Usted está aquí: sábado 19 de marzo de 2005 Política Agreden y amenazan a reportero de La Jornada

Priístas y director de Resguardo de la Cámara, irritados

Agreden y amenazan a reportero de La Jornada

Informó sobre reunión para desafuero de López Obrador

ENRIQUE MENDEZ

Ampliar la imagen Armando Carranza Romo, director general de Resguardo de la C�ra de Diputados FOTO La Jornada

El reportero de La Jornada asignado a la cobertura de las actividades en la Cámara de Diputados, Roberto Garduño, ayer fue objeto de amenazas por escrito del grupo parlamentario del PRI y de agresiones verbales y físicas por parte del director general de Resguardo en San Lázaro, Armando Carranza Romo, quien en su oficina, ubicada en el sótano del Palacio Legislativo, le advirtió mientras señalaba la edición de ayer de este diario: "Si vuelve a publicar otra cosa como ésta, se la va a ver conmigo".

El funcionario se refería a la nota en que se informó de la reunión que sostuvo el sábado pasado en sus oficinas el coordinador de la diputación priísta, Emilio Chuayffet Chemor, con diputados de la sección instructora. Después de ese incidente, el diputado del tricolor amagó en una carta con emprender un "conflicto jurídico" contra Garduño y Enrique Méndez para que un juez resuelva si ambos han "causado o no daño moral a quienes son sujetos de señalamientos falsos".

Armando Carranza Romo depende directamente de la Secretaría General de la Cámara de Diputados, a cargo de Guillermo Haro, ex colaborador de Emilio Chuayffet.

Alterado porque el viernes este periódico dio a conocer tal reunión, Carranza Romo pretendió a gritos que el reportero le revelara sus fuentes de información.

Ayer, el propio Chuayffet se comunicó vía telefónica con legisladores que deseaban conocer detalles del cónclave sabatino, a quienes confirmó que efectivamente dicha reunión se llevó a cabo. Sin embargo, en la fracción del PRI se buscó encontrar a un responsable de los datos proporcionados a los reporteros.

De esta forma, el coordinador de comunicación social de la bancada priísta, Roberto Femat, se reunió con Armando Carranza para exigirle que presionara a los reporteros de La Jornada para que revelaran sus fuentes. Y en conversación telefónica con otro funcionario de la Cámara, confirmó que debía obtener sin reparos los nombres de las fuentes.

En días recientes Roberto Femat ha emprendido una campaña de desprestigio contra el periódico, alentada por su jefe, quien a su vez, en distintas ocasiones, ha denostado la labor de La Jornada.

Después de la entrevista con Femat, Carranza Romo -quien fue secretario particular del ex diputado Rafael Rodríguez Barrera y designado director de Resguardo por la ex presidenta de la mesa directiva Beatriz Paredes Rangel- envió a dos de sus empleados a buscar al reportero Roberto Garduño a la sala de prensa de la Cámara.

Uno se acercó comedidamente al reportero y le dijo: "Roberto, ¿nos puede acompañar a la oficina del licenciado Carranza?"

-¿Quién es el licenciado Carranza? -preguntó Garduño, mientras la presencia de los dos guardias de la Cámara llamaba la atención de los reporteros que a esa hora se encontraban en la sala.

-Es el jefe de seguridad de la Cámara y quiere platicar con usted un momento.

-Sí, cómo no. Vamos -respondió el reportero, y se dirigió enseguida a la oficina de Carranza, ubicada en el sótano.

El funcionario estaba con dos personas, quienes abandonaron de inmediato el despacho para dar acceso a Garduño. Siempre de pie, Carranza lo recibió de la siguiente forma:

"¡Oiga, explíqueme esto!", alzó la voz, mientras señalaba la página tres de La Jornada del viernes 18 de marzo.

-¿Explicarle qué? -interrogó el informador.

-Sí, ¿quién le dijo esto?

-No le puedo revelar mis fuentes -lo que descompuso el rostro del funcionario.

-¡Es que usted me lo debe explicar! ¡Explique esto!

-Yo no tengo que explicarle nada.

