó aquí este miércoles con lleno completo.

Ni una amenaza de bomba ni la anunciada protesta de una organización juvenil ahuyentaron al público, que no quiso perderse el estreno mundial de esta obra, la primera producción operística propia del legendario teatro moscovita en los recientes 30 años.

Descalificaciones a priori

Con música de Leonid Desiatnikov y puesta en escena de Eimuntas Nekrosius, magistral como todas las de este afamado director lituano, Los hijos de Rosenthal estuvo precedida de duras descalificaciones a priori desde que el Bolshoi encargó el libreto al controvertido escritor Vladimir Sorokin.

Acaso por vez primera en la historia, una ópera empezó a ser identificada con el nombre de su libretista.

Pero es tal la fama de Sorokin, llamado por sus detractores ''pornógrafo" y ''adicto a comer excremento", que 293 diputados de la Duma, aunque ninguno había escuchado la ópera ni leído el libreto, aprobaron hace unos días -en otro gesto de publicidad involuntaria- una resolución para que se investigue ''cómo fue posible que se use el santuario del Bolshoi para difundir una obra pornográfica y denigrante".

Por la libertad creativa

La dirección del Bolshoi, teatro financiado por el Estado y que también depende de patrocinios privados, considera que nadie tiene derecho a inmiscuirse en el repertorio y sostiene que la labor creativa debe ser libre y no puede admitir ningún tipo de dictado.

Los diputados más intolerantes rechazan esta tesis y exigen que el gobierno tome medidas para impedir que, de esa manera, ''se despilfarre el dinero de los contribuyentes".

Sorokin está en el centro de la polémica desde que la organización juvenil Vamos juntos, inspirada desde el Kremlin para aclamar al presidente Vladimir Putin, realizó protestas contra el escritor, acusándolo de ser el ''principal denigrador" de Rusia.

Su novela El tocino azul se convirtió en el blanco predilecto de los ataques por el lenguaje subido de tono y la detallada descripción de situaciones de sexo, que en algunos casos raya lo grotesco.

En realidad, muy pocos rusos han leído ese libro, pero Vamos juntos se encargó de que todos conozcan el fragmento en el que la imaginación de Sorokin hace fornicar a José Stalin con Nikita Jruschov, por poner un ejemplo.

Protesta frustrada

La protesta que Vamos juntos tenía programada para hoy, junto al Bolshoi, acabó antes de haber comenzado, cuando un grupo de militantes de la Vanguardia de la Juventud Roja, opositora organización de la izquierda radical, apareció de sorpresa, les arrancó los carteles y expulsó del lugar, sin dar tiempo a que interviniera la policía.

Entretanto, Los hijos de Rosenthal es una obra que aborda un tema totalmente diferente y que nada tiene de ''pornográfica", a menos que algún crítico considere como tal una de las escenas de clonación, en la cual los espermatozoides, rodeados por mimos y el coro, luchan por abrirse paso ''a la cálida matriz", con una legión de clones al fondo y bajo la efigie de la oveja Dolly.

Porque esta ópera es la historia de un científico judío, Alex Rosenthal, que en la Alemania de los años 30 del siglo pasado descubre la clonación y, al ser perseguido por los nazis, huye a la Unión Soviética.

Stalin le encarga clonar obreros ''estajanovistas" y, en sus tiempos de ocio, Rosenthal cumple su sueño de ''revivir" a cinco genios de la música: Giuseppe Verdi, Piotr Chaikovski, Richard Wagner, Modest Mussorgski y Wolfgang Amadeus Mozart.

Genios en el desamparo

Los compositores crecen en casa de su clonador, se suceden los líderes soviéticos y cambian sus directrices de clonación hasta que en 1993, con Boris Yeltsin al frente de Rusia, se acaba el dinero para el programa y muere Rosenthal.

Desamparados los genios, se pasan los días tocando música en la Plaza de las Tres Estaciones de Moscú, teniendo por público a ocasionales pasajeros apurados por tomar sus respectivos trenes y, sobre todo, a los personajes habituales de ese concurrido sitio: prostitutas, vagabundos, rateros, drogadictos, indocumentados y vendedores ambulantes.

Con esta historia de Sorokin, el compositor Leonid Desiatnikov deja volar su imaginación y, según los conocedores, logra estilizar con humor la música de cada uno de los protagonistas.

 
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