-¡Son ustedes unos charlatanes que falsean la información! ¡Esto es una mentira! -gritó, mientras sacudía el ejemplar.

-No le voy a revelar mis fuentes, que son sumamente confiables, y si tiene alguna objeción mande una carta al periódico.

Carranza no se había enterado aún de que Chuayffet confirmó más tarde a diputados que la reunión referida por La Jornada sí se llevó a cabo.

-Mande un desmentido -insistió Roberto Garduño.

-¡Sí lo voy a mandar! ¡Y voy a enviar una copia de las bitácoras de entradas y salidas de vehículos! ¡Ustedes han falseado la información!

-Nosotros no falseamos nada.

-¡Si vuelve a publicar otra cosa como ésta se las va a ver conmigo!

-¿Que me las voy a ver con quién?

-¡Conmigo!

-¿Me está amenazando?

-¡Usted pone en riesgo a personas decentes y honorables que hacen su trabajo diario!

-¿Me está usted amenazando? -insistió el reportero, pues Carranza se le acercó de manera retadora y gritó más fuerte.

-¡Esto es una mentira!

-¿Me está amenazando?

-¡Sí!

El reportero dio media vuelta y expresó: "Me voy a quejar con el presidente de la mesa directiva (Manlio Fabio Beltrones)".

-¡Ah, el presidente de la mesa directiva! -replicó Carranza, en actitud socarrona.

-Presentaré una queja ante el presidente de la mesa -dijo Garduño, y caminó hacia la puerta. Carranza lo amagó con el cuerpo y se colocó detrás de él.

Enseguida lo sacó de un empellón y le dijo: "Sí, vaya y dígale al presidente de la Cámara".

Tras la amenaza verbal, el reportero presentó un extrañamiento ante Beltrones, quien se comprometió a "tomar medidas ejemplares" para evitar que "un hecho tan lamentable como este" se vuelva a repetir en el recinto.

Al trascender los excesos de Carranza, los reporteros que habitualmente cubren la Cámara de Diputados enviaron una nota informativa a sus medios y se solidarizaron con La Jornada y su reportero.

Luego de conocerse la agresión, el grupo parlamentario del PT emitió un pronunciamiento para exigir "la remoción inmediata del director de Resguardo, porque ya no salvaguarda la integridad de quienes en el recinto legislativo desempeñan su función" y porque las amenazas constituyen "una regresión al oscurantismo y a las prácticas más retrógradas que se vivieron en nuestro país hace décadas, cuando a los periodistas se les decía: plomo o plata".

También la bancada del PRD emitió un comunicado para exigir a la Secretaría General de la Cámara, instancia de la cual depende Carranza Romo, que "aclare de inmediato esos hechos, deslinde responsabilidades y, en su caso, inicie los procedimientos administrativos correspondientes".

El PRD afirmó que "en la Cámara de Diputados debe garantizarse el ejercicio pleno de los derechos individuales, y los servidores públicos que laboran en ella deben ejercer un respeto irrestricto a los representantes de los medios de comunicación".

Las amenazas y agresiones contra reporteros de La Jornada tienen su antecedente más cercano en citatorios que giró la Procuraduría General de la República para que Andrea Becerril, Ciro Pérez, Gustavo Castillo, Roberto Garduño y Enrique Méndez revelaran sus fuentes de información sobre el caso conocido como Pemexgate, hecho que motivó una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la cual, a su vez, emitió el 9 de agosto de 2004 una recomendación general sobre este y otros casos.

En su momento, el ombudsman José Luis Soberanes dijo que la intimidación por medio de amenazas verbales, escritas y anónimas, agresiones físicas o el daño a bienes de su propiedad, son las formas en que se ataca el derecho a la libre manifestación de las ideas de periodistas y comunicadores.

También el 4 de septiembre de 2003, agentes de la Agencia Federal de Investigación se presentaron en las instalaciones de La Jornada para tratar de obtener del reportero Gustavo Castillo información "de manera económica" sobre sus fuentes en una nota sobre la identidad del presunto sobrino del narcotraficante Ismael El Mayo Zambada.

 
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